Mariela Ramírez: “El país espera vigilante los resultados de las negociaciones pero con muchos menos ataques a este proceso que ha sido tan satanizado”

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Conversar con Mariela Ramírez es adentrarse a una mirada del país diferente. Ella no abruma con el verbo, sino que explica de manera reposada lo que la experiencia de ser una ciudadana de Venezuela le ha ido enseñando. Su compromiso ha sido desde la comunidad, esa sociedad civil que se organiza para lograr los cambios que no se generan de un día para otro, pero que buscan, sobre todo, proteger y preservar el tejido social. Dale Letra, organización de la que es parte desde hace algunos años, es la muestra de ese compromiso que muchos venezolanos tienen y renuevan día a día con los valores democráticos.

La paciencia de esta arquitecta venezolana la ha ayudado a entender el significado de los ciclos históricos que han generado el que Venezuela esté hoy a las puertas de una nueva cita negociadora en Ciudad de México. Ve al país con algo más de madurez para sentarse a hacer acuerdos, aunque reconoce que será un proceso largo que se produce en medio de un ecosistema internacional que también ha cambiado y podría favorecer. Intencionalmente o no, al hablar produce en el otro un efecto esperanzador que incluye, además, los sueños rotos de los inmigrantes venezolanos.

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Mariela Ramírez, de Dale Letra, asegura que “el trabajo que nos toca hacer a los ciudadanos
y a los factores políticos es llevar a la comunidad internacional una visión más integral de la
situación de Venezuela” / Fotos: Raúl Romero

-¿Cómo interpreta el poco interés de la sociedad venezolana en el proceso político actual?

-Yo creo que hay una brecha abierta entre los actores políticos de todo el espectro político venezolano y los problemas sociales y económicos, los problemas del día a día de los venezolanos que no encuentran soluciones viables. Esto ha desembocado en el desinterés de la sociedad por el liderazgo político. Diría que hay una crisis de representación política, pero también me atrevería a decir que el desinterés por el discurso político y por la relación con los políticos no es lo mismo que el desinterés por la política. Hemos visto a ciudadanos que se han politizado y han emergido en los últimos años diversas iniciativas en el país que están destinadas a que los ciudadanos recuperen su espacio en la participación de los espacios públicos. Creo que muchos están actuando para democratizar las relaciones, para escuchar la diversidad de pensamientos y sentimientos.

-La crisis económica y la falta de esperanza están empujando a los venezolanos a salir del país. Todas las partes le dan un uso político a esta situación. ¿Podrá cambiar este panorama o habrá que resignarse?

-Puedes cambiar el panorama si los venezolanos divisan un horizonte claro de transformación del conflicto y comienzan a tener confianza en que puede haber avances significativos en los procesos de negociación que hay en marcha. Los venezolanos salen de Venezuela porque buscan alternativas, porque no avizoran un futuro ni un porvenir. Vemos cifras alarmantes. Hay organizaciones de la sociedad civil que han realizado un trabajo en todo el país. Ellos ven una pobreza multidimensional que alcanza cerca de 20 millones personas. Hay 15 millones de venezolanos que han perdido los servicios básicos, sus medios de vida y sus fuentes de ingreso…

Los indicadores que hemos visto de mejoras no han permeado a las grandes mayorías y la brecha de desigualdad se ha ampliado. Hasta que no se vea la edificación de un andamiaje institucional democrático reconocido, la crisis migratoria continuará. Por ello, es importante que estos espacios de negociación que están en marcha puedan darle respuestas a lo urgente, pero también a lo importante, para así avanzar en la discusión de los puntos contenidos en el memorándum de entendimiento. Hay que trabajar el tema de los derechos políticos, las garantías electorales, el cronograma electoral, el respeto al Estado constitucional y de derecho y a la atención de todos los aspectos del conflicto. 

-Hay cierto sector de la población que está experimentando una relativa tranquilidad porque los niveles de violencia han disminuido. Esa sensación de terror a salir a la calle ha menguado en términos generales. ¿Puede algo así genera cambios en el entorno social o es una ilusión?

