El legado de seis mujeres venezolanas, todas ellas activistas de género pero también impulsoras de un trabajo artístico y social, fue compartido este miércoles en una iniciativa que busca escuchar las voces que se han alzado contra la desigualdad. Esta cita fue posible gracias al I Foro Voces por la Equidad, una actividad organizada por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Volante Studio y GBGArts como parte del proyecto Creadoras.
Maria Alejandra Claros, a cargo del proyecto por la CAF, habló sobre la importancia de que organizaciones como esta, a la que ella pertenece, tomen en cuenta la presencia de las mujeres en puestos de toma de decisión pero, sobre todo, den el ejemplo en la incorporación de la pluralidad.
El presidente de la CAF, Sergio Díaz-Granados, dijo que la región no puede darse el lujo de tener poco uso del potencial de su bono de género: «América Latina debe incorporar totalmente la fuerza laboral de la mujer, debe haber un goce efectivo de ese derecho».
El máximo responsable de este organismo de desarrollo hemisférico aseguró que todas las operaciones del banco se orientan siempre a favor de la mujer, en un marco de respeto a la diversidad y a la inclusión; buscando reparar viejas desigualdades: «Desde 1980 hasta estos días solo entre el 4% y el 12% de los premios de arte se han concedido a mujeres», señaló.
Mercedes Muñoz, presidenta de Avesa, ha continuado la labor de su madre, quien fue la fundadora de la institución. Recordó que cuando se abrió el programa de ayuda a las mujeres que habían pasado por la traumática experiencia de una violación, nadie iba a la terapia. Solo tres meses después apareció la primera víctima y luego no se daban abasto para atender a tantas niñas y mujeres afectadas.
«La demanda es enorme, lo que significa que el problema es muy grande», dijo Muñoz.
La artista plástica Palmira Correa habló sobre su camino de más de 40 años dedicada al arte. Se describe como una gran soñadora y su discapacidad en manos y pies nunca la ha frenado, según señaló. Jamás la detuvo que le dijeran que la pintura era únicamente para ricos y, mucho menos, que intentaran boicotear su anhelo de estudiar teatro.
La artista textil Maru Valerio es nieta de agricultores e hija de agrónomos y definió a su familia como «nómada», por ello el cambio ha sido una constante en su vida. Siente que al tejer dibuja sus creaciones con hilos, y su obra narra la resistencia de las mujeres que han sido víctimas de la violencia, el feminicidio y la exclavitud sexual.
Su trabajo con la abogada Linda Loayza refleja todas estas injusticias que, además, en este caso específico evidencian la falta de castigo, pues el agresor de Loayza sigue libre. El territorio es también uno de los temas que ha trabajado a través de lo que llama «memorias de migración».
Dawa Yekwana pertenece a la etnia Yekuana y se define como la voz de la selva de donde viene. Narró que creció con su bisabuela tejiendo y no ingresó a la escuela hasta las nueve años de edad. Su mundo lleno de naturaleza le enseñó a entrelazar lo que es la estabilidad con la preservación de su pueblo.
Contó lo triste que fue transitar por la gran crisis económica de estos años y que llegó a pensar que su pueblo estaba sujeto a un etnocidio. Fueron las mujeres quienes se vieron en la disyuntiva de buscar qué hacer. La fundación Tierra Viva le dio la oportunidad de recibir un taller llamado «Comercio justo» y su vida cambió desde entonces.
La cineasta Claudia Lepage hizo un recorrido por el legado iniciado por las cineastas venezolanas, desde Margot Benacerraf, pasando por Fina Torres, hasta Mariana Rondón, entre otras.
Ella es fundadora de Jeva, una organización que busca acortar la brecha de género en el sector audiovisual y que también se enfoca en aumentar la visibilidad de más de 1.000 mujeres de todo el mundo, que ellas han logrado vincular.
«60% de este grupo está en Venezuela, enfocadas en lograr mejores beneficios salariales. Las voces femeninas deben encontrar un lugar para identificarse. Por eso las invito a que miren a su alrededor y observen a cuáles mujeres pueden apoyar, porque si estamos juntas podemos impulsar también nuestras historias», sugirió Lepage.
Carmen Hernández habló de los muchos «yo» que la componen, «como a muchas de todas ustedes»; dijo. Al advertir que, a veces, todos esos «yo» no coinciden entre sí.
«A veces actuamos por unos impulsos que pueden contradecir nuestros principios», señaló Hernández, por lo cual recomendó «recuperar el sentido amoroso» como lo es el sentir empatía por el otro, o ser empático con el otro. Una conducta valiosa ante los cambios que se registran dentro de la sociedad.
También se refirió a la «naturalización del canon artístico», cuando se consolidó el sistema moderno del arte. Algo que resulta útil para comprender la identidad de género en las artes visuales donde se privilegian ciertos modelos o cánones. «A esto obedece que se discrimine a la mujer», advirtió.