El español como cualquier otro idioma, lengua o dialecto, funciona como un sistema viviente porque nace, se desarrolla, y puede correr el peligro de convertirse en inútil y desaparecer.
En este sentido el periodista y escritor, Ramón Hernández, en su sección Del Buen Decir y Punto resalta el papel que ha tenido la Real Academia de la Lengua Española (RAE), institución que durante siglos viene dando a conocer las normas que rigen el idioma y protege el uso del mismo.
Sería un verdadero caos, una tremenda confusión, si cada persona hablase o escribiese a su manera, y le diera a las palabras el significado que quisiese, que construyera las frases caprichosamente, con sus propias reglas, violando la concordancia, alterando la conjugación de los verbos, modificando la acentuación de las palabras, distorsionando el uso de los signos de puntuación y desconociendo el ritmo natural del idioma, dijo.
Aclara que las normas que manejan los idiomas no son de estricto cumplimiento y que las academias de la lengua no son organismos represivos, absolutistas o totalitarios.
Preocuparse por el buen decir no es asumir el papel de policías del idioma, de represores, sino de guarda parques que indican donde está la mejor vista, el árbol más frondoso, la fruta más madura, dónde el agua corre más clara y se escucha mejor el canto de los pájaros, resalta.
Ramón Hernández considera que hablar y escribir con propiedad, es el mejor camino para que la lengua evolucione y se enriquezca, que es todo lo contrario de convertirla en inútil y condenarla a que desaparezca.
El idioma es responsabilidad de todos y todos debemos cuidarlo y fortalecerlo, y entre todos decidir que palabras y que modos son los más eficientes para la comunicación, para el buen decir y punto.
No olvide ver nuestros reportajes en: www.hispanopost.com
