Trabajar en equipo va más allá de la estrategia y el procedimiento que la empresa lleva a cabo para alcanzar objetivos y metas comunes, implica compromiso y cooperación de todo el personal. También, es necesario que exista armonía, responsabilidad, creatividad, voluntad, organización, planificación y, sobre todo, liderazgo.
El éxito de las empresas radica, en gran parte, en la compenetración que pueda existir entre sus empleados y cuando trabajan en equipo las actividades fluyen de manera más rápida y eficiente. Sin embargo, no es fácil que todos se entiendan entre sí con el objeto de alcanzar un fin común.
Esto quiere decir que los equipos no solo dependen de quienes los integran, sino también de las personas que los crean y los dirigen. De allí que es fundamental el papel que desempeña el líder, quien no debe limitarse a ser un simple supervisor del grupo y coordinador de tareas.
El líder debe tener cualidades y habilidades para saber guiar al equipo para que sea eficiente y más que eficaz para potenciar la comunicación y mantenerlo enfocado en los objetivos que debe cumplir. Es fundamental también que sepa gestionar equipos de alto rendimiento, que son una pieza fundamental en el engranaje de las empresas más punteras.
Ahora, ¿qué se entiende por equipos de alto rendimiento? ¿Puede cualquier persona formar parte de ellos? Y algo muy importante: ¿qué papel juegan en una empresa? En primer lugar, estos equipos trabajan de forma autónoma con el objetivo de resolver problemas y sacar adelante proyectos con rapidez, eficiencia y productividad.
Además, suelen funcionar a corto plazo, y en muchos casos se organizan de forma puntual para casos concretos. Y, sin ánimo de exagerar, son imprescindibles porque en un mercado tan competitivo como el actual es muy importante ofrecer resultados de alta calidad en el menor tiempo posible.
Así que, dada las características de los equipos de alto rendimiento, hay que buscar la manera de sacarles el máximo provecho. He aquí algunas claves para los por líderes que han sido compartidas por coachs y que han probado ser de gran utilidad para ese fin.
-Establecer roles y funciones. Cuando se eligen a los integrantes del equipo, hay que tener muy en cuenta las tareas que sabe realizar cada uno. No basta con escoger a excelentes profesionales si todos hacen lo mismo. Incluso, a veces conviene cambiar los papeles, pues algún integrante puede desempeñar mejor otra función.
-Organizar a cabalidad el trabajo. Es importante evitar la improvisación y el azar cuando se gestionan equipos de alto rendimiento. Una planificación detallada y un esquema de trabajo perfectamente diseñado es lo recomendable, ya que los integrantes estarán más cómodos y seguros, el líder generará confianza en su persona y agilizará los procesos.
-Promover la autonomía y cuidar la comunicación. Es esencial que cada empleado sea capaz de desempeñar su labor de forma autónoma. El líder del equipo debe saber cuándo dejar a sus trabajadores actuar con independencia y cuándo impulsar la colaboración.
-Cuidar el equipo y premiar los esfuerzos. Si el líder sabe cómo crear un ambiente positivo y cómo incentivar a tu equipo, será el mejor de los gestores. Esto se consigue estableciendo excelentes canales de comunicación, evaluando el desempeño de forma constante y propiciando el reconocimiento al trabajo.
De manera que la gestión de equipos, sean de alto rendimiento o no, es clave, pues contribuye a obtener mejores resultados, ser creativos a la hora de solucionar problemas o llevar adelante y ser tolerantes con los demás.
Al final, los resultados de un equipo unido y bien estructurado siempre superarán los parámetros de personas que trabajan individualmente o donde los equipos están fracturados, y esto no solo beneficia a la empresa, sino a todos.