Un emprendimiento que es ejemplo de la supervivencia con salidas creativas a la prolongada crisis económica de Venezuela es el sector de los kioscos de publicaciones impresas.
El cierre de numerosos periódicos por razones políticas y económicas o que ahora son medios exclusivamente virtuales golpeó fuertemente la razón de ser de los kioscos, aseguraron fuentes del sector que solicitaron guardar sus nombres en reserva.
«Cuando dejaron de circular muchos periódicos debi cambiar varias veces de ramo para poder mantener a la familia», contó un consultado cuyo kiosco funciona en la avenida Urdaneta desde la década de 1980.
La dueña de otro establecimiento en la avenida Universidad narró que aún vende algunas publicaciones sobrevivientes, pero que «parecen pasquines por lo flaco de las páginas. Además el mensaje pro gobierno hace que mucha gente los deje de comprar».
Agregó que combina la venta de periódicos con mercancía seca -como arroz, pasta, granos, mayonesa, azúcar, salsa de tomate y artículos de aseo personal y del hogar- y las tradicionales chucherías.
En el este de Caracas, donde hay mayor poder adquisitivo, los kioscos son más sofisticados e incluso algunos son cafeterías donde los clientes compran la bebida, postres y sándwiches tipo gourmet.
Otros puestos de la capital también ofrecen helados tipo paleta, refrescos y bebidas energéticas, además de empanadas, tequeños y hasta almuerzos. Sin embargo, la gran mayoría son ahora pequeños bodegones.
Las fuentes indicaron que una de las principales dificultades que enfrentan es «la matraca» de los funcionarios de los cuerpos de seguridad para que los dejen trabajar tranquilos.
En Sabana Grande, un consultado refirió que su kiosco ha pasado por la venta de publicaciones, frutas y verduras, reparación de calzado y más recientemente como mini bodegón.
«Observé que la gente compra ahora solo comida y productos de limpieza, los cuales tienen la ventaja de que no se echan a perder y pueden almacenarse por bastante tiempo», explicó.
Alfredo Padilla, director general de de la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios, aclaró que los kiosqueros no son trabajadores informales, sino un gremio organizado que se rige por las ordenanzas municipales y paga impuestos.
El representante de Atraem sostuvo que las autoridades no deberían molestar a estos emprendedores con el cobro de vacunas producto de la matraca.
Destacó que en la Gran Caracas se calcula podrían operar cerca de 2.000 kioscos.
«Debido a que estos negocios han mutado de la venta de publicaciones a otros rubros, es conveniente que los municipios sinceren su situación comercial para evitar el abuso de los funcionarios», dijo.
Padilla manifestó que -como ocurre con las tiendas y comercios que cambian de ramo y obtienen el permiso correspondiente- las autoridades deben hacer otro tanto con los kioscos.
«Solo en Caracas este sector genera más de 20.000 empleos directos», señaló.
Insistió en que «las autoridades deben valorar que esa actividad es producto del esfuerzo del emprendedor en lugar de tratarlo como un delito».
El directivo de Atraem recalcó que “los kiosqueros son trabajadores que no dependen de la dádiva del gobierno, sino que aportan bienestar a la población y al crecimiento del PIB del país».