En los últimos 7 minutos de la alocución del presidente Nicolás Maduro del pasado 12 mayo, anunció algo realmente inédito e inesperado: empresas del sector público van a participar en el mercado de valores venezolano, incluyendo las del sector energía. “Guao, quién lo hubiese esperado”.
Este mensaje fue luego ratificado por la vicepresidenta Delcy Rodríguez el 10 de junio, en el evento del lanzamiento del 5% de las acciones de BDV, donde vale la pena destacar que la vicepresidenta habló brevemente de los resultados financieros del Banco de Venezuela, de su posicionamiento como primer banco del país y las expectativas de generar importantes utilidades a sus accionistas.
La vicepresidenta habló al mercado financiero de potenciales inversionistas locales e internacionales, sin ninguna retórica, sin política, sin dogmas. Habló al mundo financiero que siempre está a la búsqueda de oportunidades de altos retornos.
Este acontecimiento es sin precedentes, nunca hubo interés alguno por parte del Estado en el mercado de valores. Más bien los mensajes fueron siempre en contra, incluyendo la recomprar empresas hoy estatales como Banco de Venezuela, Sidor, CANTV y EDC.
En cierta forma entendible, no lo necesitaba. El sector público se apalancó en los descomunales ingresos petroleros 2002/2012, se endeudó vorazmente, no tuvo interés en captar capital (socios) emitiendo acciones, se quedó con todo el negocio y con toda la deuda, también con todo el problema. Sin dudas, un error de cálculo que hoy paga con creces el país.
Venezuela siempre tuvo una economía de Estado, solo que, en los últimos años, se llevó a los extremos absurdos que generaron distorsiones macroeconómicas colosales; sobre todo, en el tipo de cambio y tasas de interés.
Una de las consecuencias más terrible fue la hiperinflación en un país petrolero, algo nunca visto.
Pero todo cambió drásticamente y con sentido de oportunidad. ¿Quién se va a oponer a querer levantar un capital que se necesita desesperadamente? ¿Quién va a decir que es mejor que el Estado sea dueño de todo y no tenga socios privados? ¿Quién no va a estar de acuerdo que los venezolanos seamos accionistas de estas empresas?
Nunca un presidente en nuestra historia contemporánea había hablado expresamente del mercado de valores, ni tampoco que empresas del sector energético pudieran participar en este.
Si se acompaña de la liberación del cambio, ajuste de la gasolina y la relajación de los controles de precios, tenemos un mejor ambiente para la inversión y el desarrollo productivo, aunque sea incipiente y frente a un escepticismo por todas las intervenciones y controles vividos, nadie puede negar que son elementos nuevos positivos.
Noticia histórica, oportunidad inédita, ganas inmensas, pero no deja de ser solo una posibilidad muy deseada para el sector formal de la economía especialmente.
Y, por cierto, una oportunidad para que la población participe del negocio de energía, servicios, banca y comunicaciones directamente. ¿Qué mejor forma de ahorrar?
El mercado de valores cuando es dinámico, como fue en los años 90, ofrece transparencia, y liquidez de la inversión.
Las acciones de EDC fue por década el ahorro de familias enteras, de retirados y viuditas que tenían sus ahorros ahí, que por cierto fue la mejor apuesta que pudieron hacer y se ratificó cuando el Estado compro AES.
Todos queremos tener nuestras inversiones que podamos vender y comprar desde nuestros teléfonos inteligentes, bien sean acciones, criptos, bones, etc. Eso es lo que ofrece un mercado de valores dinámico.
De la noticia convertirse en una realidad, el mercado de valores local podría dinamizarse a niveles que triplicaría lo que hoy se hace, si claro está la noticia se convierte en planes de negocios y si estas empresas públicas hablan de normas de buen gobierno corporativo.