-Yo no podría hablar con base en datos porque no los manejo, pero creo que estamos ante un asunto complejo. Por un lado, los cuidadnos podemos percibir que hay menos robos y secuestros en las calles y a los ciudadanos. Pero, por otro lado, se ha institucionalizado el crimen en las comunidades. Vemos unas economías negras ilegales y en muchos casos criminales con tráfico de drogas, armas y personas, y estas son realidades muy preocupantes que están en todo el territorio y que, incluso, han alcanzado redes internacionales. De manera que creo que de nuevo está presente el tema institucional, ese deslave del Estado que no puede controlar el territorio ni todas estas redes de actividades oscuras. Digamos, entonces, que en el fondo dentro de esa relativa tranquilidad subyacen unas dinámicas muy complejas en todo el territorio nacional.

-Hay una posibilidad de que la negociación en México se reinicie. ¿Ha habido cambios en el contexto que podrían ayudar a que realmente se llegue a algo?

-Lo primero que me gustaría señalar es que esta negociación es la continuación de un proceso que ha tenido varios ciclos con avances y retrocesos. Ha habido distintos mecanismos de negociación a lo largo de estos 20 años que, en nuestra opinión, han abonado la posibilidad de que hoy se plantea una negociación efectiva, realista y razonable. Estas experiencias nos han dejado aprendizajes sobre la naturaleza de cada actor y los intereses que podrían sumar a la posibilidad de avanzar hacia una transformación del conflicto.

Creo también que la Venezuela de hoy no es la misma de otros ciclos de negociación como en los años 2002, 2017, 2018 o 2019, pues no somos los mismos venezolanos. Hoy, hay actores en el país que trabajan por la despolarización y una negociación, lo cual es una situación distinta a otros ciclos. Ciertamente, la situación económica del país, con las necesidades urgentes de la población y todas las dinámicas económicas, pueden ser incentivos para los actores a fin de alcanzar los acuerdos que se han anunciado extraoficialmente por los medios de comunicación.

Considero que ese nuevo abordaje del conflicto que han tenido los actores en esta ronda de negociaciones, en la que se ha puesto a la gente primero y centrándose en la persona humana, ha permitido también el trabajo conjunto para lograr un objetivo que beneficie a ambos ante la población. Quizá en el actual proceso se ha logrado ganar confianza en la relación, en reconocerse mutuamente y eso también es un factor positivo hacia la negociación.

Por último, diría que hay una situación de presión positiva por parte de la comunidad internacional -que no hemos tenido en otros ciclos de la negociación- motivado por una situación geopolítica. Está, asimismo, todo el tema de exigencia de derechos humanos por lo que ha sucedido en el Consejo de Derechos Humanos, por los nuevos informes de la Alta Comisionada y de la Misión de Determinación de Hechos. Todo esto conforma un conjunto de incentivos positivos que confluyen en este momento para favorecer los avances.

-¿Por qué a la comunidad internacional le ha costado tanto entender lo que sucede en Venezuela?

-Creo que la situación venezolana es extremadamente compleja, pero también ha habido la monopolización del discurso internacional por parte de sectores políticos que solo reflejan una parte de la realidad venezolana. El trabajo que nos toca hacer a los ciudadanos y a los factores políticos e institucionales de Venezuela es alzar nuestras voces y llevar a la comunidad internacional una visión más integral y más compleja de la situación.

-¿Qué se necesita en este momento para impulsar el acuerdo social?

-Hace falta un abordaje distinto del conflicto. Creo que todos tenemos sobradas razones para dudar de este camino, pero hay una serie de condiciones que parecen converger en este momento. Hace falta una conciencia del hecho social por parte de los actores políticos para que comprendan la importancia de entender estas dinámicas sociales, para poder avanzar hacia la comprensión integral de las necesidades de la gente. Esto conllevará a la comprensión de que es necesario avanzar en la construcción de un andamiaje institucional que haga sustentable esas soluciones.

Si bien un acuerdo social ayuda a construir confianza y sirve para atender una parte de la crisis social que tenemos, los venezolanos no veremos soluciones estructurales si no se logran construir unas reglas de juego político que nos permitan detener -a través de procesos electorales observables y con garantías- la construcción de un andamiaje institucional que le devuelva al Estado las capacidades de atención a la población. Todo esto necesita esa óptica de transformación del conflicto en un sentido positivo. Un conflicto puede verse como algo sin salida o como una oportunidad para avanzar en el trazado de un horizonte común. Ese horizonte debe dirigir al país en la construcción de relaciones en comunidades sanas, en la búsqueda de respuestas constructivas. Yo creo que esa voluntad y esa responsabilidad política es lo que hace falta para poder lograr estos acuerdos sociales.

-¿Qué tanta voluntad política estás viendo en los actores para impulsar un cambio en las relaciones entre las oposiciones y el madurismo?

