Considerado como uno de los subterráneos más modernos de Latinoamérica, el Metro de Caracas se llevaba todas las estrellas, pero tal parece que la realidad cambió con los años.
Trenes sin aire, vagones y escaleras inservibles, vendedores ambulantes, indigentes y presencia de plagas como ratas, chiripas y pulgas, es parte del día a día en este sistema de transporte capitalino que, según sus usuarios, en medio de la pandemia por la COVID-19 no cumple con las medidas reglamentarias de bioseguridad.
Una usuaria que no quiso ser identificada contó que las personas entran y salen del sistema por una misma puerta, generando aglomeraciones y hasta problemas entre ellos. “En ocasiones vas apretado como sardina en lata, el aire acondicionado no está 100% operativo”, refirió.
Esta joven, que a diario sigue su ruta desde Petare hasta Los Cortijos, indicó que en las mañanas es un poco más rápido, pero en las tardes está a su máxima capacidad.
“En las tardes se tarda más de lo normal. Pero no le veo diferencia con o sin pandemia, ya que hay gente que usa guantes o tapabocas y otras que no”, comentó.
Las historias dentro del Metro son muchas, sobre todo en tiempos de coronavirus, donde muchos se niegan a seguir las medidas de bioseguridad, tomando en cuenta que muchas de las escaleras no funcionan.
Esto es precisamente lo que relató una enfermera que pidió resguardar su identidad. Ella a diario usa el Metro para dirigirse a su trabajo y como personal de salud manifestó preocupación por cómo se “vive” la situación en el subterráneo.
“No se cumplen las normas de bioseguridad, ni para el personal operativo, ni para los usuarios”, declaró.
Asimismo, reveló que en ciertas horas del día la aglomeración es “increíble” puesto que “todo está en mal estado”.
Explicó que no se están vendiendo boletos, sino que en algunas estaciones un personal de la milicia usa un carnet para habilitar el paso por los torniquetes.
Ángeles que trabajan con las uñas
Juana Fajardo no tiene palabras para explicar lo agradecida que está con los operadores del Metro de Caracas que atendieron a su papá en medio de una emergencia que se les presentó.
“Veníamos con mi papá, él se sintió mal cuando ya estábamos por Colegio de Ingenieros, entró como en un paro, me pegué del timbre, pero cuando llegamos a Plaza Venezuela, los operadores nos ayudaron a bajarlo del tren”, relató con mucha emoción refiriendo que los trabajadores del subterráneo sin implementos le prestaron toda la colaboración.
Cuando su padre por fin reaccionó lo subieron entre dos personas por las escaleras usando una silla de ruedas cargada porque las escaleras no funcionaban.
“Me da mucho sentimiento porque no tienen primeros auxilios pero lo ayudaron como podían, humildemente nos atendieron como príncipes”, contó.
Posteriormente lo subieron a una unidad de paramédicos y “en menos de cinco minutos estábamos en el Llanito”, indicando que los llevaron al Hospital Domingo Luciani.
“Yo los vi como unos ángeles que trabajan con las uñas, sin escaleras mecánicas, peleando con la gente para que se pongan la mascarillas”, finalizó.
¿Un sistema en peligro de extinción?
A las denuncias hechas por los usuarios, se suman las de trabajadores y jubilados que por años estuvieron delante del transporte por excelencia de la capital, ese que la gente respetaba y amaba por su confort, rapidez y elegancia.
Pero, ¿qué quedó de tantos años de lucha y esfuerzo? Jesús Eduardo Hernández, miembro de MetroComunidad y jubilado del Metro de Caracas con 30 años de servicio como operador de trenes, operador de equipos y analista de operaciones, respondió esta pregunta para HispanoPost.
“Ya llevamos con eventos graves diciembre, enero y febrero. Para que se vea las condiciones en las que está el Metro de Caracas que en nuestros 30 años nunca había sucedido”, comentó, mientras recordó que el servicio se está prestando de forma deficiente por la escaza oferta de trenes en horas pico.
Sobre las medidas de bioseguridad en el subterráneo, todos coinciden en que sí se exigen las mascarillas al ingresar a las estaciones, pero los usuarios no cumplen con la distancia esencial para evitar contagios. “No estamos seguros de desinfección de trenes porque están muy sucios”, aseguró Hernández, y adelantó que muchos de los operadores han resultado positivos al virus.
“Realmente no disponemos de un número exacto de trabajadores contagiados, pero lo cierto es que ellos tuvieron que adquirir ellos mismos mascarillas y guantes porque ni eso les entregaron”, dijo.
Parte de las aglomeraciones que se están produciendo y que son un riesgo para los ciudadanos por la COVID-19 se deben precisamente a la falta de vagones para atender la demanda.
“En línea uno se están ofertando en la mañana, entre 5:30 am y 6:30 am unos 16 trenes, de los cuales están fallando alrededor de ocho o seis antes de las 8:00 am e incluso antes que esos trenes lleguen a Capitolio o La Hoyada”, narró.
