La reactivación de la economía de Venezuela depende de varios factores y uno de ellos tiene que ver con la recuperación, a corto plazo, de la industria petrolera, tomando en cuenta, tal y como señaló Cristina Tovar, presidenta de la Asociación Venezolana de Hidrocarburos, que el país aparece como uno con las mayores reservas de hidrocarburos en materia de gas, petróleo y minas en el mundo y con una «alta dependencia de ingresos de exportación del sector de hidrocarburos».
Tovar participó, junto a otros ponentes en la presentación del nuevo trabajo de investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre «el sector extractivo como palanca para la transformación productiva» de la región andina -integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela- con miras a la transición energética y sostenible de estos países.
Desde el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), ella y los demás invitados describieron los desafíos y soluciones que debe implementar la región andina a corto, mediano y largo plazo, incluyendo a Venezuela.
La experta hizo énfasis en que «Venezuela ha fallado en la atracción de inversiones competitivas del sector», un problema que, aunque se exacerba por las sanciones económicas que pesan sobre la nación, va más allá de éstas.
«Venezuela se ha quedado con una regulación sumamente rígida en materia de hidrocarburos líquidos y gaseosos, donde la forma de asociación con el Estado es a través de una empresa mixta, en las que hay que vender el crudo venezolano. Hay una cantidad de actividades reservadas del Estado, el cual hoy en día no tiene el flujo de caja para atender toda esa cantidad de actividades», dijo.
Enfatizó que el Estado venezolano, además, debe evaluar todos los factores para poder avanzar hacia la transición energética de manera eficaz y sostenible. «Estamos adaptando el modelo de negocio a lo que ya está regulado y no nos hemos sentado a ver cuál es el mejor modelo, que sea más competitivo para el sector», señaló.
Otro factor que se debe evaluar, según Tovar, es la rentabilidad del sector, «que es lo que le queda al Estado venezolano por cada dólar que invierte en el sector. En Venezuela, independiente de la metodología que puedas utilizar, está por encima del 90%».
«El Estado se transforma en el dueño del recurso, que cobra por ello, es accionista con propiedad tributaria y con potestad de elevar contribuciones parafiscales. Entonces, lo que hay que ver es cuáles de todas ellas están generando las distorsiones para atraer a la inversión», recalcó.
En relación con las medidas que a corto plazo pudiera ejecutar el Estado venezolano, Tovar destacó la modificación del marco regulatorio del sector de hidrocarburos.
«No estamos hablando de menos impuestos, sino de aquel marco que le genere mayores ingresos al Estado y que permita generar inversiones sin generar distorsiones en la inversión. Una de las cosas que se puede hacer en estos momentos es que en la Ley Orgánica de Hidrocarburos tiene regalías del 30% más el 33% cuando sumas el impuesto de extracción, pero te permite rebajarlo al 20% en la economicidad del yacimiento, cuando esa regalía no da», planteó la experta.
Otro punto en el que se debe trabajar para ver resultados a corto plazo en esta transición, según Tovar, es garantizar seguridad jurídica, patrimonial, seguridad de las instalaciones y del personal. «Hay muchos robos en las instalaciones y esas mermas evidentemente son muy difíciles de reponer, así como «trabajar en el capital humano, porque sin eso no hay industria petrolera».
BID envía tres mensajes a Venezuela
Miguel Coronado, representante del Departamento de Países del Grupo Andino del BID y representante del BID para Venezuela desde noviembre de 2021, expuso que «el sector de la industria extractiva está hoy en el centro de la atención» y que el Acuerdo de París está generando «cambios significativos» en la estructura energética global.
«Cómo resultado, las fuentes de energía fósiles están perdiendo terreno frente a las energías renovables no convencionales o no tradicionales. Sin embargo, como resultado de este acuerdo se prevé un aumento en la demanda de metales y minerales en las próximas décadas. Eso en un contexto en el cual históricamente el sector jugó un rol significativo en los países de la región andina, especialmente en Venezuela, que traemos hoy en día a colación», apuntó.
De acuerdo con Coronado, los tres principales mensajes del BID para Venezuela con este trabajo son, primero, avanzar en los cambios de patrones de consumo, «pensando en el potencial de crecimiento de la producción de bienes primarios, por la demanda de minerales».
Luego, promover «acuerdos de beneficios mutuos, que contribuyan a mitigar conflictos y promover un desarrollo sostenible» y, tercero, apostar a «la digitalización, que juega un rol importante en la industria extractiva y puede apalancar el resto de la economía».
Región andina muy por debajo de su potencial y sin reglas claras
El director del Programa de Energía para América Latina en el Centro de Estudios Energéticos del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice, Francisco Monaldi, resaltó que el potencial hidrocarburífico y mineral de la región andina y de América Latina se ha desarrollado muy por debajo de su potencial.
«En el caso de Venezuela, tiene los recursos hidrocarburíficos más grandes quizás del mundo y, sin embargo, se ha desarrollado muy poco en su potencial», precisó Monaldi, al indicar que lo mismo ocurre en Bolivia.
De hecho, aunque países como Colombia y Perú han tenido un mejor desarrollo en producción de hidrocarburos, sigue siendo menor en comparación con otros países del mundo, advirtió el experto.
«Hay que entender que esto es un sector donde el tema institucional, de credibilidad y riesgo político es tremendamente importante porque estamos hablando de un sector que tiene altas rentas en muchos casos, pero son tremendamente volátiles por el precio. Es decir, de yacimiento en yacimiento, de mina en mina, es muy diferente la rentabilidad de un proyecto a otro y muy impredecible», expresó Monaldi.
Además, uno de los problemas que más afecta a los inversionistas es un sector en el que hay «altísimos costos hundidos. Es decir, que se hacen grandes inversiones iniciales y una vez el inversionista lo hace, el Estado le puede cambiar las reglas del juego».
Rentabilidad y retos de la región andina
Osmel Manzano, del Departamento de Países del Grupo Andino del BID, aseguró que las rentas derivadas de los recursos naturales representaron, en promedio, el 8,2% del producto interno bruto (PIB) de la región andina».
También «representan el 40% de las exportaciones de los países de la región», por lo que considera que «es un sector con un peso importante dentro de los países andinos».
Lenin Balza, del departamento de Infraestructura del BID, puntualizó que los procesos de transición energética se basan en un proceso de descarbonización y de mayor penetración de energías renovables en la economía.
«El gran reto es si estos países andinos pueden cambiar esa composición de hidrocarburos a ingresos mineros, porque muchos de los países andinos cuentan con las reservas necesarias para la transición energética», agregó