Honor a quien honor merece, sin más que decir. Este domingo se llevó a cabo la ceremonia de exaltación al Olimpo de los Inmortales, al Salón de la Fama de Cooperstown, del dominicano David Ortiz, por su extraordinaria carrera como jugador de las Grandes Ligas.
David Américo Ortiz Arias, nacido en Santo Domingo el 18 de noviembre de 1975; fue firmado originalmente por los Marineros de Seattle, en el año 1992, bajo el nombre de David Arias; allí permaneció hasta 1996, cuando fue enviado a los Mellizos de Minnesota en un cambio que involucró al antesalista Dave Hollins.
Nada más llegar a Minnesota, le comunicó a la organización su deseo de ser conocido como David Ortiz. Con este equipo hizo su debut en la Gran Carpa, un año más tarde, en 1997; aquella temporada solo disputó 15 compromisos, dejó promedio de .327, con un jonrón, dos dobles y seis impulsadas.
No obstante, su paso por los Mellizos fue más bien discreto, pese a tener temporadas en torno a los 20 cuadrangulares y 30 dobletes. Años después, cuenta el propio David, que esta organización –quizás con las mejores intenciones– intentó frenar su desempeño y evolución, al pedirle constantemente que se contuviera en el plato, que fuera menos agresivo.
En el año 2003, Ortiz llega a los Medias Rojas de Boston y tanto su carrera, como su vida cambiaron por completo, dando un giro de 180°; en su primera temporada como patirrojo, quebró por primera vez la barrera de los 30 estacazos (31) y de las 100 empujadas (101), además de terminar la campaña con el mejor promedio de su carrera en una campaña completo, al promediar .288 de average.
Lo demás es historia, pura y dura, de beisbol y pelota caribe. Fueron 14 temporadas en las que el ‘Big Papi’ (apodo que se ganó a batazos) se convirtió en la cara de esta organización, a pesar de haber compartido escenario con jugadores como Manny Ramírez, Johnny Damon, Dustin Pedroia, entre otros.
David despachó 483 vuelacercas y remolcó 1530 carreras con el uniforme de Boston, además de sonar 524 dobles y dejar promedio de 290 puntos. En 20 años de carrera, terminó con 541 bambinazos, 1768 fletes, 632 dobles y faltándole solo 28 indiscutibles para alcanzar los 2500 de por vida.
Méritos para llegar a Cooperstown, y hacerlo en su primer año de elegibilidad, tuvo y de sobra. No en vano, se convirtió en el primero de los bateadores designados en ser escogido de esta forma, en su primera elección.
Cuenta David, siempre humilde y auténtico, que el mejor bateador derecho que él pudo ver en su carrera, con el swing más vistoso además, fue su compatriota y compañero (durante cinco temporadas y media) en Boston, Manny Ramírez; a quien, además, le atribuye parte de su éxito como bateador, asegurando que le ayudó mucho y le aconsejó como nadie.
Lo cierto es que Ortiz fue exaltado; uno diría que se robó el show con su discurso, pero no puede robarse algo que ya era suyo, en todo caso maravilló a los presentes con sus palabras de agradecimiento, en las que combinó el inglés y el español, y recordó los momentos y personas que marcaron su carrera.
“Gracias Dios, por darme las fuerzas todos estos años para mantenerme fuerte y con los pies sobre la tierra, con todos los altibajos y los sacrificios que tuve que hacer para estar aquí con ustedes hoy”, comenzó el homenajeado.
El ahora inmortal, aprovechó un momento para hablar de su país, la tierra que lo vio nacer, agradeciendo todo el apoyo que le brindaron en su carrera y a la gente por haberlo acogido como uno de sus hijos favoritos: “Gracias por mi Quisqueya, la bella. Nada comparado con eso”.
También se refirió a los Estados Unidos, agradecido porque le recibieron siendo un niño de 16 años y le permitieron cumplir su sueño, aprovechando también para invitar “a sus amigos estadounidenses” a que visiten ‘su’ isla.
