Los venezolanos, y especialmente los caraqueños, realizan todos los esfuerzos para mantener la calidad de vida que con la pérdida del poder adquisitivo resulta cada vez más cuesta arriba.
Una de esas necesidades es el agua potable y purificada como sinónimo de salud y que está en riesgo debido al deficiente suministro del líquido por parte de las empresas públicas hidrológicas.
Es aquí donde los numerosos comercios minoristas de agua en botellones juegan un papel crucial para proporcionar el producto a la población, aseguraron comerciantes y consumidores de Caracas que solicitaron guardar sus nombres en reserva.
«Con el racionamiento severo del agua, la recarga de botellones es un buen negocio. La gente necesita el agua para beber», sostuvo un consultado en Candelaria.
Recordó que hace seis meses cerró el cibercafé que venía operando hace una década por la pandemia y, en su lugar, instaló en el local la venta de agua.
En Candelaria y otras zonas de Caracas con mucha afluencia de público hay hasta dos y tres locales por calle que ofrecen agua de botellón.
«La competencia es bastante, pero hay muchos compradores con lo que el negocio se mantiene rentable», explicó otro consultado en cuyo local operó por muchos años una tintorería.
«El cambio es mucho mejor, aunque implica ser más cuidadoso con el producto, pues las normas del Ministerio de Salud son muy estrictas»,dijo.
Un ama de casa en la avenida Panteón refirió: «No me molesta que haya muchos locales de recarga, están más cerca de mi edificio y así no hay que caminar tanto con el botellón en el hombro».
El precio de recargar cada botellón es de 1.700.000 bolívares, aunque los comercios ofrecen otras opciones de llenado de envases con otras capacidades según los requerimientos de los clientes.
«En la casa se nos echó a perder el filtro y mientras reúno los 120 dólares que cuesta uno nuevo utilizaremos el agua de botellón», contó una residente de San Martín.
Otro vecino de San José narró que Hidrocapital manda agua cada dos o tres días a su hogar. «El agua que sale por el chorro está muy sucia y tapona el filtro. Por eso, es conveniente tener uno o dos botellones en el apartamento», expresó.
Un joven trabajador destacó que «en el barrio pasamos días sin que llegue el agua y hay que cargar el botellón cerro arriba, no queda de otra».
Los consultados reconocen que la opción de hervir el agua es más económica, pero están las limitaciones de la escasez de gas de bombona y los apagones cuando se trata de cocinillas eléctricas.
Los comerciantes detallistas señalaron que no ofrecen delivery por la escasez de gasolina.
«Tener el negocio cerca del edificio también es un ahorro de gasolina. Antes mi esposo compraba el agua en un local en Los Dos Caminos cerca de su trabajo», señaló una vecina de la avenida Fuerzas Armadas.
El consumo per cápita de agua potable en Venezuela es de 275 litros, demanda que el sistema hidrico público no cubre por la falta de mantenimiento e inversión de las instalaciones. Esto lleva a críticos racionamientos del servicio, especialmente los últimos años.
Los estudios de instituciones especializadas revelan que 73% de las familias venezolanas no tiene acceso regular al agua corriente.
Los comerciantes consultados indicaron que el negocio de agua en botellones es bastante rentable y requiere una inversión no demasiado elevada para instalar las plantas potabilizadora y purificadora y los tanques, además de la provisión de químicos, como el cloro, que garantizan un producto de calidad y dentro de las especificaciones sanitarias requeridas.