«El 90% de las tierras cultivables de ajo, por lo menos en el estado Mérida, están contaminadas por el hongo sclerotium cepivorum, conocido como pudrición blanca», alertó Jesús Sanabria, director de Finanzas de la Asociación Venezolana de Agricultura Familiar (AVAF).
Enfatizó que ese hongo puede durar hasta 20 años, por lo que es obligatorio curar las tierras o conseguir la semilla certificada para volver a producir ajo en la entidad merideña.
«Para curarlo, hay que hacerle un tratado especial de ciertos rubros, que no sea ajo, y allí sí empezar otra vez la producción de ajo o buscar semillas certificadas que sean tolerables, más fuertes a este tipo de enfermedades», dijo Sanabria, al recalcar que «el gobierno es el que principalmente hace ese tipo de gestiones».
El directivo de AVAF aclaró que este hongo sólo afecta las tierras para cultivar ajo, por lo que no reviste ningún peligro para los humanos.
Sanabria detalló que el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) está buscando desarrollar una semilla de ajo, pero “no conozco qué tanta base tengan”. “El problema no es solo desarrollar el libre patógeno, sino que sea resistente al patógeno», agregó.
Venezuela produce más de 10.000 toneladas de ajo
Según datos de la Asociación Venezolana de Agricultura Familiar, actualmente Venezuela produce entre 10 mil y 11 mil toneladas de ajo al año. Una cifra muy por debajo de países como México, que produce 87 mil toneladas de ajo anuales, o Brasil, con 156 mil toneladas.
«En comparación con 15 años atrás, hoy en día no producimos ni el 40% de ajo que se producía en Venezuela». Sin embargo, «en los últimos 6 años crecimos de 50% a 72% en la producción de ajo, por lo menos en el estado Mérida», apuntó el productor.
De acuerdo con Sanabria, los principales estados que producen ajo en Venezuela son Mérida, Táchira (en San Cristóbal) y Trujillo, Lara (en Cubiros) y Miranda (en los Altos Mirandinos).
A su juicio, la dolarización de facto que vive Venezuela reactivó de alguna u otra manera el campo venezolano.
«Fue un reto muy grande, porque no hay fuente de financiamiento», acotó Sanabria, al indicar que la producción nacional de ajo «compite mucho» con el ajo chino que ingresa a Venezuela por la frontera con Colombia o puertos nacionales.
«Entre 2021 y 2022, vivimos uno de los niveles más bajos de precio por esto, lo que llevó a muchos productores a quebrar», agregó.
El productor merideño destacó que «sembrar ajo es muy caro por la cantidad de productos que hay que usar, por eso los precios varían mucho también. Si tuviéramos una semilla certificada, con resistencia a estos patógenos, los costos se reducen mucho y la cantidad de kilos por hectárea aumentan».
Importación y exportación
En relación con la exportación de ajo desde Venezuela hacia otras naciones, el director de Finanzas del AVAF fue claro al decir: «Desconozco completamente si existe actualmente ese mercado, pues con la pandemia los controles fitosanitarios aumentaron en todos los países».
Para Sanabria, el mayor problema que aqueja a los productores de ajo en el país es la falta de semilla certificada.
«Tiene más de 12 años que no llega (la semilla) al país. Producimos cada vez menos. Por ejemplo, de un saco sembrado, sacamos de 6 a 11 sacos de ajo, en cambio con la semilla certificada se puede sacar de cada una, entre 24 y 36 sacos de ajo. Por eso no tenemos poder de competencia y lo mismo pasa con la papa», puntualizó el productor merideño.
Sanabria comentó que antes de la pandemia de la COVID-19, que llegó a Venezuela en marzo de 2020, habían empresas que importaban y empacaban la producción de ajo, principalmente desde el estado Miranda.
«A raíz de la pandemia, los controles fitosanitarios aumentaron y se dieron cuenta que el ajo procedente de Venezuela estaba contaminado de pudrición blanca. Muchas de estas cerraron por este tema», expresó.
Además, precisó que habían algunas empresas que estaban trabajando para importar ajo desde la India, «pero desconozco si ahorita hay importaciones de ajo».