Subordinar las elecciones al levantamiento de las sanciones empeora aún más la poca confianza que pudiera tener la administración de Maduro

La más reciente ronda de conversaciones que se dio entre la delegación de Nicolás Maduro por una parte y la delegación de la Plataforma Unitaria de la oposición venezolana por la otra refleja varios indicadores sumamente interesantes.

En primer lugar, pudiéramos afirmar que no existe credibilidad para la administración de Nicolás Maduro y ello por qué: porque se aprobó liberar aproximadamente 3 mil millones de dólares de los fondos congelados de Venezuela en el exterior, pero no se le dio la facilidad de la administración de esos fondos a Nicolás Maduro.

Muy por el contrario, se designó a la Organización de Naciones Unidas como garante y administrador de esos recursos. Eso refleja una falta de credibilidad, por lo menos, en la capacidad de administrar recursos financieros.

Por otra parte, hubo una flexibilización en las restricciones impuestas a la petrolera estadounidense Chevron para explotar petróleo en Venezuela. Pero tampoco se le da a Pdvsa la posibilidad o la facilidad de recibir alguna ganancia desde el punto de vista económico por esas actividades de Chevron.

Todo lo contrario, se garantiza que la actividad petrolera que va a ejecutar la empresa Chevron en territorio venezolano sirva para que Chevron se cobre -prácticamente autogestione- lo que Venezuela le debe en dinero.

Dos elementos que dejan muy claro la falta de confianza, la falta de credibilidad internacional hacia la administración de Nicolás Maduro.

Y como si esto fuera poco, a los pocos días -valga la redundancia- Nicolás Maduro advierte que si se quiere un proceso electoral transparente, justo, libre, democrático en Venezuela hay que primero liberar al país de las sanciones.

Subordina Nicolás Maduro el ejercicio de un derecho y un deber constitucional, como es llamar a elecciones, de acuerdo a los estándares que exige un modelo democrático y a los estándares que reconoce y acepta la comunidad internacional, a la liberación de las sanciones.

Y es que los derechos y los deberes constitucionales no pueden estar subordinados a consideración de ningún tipo. Ni por parte de Ejecutivo ni por parte de ningún otro poder constituido en país alguno, y Venezuela no es la excepción.

Las declaraciones dadas por Nicolás Maduro, subordinando el proceso electoral al levantamiento completo y definitivo de las sanciones a Venezuela, terminan de empeorar aún más la imagen del país y la poca confianza o credibilidad que aún pudiera tener su administración.