En un panorama electoral confuso, donde las tarjetas de partidos opositores están administradas por supuestos militantes que adversan a la administración de Nicolás Maduro, pero que no apoyan a Juan Guaidó, expertos analizan los escenarios que se pueden presentar de cara a los comicios convocados para el próximo 6 de diciembre.
Daniel Varnagy, doctor en Ciencias Políticas y profesor titular de la Universidad Simón Bolívar, explicó que el efecto del secuestro de las tarjetas de los partidos políticos responde al concepto de judicialización.
Esto tiene que ver con el concepto de lo que es un sistema hegemónico en donde no hay separación de poderes y sencillamente el Tribunal Supremo de Justicia es un ente que forma parte del hegemón y toma las decisiones que le convienen al sistema, refirió.
Señaló que los sistemas hegemónicos no son multipartidistas, sino una especie de múltiples espejos de una sola cara. Para ellos lo que importa es que haya distintas tarjetas, pero con una única representación que es la del interés ideológico del sistema en el cual estamos. De tal manera que ahí tenemos dos problemas porque la base del partido en pocas oportunidades va a reconocer a una directiva impuesta por el TSJ, que es parte del sistema hegemónico.
Varnagy vaticina que la abstención, que ya iba a ser alta en este tipo de procesos, va a ser aún mucho más alta porque los mismos partidos políticos tienen una diatriba interna que tienen que resolver y debieron haber resuelto hace mucho tiempo. Muchos de estos partidos tenían directivos con muy larga data ocupando posiciones de poder. Hay una serie de contradicciones internas que los partidos tienen que resolver, dijo.
Tengo serias dudas de que la militancia apoye a estos directivos que secuestraron las tarjetas, porque esas juntas directivas no representan la voluntad de las bases de los partidos políticos en la mayor parte de los casos, apuntó.
Manifestó que en procesos anteriores ya algunos partidos con tarjetas secuestradas habían obtenido votaciones sumamente bajas, pero el gobierno puede que impulse una estrategia de voto difuminado, que es algo que ha existido en otras latitudes de sistemas socialistas y comunistas, donde hay un interés de mostrar un resultado que muestran diversificación de preferencias ideológicas, pero con un ganador. Esa es una técnica que se usa desde la guerra fría, resaltó.
Con respecto al liderazgo de Guaidó, Varnagy considera que ha estado de espaldas a la sociedad civil. Creo que él perdió una parte significativa del capital político y lo que significa la confianza de enero de 2019.
Actualmente no es más que una de las grandes decepciones de la sociedad civil, que veía en él una posibilidad de cambio del sistema político, pero en realidad es quien más ha luchado por la continuidad de un esquema de negociaciones que no son las que buscaban ni las que le interesaban a la sociedad civil, la cual lo que quería era un cambio de sistema, puntualizó.
Ante la diatriba entre las distintas facciones de la oposición venezolana de participar o no, el doctor en Ciencias Políticas y profesor universitario, Alexis Alzuru, señala que a la oposición le urge administrar la agenda política en y desde Venezuela, no desde Estados Unidos. Eso no puede seguir, dijo a HispanoPost.
La primera decisión para poder retomar la política en Venezuela es que la agenda política del país la administren los políticos venezolanos, no los asesores ni los diputados o funcionarios de la administración de Donald Trump. Ellos pueden colaborar, ayudar, pero no administrar la agenda política, apuntó.
Considera que el asunto no es si reconocemos a Maduro o no lo reconocemos, si convivimos o no convivimos. El asunto es conquistar espacios de poder, y el único espacio de poder que hay en el corto plazo es la próxima Asamblea Nacional. Si hay un sector de la oposición que no quiere participar, pues que no participe, sostuvo.
Si ese sector quiere mantener a Juan Guaidó en la presidencia, habrá que avanzar con los otros partidos, no hay alternativa. Venezuela tiene que jugársela por una cuota de poder que queda en el Parlamento, que va a estar en juego con todas las dificultades que haya, acotó.
De acuerdo con Alzuru, si participa el 10% del electorado, habrá que disputar ese 10% porque hay que entender que a Maduro no le interesa si gana con pocos votos, eso para él no es problema. El tema de la representatividad, del apoyo popular a él le resulta irrelevante. Él tiene el monopolio del poder y la fuerza y para él es suficiente, indicó.
La oposición tiene que disputar en ese terreno porque es el único que se tiene. Las balas del apoyo militar las quemaron Juan Guaidó y Leopoldo López. La oposición debe competir y ganar el máximo posible de representación en ese parapeto de elecciones, no importa, pero es la única instancia de representación que va a haber, explicó.
Según el analista, la única arma que se tiene en Venezuela para luchar contra Maduro son los votos, ya no quedan más, eso hay que entenderlo. No hay más, es la legitimidad política y no se puede renunciar a ella. Se trata de capturar un espacio que va a estar en juego, puntualizó.