Spotlight

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1. Tienes cinco años y no entiendes por qué tu padre te toca, porque te voltea y te penetra como un monstruo lascivo, no lo entiendes. Te desgarra, lloras, gritas, pero tu padre solo te exige callar y guardar el secreto. Tú temes hablar porque sabes que todo eso está mal y no gritas y solo temes quedarte a solas con esa persona grande que no entiende que eres una niña, tan sola una niña. Supuestamente en tu casa nadie se da cuenta, pero eres demasiado pequeña para tener infecciones vaginales, ¿cómo nadie se va a dar cuenta? Tu padre te viola una y otra vez hasta que cumples 12 años y solo entonces te deja de tocar porque puedes quedar embarazada, porque ya comenzaste a menstruar. Años después se suicida. Y tú publicas un libro, tú que has sufrido de anorexia, de bulimia, tú que has tenido problemas para reconstruir lo que queda de ti no sabes ni cómo caminas. Pero no odias, solo escribes y cuentas para que nadie pase por la pesadilla del incesto.

2. Tienes ocho años y tu mamá que se divorció de tu padre vuelve a sentirse mujer y se enamora y trae a un nuevo esposo a la casa y ese hombre tan inteligente, tan amable y tan cordial en realidad es un maldito pedófilo que te viola cada vez que puede y te deja heridas tan profundas que ni tú mismo reconoces. Solo sabes que te viola una y otra vez y que tú callas porque esperas hacerte grande, un hombre fuerte para que él ya no puede cogerte. Ganas de matarlo no te faltan, ganas de encarar a tu madre que nunca detuvo el infierno tampoco, pero no haces nada, a cambio naufragas en un mar oscuro de relaciones donde cada mujer maltratada es un trofeo para ti. No te casas, no tienes hijos, no los quieres, no haces terapia, solo cuentas, a veces, el drama de tu vida partida para espantar los demonios que te carcomen. ¿Quién eres? Eso te has preguntado una y otra vez y te has contestado que eres más que un abuso sexual, pero en la misma respuesta sabes que te partieron en dos. Tu padrastro también se suicidó. Vaya regalo.

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3. Una noche estás caminando en Miraflores, tranquila, de regreso a tu casa y se detiene un coche y tu apenas tienes tiempo para defenderte. Dos hombres se bajan y te meten al auto y tú no entiendes qué pasa, es un asalto, un secuestro, no tienes tiempo ni para defenderte porque no te lo permiten. Te sujetan como si fueras una masa de carne, nada más. Te llevan a la playa, te violentan, una y otra vez, cuatro tipos, llegas a contarlos, cuatro miserables que te dejan sangrando, vomitando. No puedes defenderte, no puedes hacer nada, al final ni siquiera puedes gritar, menos hablar. Unos policías te encuentran caminando como si fueras un alma perdida. Tu pantalón manchado de sangre, tu rostro golpeado. Te llevan a la comisaría y comienza un interrogatorio atroz y tú no puedes hablar. A veces te despiertas asustada y ves a los cuatro tipos otra vez encima tuyo. Vomitas a solas. Hasta hoy solo vomitas.

4. Una tarde que ya no recuerdas sientes que te duele tanto la cadera que no puedes soportar y terminas pidiéndole a tu madre que por favor te lleve al doctor y es en el consultorio que el hombre de bata blanca te mira con ojos solidarios y en silencio te pide que hables, pero tú no cuentas porqué tienes esa desviación. ¿Por qué te duele tanto la cadera, te has caído, hija? ¿Qué ha pasado? Y ese día no sabes bien porqué terminas contándole a tu madre que su hermano favorito, el tío tierno y cariñoso a quien siempre le encargaba quedarse en casa mientras ella salía no solo te destrozó el cuerpo sino también la vida. Te arrancó la inocencia desde que tenías 7 años y te atreviste a contar o tu cuerpo no dio más cuando tenías 16. Y aquí estás sobreviviendo a la anorexia, a la bulimia, al espejo que te devuelve una imagen monstruosa a pesar de tu belleza. Tardarás años en recuperarte, pasarás por terapias de todo tipo para que extirpen el dolor que te consume. Fibromialgia decretan algunos, abuso susurras tú.

Todo estos testimonios comencé a recordar cuando vi el Oscar, cuando escuché a Lady Gaga decir que ella y miles de personas en el mundo habían navegando en la oscuridad, pero que sí se podía salir adelante. Muchos relatos me han dejado herida, he escuchado a hombres y mujeres escindidos a lo largo de mi carrera haciendo informes sobre el abuso sexual de menores y no puedo permanecer indiferente. Mientras escuchaba a Joe Biden, el vicepresidente de Estados Unidos decir que es hora de detener el abuso sexual y que se debe comenzar alzando la voz; cuando Tom McCarthy el director de la película Spotlight dijo que espera que la historia de los curas pedófilos de Boston resuenen en el Vaticano y el Papa Francisco de una vez por todas enfrente las acusaciones de abuso que en el mundo resuenan, volví a recordar a todas esas personas resilientes que partidos abandonaron el odio y se reconstruyeron para seguir vivos. El secretismo es la columna vertebral del abuso, ignorar los testimonios de adultos que adquieren la fuerza suficiente para contar sus demonios es simplemente ser cómplice de la barbarie. Tú decide en qué orilla quieres estar.

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