Las leyes de la economía ignoradas por el castrismo

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En la vida hay leyes que son inmutables. Una de ellas es la Ley de la Gravedad. No se puede modificar mediante un decreto o una ley. Imagínense una disposición que ordene que cuando uno suelte algo, no caiga al piso. Sería absurda e imposible de cumplir y más aún si se establecieran sanciones porque las cosas se caen y no flotan en el aire.

Lo mismo pasa con la economía. Sus leyes son inmutables. No se puede regular el mercado por decreto, que es una medida populista muy usual, y si se intenta, se obtienen siempre efectos negativos. Hacerlo sólo demuestra la ignorancia y la incapacidad de un gobernante para manejar apropiadamente al país.

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El castrismo las ha estado ignorando por 58 años y esa ha sido una de las causas por las que siempre sus planes económicos fracasan, pero sigue insistiendo en aplicar conceptos obsoletos que por años han probado su ineficacia en el mundo entero.

Es absurdo que un burócrata, aunque sea de alto rango, decida desde su escritorio lo que el pueblo debe tener o desea tener, qué se debe producir o importar y a qué precio se debe vender. El resultado siempre es que no se ofertará todo lo que el consumidor quiere,  o no se hará en las cantidades adecuadas, o se fijará un precio tan bajo que no hará atractivo producirlos o tan alto que impida a los consumidores adquirirlos.

La oferta y la demanda siempre llevan a que se fije un precio de equilibrio, que no es fijado ni por el gobierno ni por los productores. Los precios son fijados para competir y desde luego, se asume que hay libre competencia. Entonces los fija el mercado. Cuando el estado impide la competencia y se convierte en único proveedor, establece un monopolio y siempre el consumidor sale perjudicado. Y eso sucede independientemente del sistema económico que se tenga.

Creen ustedes que ETECSA podría proporcionar un servicio de tan mala calidad, con un internet de una velocidad tan baja y a un precio tan elevado sino fuera un monopolio estatal. Imagínenla compitiendo con AT&T, con Movistar, con Telcel o con Verizon. Seguramente no sobreviviría y desaparecería. Y si quisiera sobrevivir tendría que mejorar sus servicios y bajar sus precios.

Y en otro ejemplo, tenemos el caso de los taxistas habaneros. El gobierno decidió poner topes a las tarifas que los taxistas pueden cobrar y las mismas no son atractivas para ellos. Entonces no quieren trabajar porque no les conviene y se disminuye la oferta de servicios de taxi, o sea, se genera escasez. Las personas necesitan el servicio y buscan desesperadamente un taxi que acepte llevarlas y hasta ofrecen pagarles el doble, pero los taxistas no se arriesgan a ser multados y prefieren no trabajar. Poner precios topes siempre genera escasez, en un país donde la escasez es lo normal.

Lo mismo sucede cuando se fijan precios a los productos agrícolas. Si el precio de la yuca o la malanga no son atractivos, los campesinos no sentirán la motivación para producir más y la cantidad ofertada no será suficiente. Los consumidores no conseguirán el producto a ningún precio, salvo en el mercado negro.

Y todavía más absurdo resulta cuando hay escasez de un producto porque el gobierno porque el gobierno fija un precio muy bajo a los productores, y prefiere importarlos pagando a veces el doble a productores extranjeros en vez de pagarle un precio justo a los productores cubanos. ¿No sería mejor pagar más a los productores privados cubanos para incentivarlos a elevar la producción y a mejorar su productividad?

Y aun peor cuando vende los productos importados a un precio menor de lo que le costaron para forzar a la baja los precios locales. Vender con pérdida es un pésimo negocio.

Pero esto se debe aplicar no solo a los productos sino también a los sueldos, Su valor lo debe fijar el mercado y no el gobierno y por eso la gente gana tan poco. Y lo peor es que traen trabajadores de la construcción desde la india pagándoles mucho más de lo que le pagarían a un cubano. Y no vengan con el cuento de que los indios trabajan mucho mejor que los cubanos. Lo correcto sería dejar que la oferta y la demanda fije los sueldos para que las personas ganen lo justo, que sin duda sería mucho más de los que les pagan ahora y entonces mejorarían su poder adquisitivo y su nivel de vida y trabajarían bien y productivamente y no estarían pensando en emigrar.

Los trabajadores privados cubanos que trabajan por su cuenta saben los precios que sus clientes pueden pagar o están dispuestos a pagar. De esa forma fijan los precios. Claro, la mayoría de los cubanos complementan su sueldo con otras actividades no siempre lícitas. Así, existe una doble economía. La oficial y la subterránea que se manifiesta en la bolsa negra.

Por eso es necesario un cambio. La escasez solo se alivia, dejando a los trabajadores privados cubanos producir libremente y fijar el precio que deseen. Al final la competencia llevará los sueldos y los precios a un equilibrio, y  se acabará la escasez y sobrarán los productos, pero eso no será posible mientras el estado insista en planearlo todo y controlarlo todo.

Raúl Castro lo sabe, pero tiene miedo que permitiendo crecer al sector privado, el Partido Comunista acabe de perder el poder y para ellos, es más importante es conservar el poder que trabajar de acuerdo con las leyes económicas.

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