Algunos de estos trenes logran llegar a Chacaíto, pero en muchas ocasiones son desalojados y quedan normalmente entre 10 y 12 trenes para el resto del día, lo que no garantiza el buen servicio debido a que el número ideal en la línea uno en hora pico es de 36 trenes.
“En línea dos ocurre algo similar, ellos ofertan más o menos entre 12 y 15 trenes y antes de las 8:00 am solamente les quedan unos seis u ocho trenes. Por eso tenemos unos tiempos de espera tan largos en las estaciones Las Adjuntas, Ruiz Pineda, Zoológico y Caricuao, así como Bello Monte y El Silencio”.
Enfatizó que estos tiempos de espera pueden llegar a ser de hasta 90 minutos, generando gran presencia de usuarios en andenes pequeños, lo cual no es ideal debido a la falta de iluminación, aire acondicionado y casos de delincuencia.
Por si fuera poco, la historia no mejora en la línea tres del Metro de Caracas, donde ofertan más o menos ocho trenes y de esos tan solo quedan operativos cuatro luego de las 8:00 am.
A esta delicada realidad del servicio de transporte subterráneo de la capital venezolana, se le unen otros problemas, como la falta de electricidad en algunas estaciones, constantes fallas eléctricas, goteras y escaleras mecánicas detenidas que dificultan la movilidad de muchos usuarios, sobre todo adultos mayores y personas con discapacidad.
“Más o menos entre 95% y 98% de las escaleras mecánicas de las tres líneas están fuera de servicio, son muy pocas las que aún funcionan. En las estaciones hay un personal mínimo debido a los bajos salarios, que son menos de 5 dólares mensuales”.
“Saunas rodantes”
Jesús Eduardo Hernández reveló que los trenes no cuentan con aire acondicionados, convirtiéndose en una suerte de “saunas rodantes”, además de no tener las debidas indicaciones técnicas para prestar servicio. Asimismo, hay puertas bloqueadas, vagones aislados, fallas de iluminación, entre otras.
“Otra condición que están presentando los trenes en las tres líneas, es una falla que se denomina ruedas planas, que los usuarios escuchan como un martilleo cuando el tren va en movimiento. Es por fallas en el sistema de frenado”, mencionó.
Un peligro latente
Si los problemas de luz, aire, espacio y movilidad no son suficientes, se les suman las constantes denuncias de proliferación de roedores y hasta pulgas en las estaciones debido a que muchos comen en el sistema, lo cual está totalmente prohibido.
“Por las pocas medidas de higiene, la proliferación de vendedores, el consumo de alimentos dentro de las estaciones y trenes, tenemos en este momento una infestación grande de ratas, cucarachas y chiripas”, alertó Jesús Hernández, evidenciando el peligro de esta situación que ha generado problemas en usuarios y trabajadores del sistema de transporte.
En este sentido, recordó una situación que se presentó hace tres años, cuando se descubrió una fuerte infestación de ratas en la estación Plaza Venezuela II, que es justo el terminal de la línea tres. Entonces se tomó la decisión de fumigar, pero sin prevenir que a los pocos días descubrieron una plaga de pulgas en toda la estación.
“Todas esas pulgas se movieron al andén picando operadores y usuarios”, detalló.
¿Constantes “accidentes” podrían generar un cierre del sistema?
Lo ocurrido el pasado domingo 14 de febrero en el tren entre Los Dos Caminos y Los Cortijos sentido Palo Verde, no es el primer incidente en lo que va de año, ya que se han presentado otros, según lo reportado por el Jesús Hernández.
“Nosotros manejamos la información que fue un cortocircuito a nivel de la zapata colectora o como lo llama ahora el Metro de Caracas, la zapata frotadora. Es el equipo que recoge los 750 voltios del tercer riel para los motores de tracción del tren”, indicó. Agregó que esto hizo que los equipos se calentaran y generara el humo que afectó a las personas.
Los ventiladores de emergencias no reaccionaron a tiempo, lo que provocó que la estación y los túneles se llenaran por completo de humo que pudieron devenir en resultados más lamentables, señaló.
Con respecto a si se podría dar un cierre del sistema, desde MetroComunidad lo ven como un tema “bastante delicado” debido a que dadas las condiciones en las cuales se está prestando el servicio ya es “prácticamente un cierre técnico”.
Recordó que el pasado 10 de diciembre de 2020 hubo un descarrilamiento de un vagón en Caricuao por la vía dos cuando estaban haciendo una “vía única temporal por un tren sin tracción en Mamera”. En este incidente hubo un herido.
Posteriormente, el 19 de enero de 2021, se produjo el descarrilamientos y fragmentación de un tren que “se le rompió el acople y se separaron de seis vagones que tienen los trenes de línea tres, quedó dividido en un mini tren de dos vagones y otro tren de cuatro”, explicó.
Estos constantes incidentes claramente han generado alerta en los ciudadanos que a diario usan el transporte subterráneo sobre todo en tiempos en los que refieren que no tienen como pagar los altos costos de los pasajes de transporte superficial dada la escasez de efectivo.