Élite, temporada cuatro: todos contra todos

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La serie española Élite lejos de ser una historia sobre conflictos fútiles de adolescentes millonarios fue hasta la temporada tres un relato de suspenso sobre los vaivenes de la naturaleza humana. Expusieron los secretos, la ira, la envidia, los celos, el amor, el desamor, el drama que cualquier adolescente puede vivir con o sin dinero y eso era parte de su atractivo. Sus personajes tenían tanta energía que traspasaban la pantalla. Era muy fácil identificarse con ellos y sentirlos como parte de la realidad. Sin embargo, en la temporada cuatro y luego de la desaparición de personajes importantes, Élite se convirtió en una ficción porno light donde la única tarea de los protagonistas es copular. 

Lo que en las primeras temporadas resultaba interesante desde la primera escena (todas comienzan con un crimen del que no sabemos nada) terminó siendo en esta una excusa baladí para permitir que los personajes protagonizaran todas las escenas de sexo posibles. Sexo intrascendental, sin sentido e incluso podría decir que estúpido. El amor y el vinculo en Élite cobra dimensiones vacuas y efímeras, y aunque la serie resulta entretenida hasta el final, no puedes dejar de pensar mientras avanza que ha perdido la magia y el buen gusto de temporadas anteriores.

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Afortunadamente no todo es malo, ya que las actuaciones siguen siendo impecables y los diálogos todavía te dejan pensando y advirtiendo mucho más de lo que se trasluce en las acciones de los personajes. La integración de nuevos actores ayuda a complementar la trama, sobre todo para llenar el vacío que dejaron los personajes ausentes. No obstante, las relaciones que establecen entre sí, la historia personal de cada uno, que bien podría ayudarlos para hacerlos más verosímiles, no existe. Los personajes nuevos y los que ya estaban tienen conflictos superficiales cuesta creerles.

En esta temporada, los realizadores de la serie decidieron irse por el camino fácil. ¿Se tomaron el tiempo para ser creativos o darle profundidad a los personajes? De ningún modo. ¿Para qué? El sexo vende. Al parecer esa fue la premisa esta temporada, donde todo se trata de ver una y un millón de escenas de sexo entre los alumnos del instituto Las Encinas.  

No tengo prejuicios ni me escandaliza el sexo, pero cuando no hay una historia detrás de una escena  (sin importar su temática) esta pierde sentido. En esta temporada, las emociones de los personajes no son tan profundas, tampoco sus justificaciones, pareciera que las intenciones de los realizadores han sido claras: atrapar valiéndose delescándalo que siempre genera el sexo. Sobre todo cuando, como en este caso, es sexo homosexual, lésbico y heterosexual, todo en un combo. A esta temporada de la serie creada por Carlos Montero podrían llamarle «La orgía perpetúa» o «Aventuras sexuales en el colegio», ambos títulos le vendrían bien.

Finalmente, es lamentable que la serie prometa tanto y no sea capaz de entregar casi nada. Espero temporadas mejores.

@luisauguetol

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