«¿Cuánto dolor y ´roncha, puede aguantar una familia venezolana?» se preguntaba Manuela, una joven trabajadora social que ha dedicado sus años de graduada al activismo político, luego de que la semana pasada medios de comunicación nacionales y dirigentes políticos informaron que José Pernalete, defensor de los derechos humanos tras el asesinato de su hijo Juan Pablo Pernalete en las protestas de 2017, estaba solicitando ayuda para ser operado de emergencia a corazón abierto.
HispanoPost conversó con José Pernalete para conocer su situación actual. «A raíz del asesinato de Juan Pablo, en las manifestaciones de 2017, cuando yo estuve en el centro donde a él lo alojaron, en Salud Chacao, al entrar y ver a Juan Pablo muerto en la camilla a mí me dio un dolor muy fuerte en el corazón, en el pecho. Por supuesto, en ese momento se lo atribuí al shock que estaba viviendo y no le presté mucha atención; sin embargo, este dolor, a medida que iba pasando el tiempo, se venía agudizando y aumentando cada día más», contó.
Confesó que tras dedicarse a la defensa de los derechos humanos y a exigir justicia por la muerte de su hijo, no se había tomado un tiempo para hacerse chequeos médicos de rutina. «Cuando el cardiólogo me hizo el electrocardiograma, vio que presentaba una anomalía, vi su cara de preocupación. El doctor me dijo que era un tumor benigno, que ellos califican como un mixoma».
José Pernalete es ahora paciente tumoral, tras presentar un mixoma alojado en el corazón, tal como le informó el médico. Este tumor podría causarle «un ACV o en su defecto un paro cardíaco, ya que el mismo forma pequeños trombos y no permite la salida de la sangre del aurículo izquierdo del corazón. O como último recurso, que este mixoma se desprendiera y no permitiera la entrada y salida de la sangre y podría causar un paro cardíaco», dijo.
De acuerdo con información publicada en el sitio web de Medline Plus, un mixoma es: «Un tumor no canceroso que se presenta en el lado superior izquierdo o derecho del corazón. Casi siempre crece en la pared, denominada tabique interauricular, que separa los dos lados del corazón». Por esta razón, Pernalete requiere una pronta intervención quirúrgica a corazón abierto, para que el tumor le sea removido.
?Cronología del dolor
Sin embargo, los costos de las operaciones de este tipo en Venezuela superan las posibilidades económicas de cualquier venezolano común, más si su familia ya ha tenido que invertir todos sus recursos en la salud de uno de los integrantes. La muerte de Juan Pablo, en abril de 2017, no fue la única tragedia por la que ha atravesado la familia Pernalete.
El 19 de enero de 2020, Gabriela, la hermana adoptiva de Juan Pablo, perdió la lucha contra el cáncer de hígado. La escasez de medicamentos y tratamientos, así como sus elevados costos, fueron la principal razón que motivó a Juan Pablo a salir a protestar ese 26 de abril de 2017, cuando perdió la vida al recibir el impacto de una bomba lacrimógena disparada por un uniformado a quemarropa, a la altura del tórax.
Aunque seis meses antes de la muerte de Juan Pablo, Gabriela había sido operada para extirpar el tumor, hoy sus padres atribuyen su recaída al dolor que le produjo la pérdida de su hermano mayor y la escasez de justicia en el caso que se sigue contra el funcionario que accionó su arma contra los manifestantes.
«Si viviéramos en un país donde se respeten los derechos humanos, o Venezuela no estuviera bajo este régimen, nuestros hijos estarían vivos», dijo Elvira de Pernalete, madre de los jóvenes.
Advirtió que en Venezuela no existe salud pública, ni medicamentos para las personas con cáncer. Los niños con cáncer sufren a diario y están como en una ruleta rusa porque no contamos con políticas de salud para atenderlos, como en este caso. El fallecimiento de María Gabriela fue producto de esta política de Estado y también fue consecuencia de la muerte de Juan Pablo, porque nosotros con mucho esfuerzo habíamos logrado que el 9 de febrero de 2017 le fuese removido el tumor. Había esperanzas de que Gabriela superara el cáncer, pero lamentándolo mucho en la etapa de remisión, que es la etapa de cinco años que le dan a las personas con cáncer, pasó la muerte de Juan Pablo y ella no lo superó».
Hoy, cuando José requiere de la buena voluntad de aquel que pueda colaborar económicamente para recaudar los fondos necesarios para su operación, recordó el viacrucis que vivió su familia para costear la enfermedad de Gabriela e intentar salvarle la vida.
«Por supuesto que a raíz de esto (asesinato de Juan Pablo) empeoró la salud de nuestra hija María Gabriela. Más la lucha que ya traía de un par de años atrás, de luchar por los medicamentos y que la atendieran en una clínica especializada, nos obligó a usar nuestros propios recursos, tanto que Juan Pablo vendió su carro para salir de varios de los gastos y nosotros tuvimos que salir de varias propiedades, vender nuestras joyas».
Insistió en sus requerimientos médicos: «Este último examen me lo realicé el 6 de noviembre de este año. Con toda esta lucha que hemos emprendido, no nos habíamos tomado el tiempo para hacernos unos exámenes generales. Tengo un tumor en el ventrículo izquierdo del corazón, que tiene que ser tratado quirúrgicamente. Necesito realizarme una operación a corazón abierto, por lo que necesito todos los recursos para poder hacerlo».
«Nos quitaron el miedo»
A pesar de que la situación de los enfermos en Venezuela, sin importar su patología, es compleja y angustiante por la escasez de medicinas, las fallas en el sistema sanitario, la fuga de profesionales y los altos costos de las intervenciones, además del poco crédito que ofrecen los seguros privados, la familia Pernalete se mostró esperanzada en la posibilidad de subsanar esta situación, sin dar descanso a la lucha por los derechos humanos y civiles de los venezolanos.
«Cuando asesinan a Juan Pablo a nosotros nos robaron el miedo. Prácticamente no tenemos miedo de enfrentar nada porque se llevaron lo más importante para un padre que es su hijo y, posteriormente, la muerte de Gabriela. No tenemos miedo a enfrentar el futuro. Vivimos un día a la vez», dijo José y agregó: «Confiamos mucho en las personas que nos están respaldando y nos están dando su apoyo. Agradecemos que sigan apoyándonos en esta nueva lucha».
Su esposa Elvira añadió: «Hoy sentimos y vemos con tristeza que si Juan Pablo estuviese vivo tal vez Gabriela también estuviese viva, porque hubiese asumido con optimismo la vida. Tenemos fe en los venezolanos que se encuentran dentro y fuera del país que nos han brindado el apoyo, el cariño y el amor para nuestros hijos».
Expresó orgullo hacia la imagen que se ha dibujado alrededor de la historia de vida y muerte de Juan Pablo: «Es considerado un ícono de valentía, de lucha, de libertad y los venezolanos nos lo hacen saber a diario. Confiamos en la sociedad civil, en los venezolanos como nosotros que hemos vivido la realidad que está pasando en Venezuela. Tenemos esperanza en tener un mejor país, pero a través de nosotros los venezolanos».
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