-Pienso que la potenciación de las capacidades de incidencia política de diversos sectores en la búsqueda de la atención de la emergencia social y de una solución democrática y negociada ha sido un factor determinante para ver cambios en las formas de relación de los actores políticos. Estos han trabajado en estos meses con compromiso en la discusión de estas necesidades urgentes de las personas.

Hemos visto también a los actores políticos no incluidos en la mesa con una actitud menos crítica y destructiva sobre el proceso, más bien espectadores y viendo su participación en el proceso de negociación, buscando un diálogo incluyente en el que participe la mayor cantidad de actores sociales y políticos del país. Así que en estos meses de tensa calma, en los que se han dado las negociaciones dentro del ambiente político, ha bajado un poco la pugnacidad. El país espera vigilante los resultados de esta acción, pero con muchos menos ataques al proceso de diálogo que ha sido tan satanizado en el pasado. Creo que este puede ser un factor coadyuvante para que podamos avanzar efectivamente en un proceso de negociación

-El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha picado adelante y ha invitado a los negociadores opositores y de la administración de Maduro a una reunión. ¿Le sorprendió esta decisión?

-No estábamos esperando esa invitación en particular, pero sí hemos estado a lo largo de todos estos meses solicitante a la comunidad internacional de ser actores activos y propositivos en la construcción de un acuerdo democrático nacional. Saludamos esta iniciativa del presidente Macron y creemos que todo ese liderazgo latinoamericano, todos estos cambios en el continente deben unirse a esta actitud de tener iniciativas y propuestas para los actores políticos en conflicto en Venezuela, llamándolos a los espacios institucionales e internacionales con el fin de construir conductas más apegadas a las reglas democráticas.

-¿Usted cree que América Latina y Europa están más interesados que Estados Unidos en que se llegue a un acuerdo en Venezuela?

-Toda la comunidad internacional debe estar interesada por un acuerdo en Venezuela, que ha sido una crisis que ha generado una migración masiva en el continente y que hoy toca la puerta en la frontera de Estado Unidos con gran potencia. Todos los actores deben estar interesados en buscar una solución. En cada país hay dinámicas particulares que hacen la situación compleja. Estados Unidos está a las puertas de una elección de medio termino y todo esto complejiza el proceso y su actuación sobre Venezuela. Sin embargo, creo que en general la comunidad internacional ha hecho esfuerzos en la construcción del mecanismo de México, con una estructura internacional que abarca una diversidad de actores…

Por supuesto que la posición de Europa y de Latinoamérica es quizá menos involucrada en el conflicto y en la generación de las sanciones que hoy en día juegan un papel determinante en la negociación. Europa, en los últimos años, ha estado siendo un punto de equilibrio en las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos y seguramente que con la nueva composición política en América Latina estos actores también pasarán a jugar un papel preponderante.

-¿Cómo cree que pueden reconciliarse muchos venezolanos que están afuera con su país?

-Yo creo que los venezolanos que están afuera siguen conectados con el país y han producido sus relatos. Esta son unas dinámicas muy interesantes en términos de los contactos con sus familiares y sus nuevas realidades, lo que ha generado esa nueva manera de pensar. Esta sociedad venezolana está en transición de la era rentista a la postrentista. Se ha generado una autonomización de ciudadanos y una demanda social distinta. Se está gestando un proceso de transformación que demanda de esos venezolanos respuestas distintas de parte de los actores políticos y en la medida en la que esa visión tome cuerpo, mirarán la posibilidad de la construcción de ese horizonte de futuro. Eso les permitirá revaluar su situación sobre el país.

La trasformación del conflicto que gira alrededor nos permitirá desarrollar capacidades para visualizar y comprometernos con ese proceso de cambio estemos donde estemos, pues requerirá de la revisión de las relaciones interpersonales, intergrupales y socioculturales. Tendremos más dinámicas; tal y como pasó con migrantes de otros países en otros momentos, en donde cada uno de ellos pudo colaborar con el desarrollo del país independientemente de que no estuviera en el territorio. Los venezolanos que están afuera siguen conectados con el país y tienen capacidad para incidir en la trasformación -aún desde esas latitudes- a través de la transferencia de conocimiento y del intercambio de experiencias. Esas relaciones dinámicas nos permitirán un abordaje distinto del que tienen muchos venezolanos que se fueron en momentos muy difíciles y que no divisan un horizonte de cambio.

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