El FMI ha dado a conocer las nuevas proyecciones y la situación de la economía global, según el informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial, del 11 de abril de 2023. De acuerdo al citado informe se trata de las estimaciones más pesimistas sobre el desempeño de la economía mundial desde 1990, en un contexto donde predomina una política monetaria restrictiva por parte de la gran mayoría de los bancos centrales para hacer frente a la inflación, una limitada capacidad fiscal de los gobiernos en vista del elevado endeudamiento que ya las economías tenían antes de la pandemia de Covid19 y que se incrementó entre 2020 y 2022 debido a la fuerte expansión fiscal, los elevados precios de la materias primas y también los problemas con las cadenas de suministros, todo ello agudizado por la invasión y guerra de Rusia contra Ucrania.
Afortunadamente, los episodios de estrés financiero provocados por las caídas del Silicon Valley Bank, Signature Bank y Credit Suisse fueron resueltos de manera satisfactoria, en el sentido de que las autoridades actuaron con rapidez. Sin duda frente a problemas como los que se evidenciaron en algunos bancos internacionales en Estados Unidos y Europa, actuar con celeridad ayuda y el enfoque de la gerencia del problema entre bancos y autoridades también fue adecuado. Queda una vez más claramente vista, la necesidad de la adecuada supervisión y asegurar que las alertas de riesgo y las medidas preventivas sean tomadas en cuenta oportunamente. No creo que han finalizado los problemas en los sistemas financieros internacionales.
Evidentemente que una política monetaria restrictiva como la que ha seguido la Reserva Federal y el Banco Central Europeo y otros bancos centrales han contribuido a crear un dilema por cuanto ello ocurrió en un momento en que las economías evidenciaban una ralentización de su crecimiento. Así, los bancos centrales privilegiaron la lucha contra la inflación aún a costa de un menor crecimiento, inclusive de una recesión como en Alemania, Inglaterra y potencialmente en Estados Unidos. Los elevados niveles de deuda pública causan varios efectos: inhiben la inversión privada, aumentan la presión fiscal y restan grados de libertad a la política presupuestaria. Por esa situación es que las posibilidades de medidas fiscales potentes para mitigar el bajo crecimiento o la recesión lucen muy limitadas. En el caso de los países emergentes y de bajos ingresos medidas para aliviar el costo de la deuda es esencial para poder crecer.
De acuerdo con las proyecciones del FMI, el crecimiento del PIB global pasará de 3,4% en 2022 a 2,8% en 2023 y la desaceleración no es mayor debido a la contribución de India y China con aumentos de sus actividad económica de 5,9% y 5,2% respectivamente. En el caso de Estados Unidos, en 2023 la economía se espera que crezca 1,6%, menor al 2,1% del año previo mientras que la Unión Europea pasaría de una expansión económica de 3,5% en 2022 a apenas 0,8% en 2023, con Alemania entrando en recesión. Como noticia positiva, Japón, la tercera economía más grande, crecería a la respetable cifra de 1,3%. Para América Latina las perspectivas no son buenas: de un crecimiento de 4,0% en 2022 se prevé que el PIB aumentará 1,6%, influido este comportamiento por los menores crecimientos de Brasil y México. Para Argentina y Chile se estiman recesiones en tanto que Venezuela pasaría de crecer desde un 8% en 2022 a 5% en 2023.
En materia de inflación, el FMI proyecta que la tasa de inflación mundial alcanzará a 7% en 2023 desde un 8,7% en 2022, lo que sugiere lo difícil que está resultando una reducción más agresiva del aumento de los precios, no obstante las pronunciadas alzas de las tasas de interés. Toda esta situación abre un espacio para una acción coordinada para bajar los niveles de endeudamiento y promover políticas que restauren el crecimiento. No es fácil pero hay que intentarlo.