A los Mellizos de Minnesota agradeció por la oportunidad de llegar, porque le abrieron las puertas del ‘Big Show’. “Aunque al final no salieron las cosas, aprendí de eso que si recibía la oportunidad en otro lado, iba a trabajar duro para no dejarla ir”.
Por supuesto que hubo palabras para los Medias Rojas, a donde llegó tras ser dejado en libertad por los Twins, gracias a una recomendación de su compadre y amigo Pedro Martínez, otro inmortal; pero más que al equipo, David se refirió con mucho cariño a la ciudad.
“Cuando pienso en Boston, pienso en el 2004, el 2007 y por supuesto, el 2013, después de que la ciudad fuera conmocionada por el atentado terrorista. Cuando pienso en Boston, pienso en ese último juego, estando parado en el Fenway Park… se sentía como que toda Nueva Inglaterra estaba conmigo y demostrándome todo su amor”.
El ‘Papi’ recordó la bomba estallada durante el Maratón de Boston de aquel 2013: “nunca he visto una comunidad reaccionar y unirse como Boston”. Meses después, el dominicano se convirtió en el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, luego de conquistar su tercer título en nueve años; mucho que decir, para un equipo que tenía 86 años sin ganar antes de 2004.
“Siempre estaré ahí para ustedes, Boston”.
Claro que Ortiz también tuvo palabras para sus padres, especialmente recordando a su mamá, fallecida en un accidente de tránsito en el año 2002. “Mi mamá era una persona joseadora, fajadora, una mujer incansable. Siempre quería dar a los hijos suyos lo mejor, igual que papi. Mami lo era todo para mí. Cada vez que daba un jonrón, miraba hacia el cielo. Te amo mami, dondequiera que Dios te tenga”, destacó el ‘34’ de los Medias Rojas.
Cabe destacar que, cuando llegó el momento de que el ‘Big Papi’ subiera a la tarima, este lo hizo con ese particular gesto, como dedicándole este gran logro a su madre.
Los otros inmortales de la clase 2022
Este domingo, acompañando a David Ortiz a la inmortalidad, también fueron exaltados al Salón de la Fama Tony Oliva y Jim Kaat, además de los difuntos Bud Fowler (1858-1913), Gil Hodges (1924-1972), Buck O’Neil (1911-2006) y Minnie Miñoso (1925-2015).
“Gracias a todos estos Salón de la Fama que me mantuvieron en la boleta durante 45 maravillosos años. No puedo creer que esté aquí hoy; nunca pensé, en mi vida, que yo iba a estar aquí”, reconoció Oliva, hoy con 84 años recién cumplidos, a la vez que confesaba que su sueño era simplemente jugar pelota en Cuba, si era posible.
También agradeció a la organización de los Mellizos de Minnesota, a la que ha estado vinculado por más de seis décadas, asegurando sentirse bendecido, pues el trato siempre ha sido de primera clase. Asimismo, tuvo palabras para rendir tributo a la memoria de Saturnino Orestes ‘Minnie’ Miñoso.
“Estoy bien orgulloso de poder ingresar al Salón de la Fama hoy junto a Orestes. Para nosotros, Miñoso era nuestro Jackie Robinson”.
Cabe destacar que Miñoso fue el primer jugador de raza negra y origen cubano en llegar a las Grandes Ligas, en 1948 con los Indios de Cleveland, un año después de que Robinson rompiera la llamada “barrera del color”.
Asimismo, Oliva cerró su discurso recordando y agradeciendo a su Cuba natal, afirmando sentirse orgulloso de ser cubano. “Sé que muchos cubanos están viendo lo que está pasando aquí. Ellos me apoyaron en Cuba y aquí en los Estados Unidos y en cualquier parte donde estén. Cada momento que pasa, mi mente está en mi Cubita”.