En Venezuela se emprende por necesidad y la reciente edición de la Encovi (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida) revela que al hacerlo hay más probabilidades de no ser pobre o pobre extremo en el país. Sin embargo, desde el IESA se señala que muchos de los casos terminan convirtiéndose en microempresas con pocas condiciones para sobrevivir.
La Encovi 2021 muestra que casi 25% de los emprendedores no son pobres en este país donde la pobreza de ingresos supera el 90%. No obstante, desde el Centro de Innovación y Emprendimiento del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), su coordinadora, Patricia Monteferrante, explica que a pesar de que Venezuela muestra una elevada actividad emprendedora, “la mayoría de las iniciativas emergentes son una respuesta a la hostilidad del entorno y específicamente a la baja capacidad de la economía para generar empleos de calidad”.
Aunque pareciera que actuar teniendo como norte la necesidad no fuese un problema, es el núcleo de por qué estas iniciativas no crecen. La experta enfatiza que el emprendimiento venezolano “pareciera estar más enfocado en tener que buscar una alternativa para sobrevivir que en las oportunidades, cuando son estas últimas las que se asocian a emprendimientos dinámicos e impactan en el desarrollo económico de un país al generar trabajo, innovación y bienestar”.
Sin embargo, en 2019 Venezuela mostró logros con emprendimientos basados en oportunidades cuando “más de 30 startup fueron respaldadas por la aceleradora Waira y ese mismo año se ganó el Technovation Girls Challenge”, dice Monteferrante.
¿Qué pasa con la mayoría de los emprendimientos del país?
Si bien en Venezuela se desarrollan emprendimientos dinámicos, las iniciativas basadas en la necesidad son las que proliferan y según la coordinadora del Centro de Innovación y Emprendimiento del IESA, “muchas terminan convirtiéndose en microempresas con poca capacidad de crecimiento y supervivencia”.
La razón de ello es el ecosistema emprendedor venezolano, el cual es catalogado como “muy desarticulado” y “poco desarrollado” por Monteferrante Indica que el Índice Global de Emprendimiento y Desarrollo (GEDI) sugiere que se trata de “uno de los de menor calidad en la región”.
“Ocho grandes actores tienen que conformar este ecosistema y son: los capitalistas de riesgos, los inversionistas ángeles, los promotores de concursos y redes de contactos, los mentores y consultores, las incubadoras, las aceleradoras de empresas, los proveedores de servicios y los espacios de coworking. En consecuencia, probablemente hay muchas iniciativas aisladas, pero muy poco articuladas y eso genera que tampoco se le dé ese paso de promover precisamente el emprendimiento fundamentado en oportunidades”.
La falta de un ecosistema sólido se halla en cada región del país, y desde el estado Yaracuy, Marvic Prado narra cómo una red de apoyo ha sido beneficiosa.
Hace tres años, Prado fue una de las fundadoras del Club de Emprendedores de Chivacoa porque “hacerlo solo, y más en este país, es un reto, por lo que tener una red robusta y amplia de otros emprendedores que puedan conectarse para beneficiarse y aportar entre unos con otros es importante”, dice la también ingeniera en computación y coach.
Cuando abrieron este club eran 14 sus integrantes, ahora son 75 y se ampliaron en el estado con la creación de otros tres, distribuidos en San Felipe, Urachiche y Nirgua, además planean crear dos más antes de que termine el año.
Monteferrante indica que a pesar “de que pareciera que en Venezuela se tiene todas las de perder por tener un ecosistema emprendedor poco institucionalizado y porque estamos más fundamentados en emprendimientos basados en necesidad, hay que destacar que algunos autores sugieren que para impactar en el desarrollo económico de un país los emprendimientos más que números requieren calidad y eso tiene mucho que ver con el talento del emprendedor y la articulación de elementos claves como. El hecho es que nuestros emprendedores son muy proactivos, curiosos y toman riesgos; son resilientes y capaces de administrar eficientemente pocos recursos y aprendieron rápidamente a adaptarse a un entorno difícil. Ese potencial puede conducir al surgimiento de emprendimientos dinámicos que en los tiempos actuales serían de mucha ayuda y de importancia para Venezuela”.
Lo señalado por la profesora del IESA guarda relación con lo que ocurre en el Club de Emprendedores de Chivacoa, donde a pesar de no tener apoyo económico organizan sus actividades entre los mismos emprendedores y consiguen aportes para sus integrantes mediante la red que crearon.
Llevar a cabo los emprendimientos en Yaracuy no es descrito como una tarea fácil por Prado. “Es muy duro emprender en Venezuela, pero hacerlo en el interior del país es muy distinto a la realidad que hay en Caracas”, expresa, al recalcar que la falta de servicios hace todo cuesta arriba. “Pero estos emprendedores trabajan desde su propósito porque tienen una pasión y a pesar de los desafíos ese propósito es su motor”, señala la ingeniera.
Con respecto a los retos que atraviesan los emprendedores, Monteferrante señala que frente a los tres grandes aspectos del ecosistema que mide el Youth Employment Initiative (YEI) -la actitud, las capacidades y las aspiraciones- “Venezuela presenta una buena perspectiva en la actitud al emprendimiento y posiblemente por eso vemos que hay muchas iniciativas”.
¿Cómo impulsar un emprendimiento dinámico a pesar de tener un entorno desfavorable?
Para la coordinadora Monteferrante lo que hace posible que surjan emprendimientos dinámicos en un entorno tan desfavorable para el crecimiento de iniciativas privadas, como es el actual en el país, son las habilidades, las motivaciones y la experiencia de los equipos fundadores.
“Los elementos que destacan en las historias de éxito de este tipo de emprendimientos son: la primera, el sentido del mercado, entendido como la capacidad de percibir y accionar ante el entorno; la segunda, tener una capacidad de respuesta social, que es la disposición para tomar acciones correctivas a una necesidad social presente en el país y contribuir al bienestar de los demás tanto de la sociedad como también del medioambiente; la tercera tiene que ver con la transformación digital, esto le permite a todas las startup aprovechar al máximo las tecnologías digitales para mejorar los sistemas organizacionales, prepararse para cambios futuros y lograr rentabilidad a largo plazo; y la cuarta, la participación de la diáspora, porque hemos visto muchos equipos emprendedores conformados por venezolanos que están fuera del país y eso es un distintivo que permite satisfacer las necesidades de emigrantes venezolanos, pero también del local y ello constituye una palanca para la internacionalización de productos y servicios que permite crecer”, detalla.
La profesora del IESA acota que en medio de crisis profundas pueden aparecer oportunidades para quienes tienen las habilidades, motivaciones y capacidades adecuadas. “Y si bien es cierto que las iniciativas fundamentadas en oportunidades aún son escasas en Venezuela, importa más la calidad que la cantidad”, dice.
Monteferrante considera que el emprendimiento es necesario para promover la reconstrucción del tejido empresarial del país y su economía. Por lo que indica que se deben apoyar y fomentar estas iniciativas, “además de fortalecer y expandir el ecosistema emprendedor local, institucionalizarlo, incorporar nuevos actores y estudiar lo que han hecho otros países de la región con ecosistemas sólidos y aunque en los últimos meses se han potenciado la incorporación de nuevos actores, se debe hacer un esfuerzo para que todos generen oportunidades de colaboración entre ellos”.
Desde 2011, según indica la especialista en el área, Venezuela muestra cifras elevadas de actividad emprendedora. En ese año, el Global Entrepreneurship Monitor fijó la tasa del país en cerca del 18,5% de iniciativas tempranas, “ahora la realidad indica que el número ha aumentado”.