No es un secreto que el régimen es el responsable directo de las desgracias que padecemos en Venezuela. Su corrupción y mala administración nos ha hundido económicamente a niveles nunca vistos. Tenemos un país más pobre, con una población completamente desvalida, han devastado los servicios básicos, censurado medios, han perseguido y arremetido contra quienes piensan distinto y desean tener un mejor futuro.
No obstante, en Venezuela perduran los valores democráticos. La amplia mayoría anhelamos el regreso de la democracia y solo contamos con esos valores, con nuestra palabra y nuestras ideas para abogar por la reconstrucción del país. El diálogo y el entendimiento son los recursos con que contamos para solventar los problemas y las diferencias. Solo está en nuestras manos el labrar el camino para alcanzar ese cambio.
En el pasado, la política apostó por el quiebre interno en las filas del régimen, esperando que esto resultara en ese cambio de modelo que queremos. Sin embargo, los resultados muestran lo contrario, un régimen que sigue atornillado al poder y que usa la retórica para vender logros donde solo hay fracaso. Es momento de replantear nuestra estrategia para que beneficie a los venezolanos. El retorno de la democracia solo llegará si aprendamos de nuestros errores pasados y rectificamos el rumbo. No existen soluciones inmediatas ni mágicas.
La propuesta de la búsqueda de un acuerdo y la venta del crudo venezolano en mercados internacionales, son procesos claves que debemos aprovechar para darle una salida a la emergencia humanitaria compleja que vivimos. Debemos creer en esta audaz propuesta siempre que nos lleve a una discusión real y efectiva, en la que se consigan avances a favor de la democracia y la calidad de vida de los venezolanos, en el que el ingreso económico llegue a los venezolanos a través de la inversión en servicios y atención a la crisis.
El régimen no cuenta con apoyo nacional ni internacional, nadie lo quiere y ellos lo saben. Han aprendido a evadir sanciones, así consiguieron que siguiéramos teniendo gasolina, pero una de muy mala calidad, ¿A quién beneficia esto? Solo perdemos todos.
Ser oposición no significa oponerse a aquellos procesos que servirán para beneficiar y facilitar la vida de los venezolanos. Debemos ser estratégicos, tener siempre presente las necesidades de las personas y dejar a un lado aquellas decisiones basadas en el calor de la pugna política. Hoy más que nunca tenemos que pensar en lo que beneficie de verdad a todo un país que ha padecido por muchos años las consecuencias de las malas políticas de un grupo.
La construcción de acuerdos no solo va a significar encontrar libertades económicas sino también tiene que traducirse en libertades políticas, que permitan a los venezolanos vivir con tranquilidad, sin miedo a pensar distinto y donde todos podamos escoger nuestro futuro. La política es una herramienta que debemos utilizar para llegar a soluciones a los problemas que vivimos actualmente. Usémosla.
Los demócratas del país estamos en la obligación histórica de utilizar todos los medios constitucionales, enmarcados en nuestros valores y nuestra existencia, para construir acuerdos pensados en el bien colectivo, que nos lleve a revertir la desoladora realidad que padece Venezuela. Mientras quienes defendemos los valores democráticos sigamos trabajando para conquistar ese cambio que tanto anhelamos, este será posible.