«Decir estoy hundido es un paso adelante en una enfermedad mental»

Ataques de pánico o nervios, miedo, ira, un vacío en el pecho son algunas de las emociones que dominan a Oliver Cuellas cuando atraviesa por una crisis de ansiedad o depresión. Él es un instructor de danza que no le teme a sincerarse y aceptar que, a pesar de lo que crean las personas que lo rodean, no todo está bien en su vida, en especial, su situación emocional y su salud mental.

“En 2018 dije: ‘Yo creo que estoy mal’, ‘estoy así o tengo esto’ y en 2020 con todo lo de la pandemia fue otra caída donde dije: ‘Coye, no he salido de esto, estoy hundido’. Casi nunca lo vi como depresión. Todavía para mí es como un enigma”, contó Oliver.

Detalló que, en ocasiones, más que reconocerse a sí mismo por lo que estaba pasando era mucho más difícil hacer que la gente le creyera que no estaba bien: “¿Sabes cuando comienza una mala etapa? Cuando estás mal, pero no sabes cómo lo tienes que identificar o ni siquiera tienes la noción de que tienes que identificarlo. Pueden pasar los años y tú no lo sabes identificar. Conozco personas que hasta me han dicho de frente: ‘Tú no puedes sufrir de eso’. A veces la gente cree que por uno estar bien, entre comillas, o tener ciertas posibilidades, uno no puede sentirse mal, uno no puede tener problemas personales o sufrir de depresión”.

Pese a lo que le decía la gente que lo rodeaba, se decidió a averiguar qué era lo que le hacía vivir tan intensamente un cúmulo de emociones que, aún, no sabe cómo explicar. “Ataques de nerviosismo, cosas que me sacaban de la calidez. Cosas que no podía mostrar en público. Me fue como quedando claro que: ‘Mira, tú tienes ataques así que no controlas’. Siento que cada persona lo lleva diferente y se siente diferente, no creo que pueda explicarlo. Es un producto de varias cosas. Describir el dolor es un poco más sencillo, pero sigue siendo raro. El dolor sí se siente, yo siento como un aire en el centro del pecho y después como un vacío y se esparce por todo el cuerpo”.

Una realidad latente

Sonia Gastello, médico psiquiatra, explicó que la población juvenil venezolana ha visto afectada su salud mental, debido a problemas como depresión y trastornos de ansiedad. «Hay muchos jóvenes que sufren de ansiedad por consumo de sustancias, principalmente, alcohol y también algunos asisten a consulta por ser víctimas de violencia”.

Oliver recuerda que cuando su trastorno lo hace alejarse de “la tranquilidad” siente que se acumula una energía negativa en él. “En ocasiones padecía de nerviosismo y en otras ocasiones parecía que algo me iba a hacer daño y tenía como miedo. Miedo a voltear, a ver, como que quería encerrarme en una caja. Otras veces era que temblaba y sentía ansiedad u otras veces era como que no tenía fuerza físicamente. No tenía fuerzas, energía y estaba tumbado en una cama. Es mucha energía negativa que se acumula. Se siente mucha ira, tienes impulsos por hacerte daño o hacerle daño a alguien más”.

Sin embargo, en un país como Venezuela el desconocimiento de un trastorno mental o la falta de información sobre el mismo, por omisión de la sociedad, no son los únicos problemas a los que se puede enfrentar un paciente. “Los jóvenes venezolanos se enfrentan a muchos problemas cuando tienen afectada la salud mental. Uno de ellos, entre los más importantes, es que no tienen acceso a las instituciones del Estado. Hay menos camas para la atención y especialistas. Muchas veces cuando sale un psicólogo o un psiquiatra no es sustituido, lo que hace que las personas tarden muchísimo en ser atendidos”, explicó la psiquiatra.

Agregó que otro problema son los medicamentos que son recetados por largo tiempo y son de alto costo, lo que les hace difícil el acceso a los jóvenes en Venezuela.

Atención a las señales

Sufrir una afectación mental es tan o más importante que cuando la persona padece alguna enfermedad física. Por ello, la principal recomendación es buscar ayuda profesional cuando la persona sienta que ya no son suficientes las herramientas que tiene a su alcance para dominar una crisis.

La psiquiatra enumeró algunas consecuencias por las que puede atravesar una persona que no logra ser atendido, entre ellas está la posibilidad de transitar por un estado de depresión recurrente o el suicidio: “Algunas personas que han dicho que se van a suicidar pueden volver a intentarlo hasta conseguirlo. Algunas personas tienen problemas en el área escolar, en el trabajo, con su pareja o familia”.

La recomendación de Oliver para estas personas es que “no se presionen, no busquen las cosas. La gente cree que tiene que sanar a juro, buscar algunas cosas a juro y no es así. Por experiencia propia, siento que está bien decir. ‘No es así’, normalmente, no es así. Busquen la tranquilidad, yo diría que busquen tranquilidad. Le estoy hablando a las personas que han estado en ese estado, yo también me he sentido así. Hay unas realidades peores que otras. Realidades que parecen de películas”.