Adultos mayores en el Alba Caracas: «De aquí no nos movemos hasta que nos vacunen a todos»

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Una nueva sesión de incomodidades y atropellos enfrentaron los adultos mayores que acudimos el viernes pasado al hotel Alba Caracas para ser inoculados con la segunda dosis de la vacuna Sputnik V contra la COVID-19.

Todo apuntaba a que la jornada terminaría como la del día anterior cuando los organizadores suspendieron la vacunación a la una de la tarde. Sin embargo, los asistentes de la tercera edad mostraron un gran nivel de organización e incluso se formó un comité de conflicto que obligó a las autoridades sanitarias a prolongar el horario, vacunándonos a todos.

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En las primeras horas el desorden y la desinformación fue la constante y, de pronto, surgió una nueva contraorden, echando por tierra el anuncio de la vicepresidenta de la administración de Nicolás Maduro Delcy Rodríguez de que los mayores de 60 años de edad podían ir a vacunarse cualquier día, sin mensaje previo de texto.

En esta oportunidad solo vacunarían a quienes recibieron la primera dosis entre el 29 de mayo y el 7 de junio. Pero la gente se estaba enterando en ese momento. La medida no fue notificada con antelación por mensajes de texto ni tampoco estaba publicada la nota explicativa en el centro de vacunación.

Debido a la lluvia, se formó una enorme cola en U dentro del pasillo techado en la estación del Metro Bellas Artes, por lo que la norma del distanciamiento físico fue incumplida totalmente.

«Ayer, nos devolvieron a la casa. A la una de la tarde dijeron que se acabaron las vacunas», contó una pensionada, quien tuvo que repetir la odisea el viernes junto con su hermana.

«Es una falta de respeto», dijeron a una voz muchos de la cola a las 7:00 am cuando efectivos de la Guardia Nacional recorrían la fila revisando los cartoncitos de control de la vacuna.

«Ahí vienen los guardias, esos abusadores», expresó un hombre apoyado en un bastón. 

La sorpresa fue mayúscula cuando, sin explicación alguna, los efectivos militares decían: «A usted le toca hoy. A usted no, váyase para su casa».

Enseguida vinieron las protestas. Muchos estaban en cola desde las 3:00 am e ignoraban el cambio de cronograma. «No nos calamos más atropellos. Exigimos nuestro derecho a ser vacunados», exclamaba la gente.

Los guardias seguían insistiendo en mandar a casa a los que estaban fuera de fecha, incluso a un adulto mayor que pedía «de caridad» que lo vacunaran porque su hijo había fallecido días antes por coronavirus.

La gente se puso furiosa…

Olores nauseabundos

A las 9:30 am, el olor a orines era insoportable en el pasillo abarrotado de personas. Un gamalotal a un costado del pasillo y que en sus buenos tiempos fue un jardín decorativo se convirtió en el baño público de hombres y mujeres de la fila.

«En sus marchas los chavistas ponen en la calle casetas con baños portátiles. Ellos no quieren a los viejos», deploró un anciano.

«Cómo es posible que sometan a esta tortura de no tener un sanitario cerca a personas mayores que sufren de incontinencia», exclamó una mujer que automáticamente se convirtió en una de las líderes espontáneas de la protesta que se presentó a partir del mediodía, cuando la cola dejó de avanzar.

Junto con otros voluntarios y voluntarias organizaron la acción, que consistió en batir palmas cada 15 o 20 minutos vociferando las consignas: «Vacunas» e «Inhumanos».

«De aquí no nos movemos hasta que nos vacunen a todos», insistían los líderes a los guardias nacionales.

Alguien sugirió cerrar la calle, pero la líder principal argumentó que era más efectivo -si los acontecimientos lo ameritaban- concentrarnos en la amplia acera frente al hotel, pues igual la protesta sería bastante visible y contundente.

Lo cierto es que, después de varias sesiones de aplausos y consignas, una funcionaria del Ministerio de Salud recorrió la cola para informar que todos seríamos vacunados.

La jornada se extendió más allá de las 5:00. En el ínterin los líderes de la protesta -incluso después de recibir su dosis correspondiente de la vacuna- se cercioraban que todos ingresaban al centro de vacunación.

De los numerosos cubículos colocados en el gran salón del Alba Caracas, solo estaban atendiendo en seis.

Luego del pinchazo, muchos adultos mayores corrían hacia los baños ubicados en el salón para aliviarse de la larga espera aguantando las ganas.

Los asistentes estábamos cansados de hacer cola durante 6 y 8 horas, pero satisfechos del resultado de la protesta.

«Hay que reclamar nuestros derechos, no es una limosna que no están dando. Con organización y perseverancia se logran las metas», expresaron varios asistentes.

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