Dificultades para la convivencia, problemas para dormir, alteraciones en la alimentación, miedo, cambios de ánimo y de comportamiento, son algunos de los síntomas comunes en los niños, los más vulnerables de la casa, durante los cuatro meses de cuarentena en Venezuela; mientras la mayoría de las familias están preocupadas por conseguir recursos.
Las condiciones en las que los niños han vivido estos meses de cuarentena varían mucho de acuerdo con el sector social y las zonas donde sus familias están ubicadas. En virtud de ello, han sido mejores o peores para poder contar con los recursos físicos, financieros, sociales, culturales y emocionales para mitigar los efectos de la pandemia en sus vidas, explica el fundador de Cecodap, Fernando Pereira.
Afirma que todos, niños, niñas y adolescentes, están afectados porque sus rutinas se han visto cambiadas y han perdido el contacto con sus compañeros, que es lo que más extrañan, y evidentemente también el acceso a la recreación y esparcimiento en su cotidianidad. En los hogares, que en la mayoría de los casos están en condiciones de sobrevivencia para gestionar el día a día, se generan factores estresantes que aumentan los riesgos de conflicto y, por lo tanto, exponen a los niños a ser, de alguna manera, víctimas de la tensión que preocupa e invade a sus familias y adultos, añade.
Según la más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), realizada de entre 2019 y 2020, en marzo, primer mes de pandemia en el país, 93% de los venezolanos estaba preocupado que los alimentos se acabaran en sus hogares; 83% dejó de tener una alimentación saludable; 52% se quedó sin comida y 69% comió menos de lo que debía. El estudio determinó que los adultos limitan la calidad y cantidad de la ingesta, y se afecta a los niños.
El Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención Nutricional (Saman) de Cáritas Venezuela, de abril, señaló que la desnutrición aguda global en niños de cinco años y menos se duplicó entre enero y abril, al pasar de 8,9% a 17,3%, y los resultados de la Encovi mostraron que, según el indicador peso-edad, alrededor de 21% de estos menores se encuentra en riesgo de desnutrición y 8% está desnutrido, un nivel que se distancia considerablemente del registro en Colombia (3,4%), Perú (3,2%) o Chile (0,5%). Igualmente, de acuerdo con el indicador talla-edad, se ha estimado en 30% quienes se encuentran en desnutrición crónica.
Sin embargo, los problemas que afectan a los niños son más, entre ellos, la educación que en confinamiento se adaptó a la modalidad digital, con el inconveniente de que solo 12% de los hogares pobres cuenta con Internet y 32% de los ricos posee este servicio, según la Encovi.
Pereira señala que no menos de las dos terceras partes de los estudiantes en Venezuela ha estado expuesta a una seria restricción, por la falta de acceso al Internet, para poder cumplir con los requisitos del programa de estudio, y se les ha hecho muy difícil recibir información y poder plantearles a los docentes las dudas.
Ante ello, la responsabilidad ha recaído sobre las familias, y cuando la mayoría de ellas están preocupadas por conseguir recursos como alimento, agua, luz, gas y transporte pues evidentemente los muchachos se han visto afectados. Se ha incrementado una gran brecha educativa entre un sector minoritario, que ha recibido más información y atención por parte de los centros educativos que tienen más recursos, como es la educación privada, la cual abarca 20% de la población estudiantil, y los niños del 80% restante, que han tenido que estar expuestos a grandes limitaciones y déficit que depende mucho de la formación limitada de los padres o de algún familiar que los pueda apoyar.
Las consecuencias de lo vivido por los niños venezolanos en los últimos meses se ven reflejadas en las razones de las llamadas de los representantes al Servicio de Atención Psicológica (SAP) de Cecodap. Se ha podido ver cómo las dificultades en la convivencia junto con la violencia, cuando ya se hace presente en casa, constituyen las dos principales causas para ser apoyados. Igualmente, la alteración de los hábitos del sueño y de alimentación. Niños que empiezan a tener dificultades para dormir, que manifiestan miedo, temor, y están los cambios en el estado de ánimo y comportamiento, tanto por parte de los niños como de sus cuidadores, ya sea de las abuelas, que tienen el cuidado de sus nietos cuyos padres migraron, o de mamás que con esta situación se ven rebasadas y necesitan apoyo y orientación para saber cómo tratar las exigencias de sus hijos.
Pereira afirma que durante este tiempo en casa y los días, semanas o meses que faltan, la preocupación y la tendencia al incremento de las diferentes formas de violencia se mantienen, tal como lo ha advertido la Organización de las Naciones Unidas. Ya sea física, psicológica, emocional, social o sexual, se ha incrementado la exposición de los niños como las principales víctimas de riesgo por ser los más vulnerables. Sin lugar a dudas, es una cuarentena que se ha ido extendiendo en el tiempo, que en cuatro meses pone a prueba los recursos con los que cuenta la familia para lidear con el día a día de los niños, y ahora comenzando un período vacacional con la incertidumbre de los representantes de qué podrán hacer con los pequeños en casa.
En caso de requerir ayuda comuníquese con el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap a través de WhatsApp al +58 424 2842359
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