Venezuela cerró su participación en las eliminatorias, para la Copa del Mundo 2022, con una nueva derrota. Terminando así en la última posición, con solo tres victorias, un empate y catorce derrotas.
Luego de caer goleados por Argentina, en La Bombonera, en un partido en el que Venezuela prácticamente no se vio en la cancha y que los locales dominaron sin esforzarse demasiado; La Vinotinto sumó una nueva derrota, esta vez como locales, a merced de sus similares de Colombia, que buscaban desesperadamente el pase.
A diferencia del partido anterior, esta vez el equipo se vio más dispuesto, proponía, llegaba, generaba, salieron a jugar y a buscar el partido. Sin embargo, una vez que les fue pitado un penal en contra, el ritmo bajó, perdieron el enfoque y llegó el desorden.
Penalti que fue detenido por Wuilker Faríñez, pero que fue mandado a repetir por el colegiado, porque el cancerbero se adelantó levemente en la atajada. El resultado fue la zurda de James Rodríguez batiendo las redes venezolanas. No obstante, no les sirvió de mucho a los cafetaleros, pues la victoria de Perú los dejó sin esperanzas mundialistas.
Por si fuera poco, la mala imagen del elenco venezolano se ve acentuada cuando se mira de cerca la relación de tantos marcados por tantos recibidos, en la que terminan con un -20 lapidario, producto de 14 gritos de gol que fueron opacados por los 34 que les encajaron los rivales.
Los de siempre, Brasil y Argentina, irán a Qatar acompañados por Uruguay y Ecuador, mientras que Perú tendrá que buscarse la vida en el repechaje intercontinental, donde deberán medirse al equipo que resulte ganador entre Australia y Emiratos Árabes.
Un viacrucis vinotinto
Es importante destacar que el camino de Venezuela en las eliminatorias tampoco fue el más sencillo. El proyecto comenzó como una bocanada de aire, como el vuelco en la historia de Venezuela, ya que por primera vez tendrían al seleccionador extranjero que tanto se había pedido.
El elegido fue José Peseiro, entrenador portugués con cierto recorrido internacional. Sin embargo, la expectativas fueron perdiéndose muy pronto, pues los tres primeros partidos acabaron en derrotas; no fue sino hasta la cuarta fecha que Venezuela pudo sumar puntos, con la victoria 2-1 sobre Chile.
Luego se atravesó la Copa América, con muchas bajas e incertidumbre. Los venezolanos apenas pudieron contar con algunos de sus jugadores de más renombre y terminaron pronto su participación, con dos empates y dos derrotas.
El 19 de agosto, el estratega portugués introdujo una carta en la Federación Venezolana de Fútbol con su renuncia, en la que alegaba incumplimientos en pagos, equivalentes a catorce meses. Leo González fue quien tomó el testigo de forma interina.
Con González las cosas comenzaron bien, con victoria 2-1 sobre Ecuador, en el Estadio Olímpico de la UCV. Para después caer por la mínima en Lima y ser goleados (3-1) en La Paz. Contra Uruguay, en Caracas, no se hicieron daño y terminaron con empate a cero.
La primera vuelta terminó con un 3-1 en contra, una vez más en el estadio de ‘la casa que vence las sombras’, contra la Argentina de Lionel Messi.
La segunda tanda de partidos comenzó con cinco derrotas seguidas que acabaron con las esperanzas vinotinto; en Asunción, Caracas (contra Brasil), Santiago, Quito y nuevamente Caracas (contra Perú).
Inmediatamente después, llegó el cambio que todo el país quería, otra oportunidad con un técnico extranjero, esta vez de mayor cartel y que tendría un proyecto profundo que nace desde las categorías inferiores.
El debut de José Nestor Pékerman fue para soñar, con una goleada 4-1 sobre Bolivia en la que Venezuela se vio bien, supo asociarse, generó peligro y fue letal de cara al gol. Pero el idilio duró poco, un baño de realidad cayó sobre La Vinotinto, cuando la garra charrúa les devolvió la goleada (4-1) en el Centenario de Montevideo.
El calendario terminó con el 0-3 de Buenos Aires y el 0-1 de Cachamay, frente a una Colombia que no ganaba en Venezuela desde hace más de 20 años.
Ahora el camino es largo para Pékerman, que tendrá mucho en lo que trabajar y en lo que pensar. Sin embargo, será un alivio para el argentino comenzar con un proyecto limpio, desde cero y que probablemente vendrá acompañado por un cambio generacional profundo.