Rosmel Rodríguez, a sus 32 años, está a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático. Desde hace un año es embajador del Pacto Climático Europeo y -según cuenta- es «en reconocimiento por mi trabajo y activismo medioambiental». Dice que también es por su contribución en el desarrollo e implementación en Portugal, país donde reside actualmente, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Esto lo logró «por medio de mi ONG ZORA – Associação de Jovens Marcoenses y el think tank español SYLO, donde colaboraba. Además, tuvo mucho peso el hecho de que logré desarrollar un plan de acción municipal en el Municipio de Marco de Canaveses para implementar los 17 ODS».
Este joven, nacido en Caracas, pero criado en Tenerife, España, también es presidente del Comité Europeo de Global Peace, designado por el coordinador general de esa organización, Kobla Assamani, a quien conoció en una conferencia en 2020. «Necesitaban expandirse a Europa y les gusto mi perfil», señala sobre esa experiencia.
A los 20 años regresó a su país natal para estudiar Ciencias Politicastro en la Universidad Central de Venezuela. Posteriormente, obtuvo un MBA en la EUDE Business School de Madrid. También tiene un posgrado en Gestión para el Desarrollo Sostenible en la Universidad de Cambridge y otro en la London School of Economics LSE en Análisis de Políticas Públicas.
En estos momentos, cursa un doctorado en Democracia en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, Portugal. Y en entrevista exclusiva para HispanoPost, aseveró que el cambio comienza por cada uno de los individuos si estos actúan como masificadores del mensaje en sus comunidades.
–¿Qué está haciendo la organización que representas para lograr concientizar a los individuos sobre el drama del cambio climático?
-En Global Peace estamos enfocados en desarrollar los diálogos intergeneracionales, que es una especie de focus group donde buscamos jóvenes y profesionales de cada continente para que ellos expongan sus inquietudes y proyectos basados en desarrollo sostenible.
Sobre todo nos basamos en los jóvenes líderes, para que ellos expongan qué están haciendo a nivel local y gubernamental, porque la agenda 2030, pese a que es un plano de las Naciones Unidas, enfocada para los Estados, está buscando descentralizarse y lograr una acción más local, ya que tenemos 50 años haciéndolo de arriba hacia abajo. Vamos a hacerlo ahora de abajo hacia arriba para ver a la comunidad organizada.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contienen 17 objetivos, con más de 160 metas, con más de 200 indicadores y son bastante amplios, que van desde garantizar el hambre cero, el acceso a la educación y la igualdad de género, hasta la protección medio ambiental, del cuidado de los océanos, entre otros. Son bastante amplios, dan bastante rango de acción, desde un ministerio hasta un consejo comunal.
–¿Cuál es el estatus de Venezuela, frente a las ODS?
-No tengo claro si Venezuela firmó el compromiso de las Naciones Unidas. Sé que el concejal Oscar González quiere elaborar una ordenanza municipal para implementar las ODS en el municipio Chacao. Será el primer municipio que haga esto en todo el territorio nacional. Yo voy a colaborar con ellos porque yo he elaborado varios planes en municipios de Portugal y Egipto.
Siempre intento meter a un joven venezolano en los proyectos de Global Peace, sino también otras personas como Argenis Angulo, presidente de la J6 internacional, que es un movimiento de jóvenes. Sé que hay muchos jóvenes trabajando en los ODS actualmente, de forma individual y ONG aquí, junto a las Naciones Unidas, pero no sé el impacto que están teniendo. No tenemos las mediciones de los ODS en Venezuela.
–¿Cómo pueden participar los jóvenes en estos proyectos?
-El principal requisito es tener motivación. Tener una idea, organizarse y trabajarla. Al final todos los municipios, hasta el gobierno nacional, trabajan las ODS solo que no lo exponen. Si tú creas un plan para implementarlo en una escuela, inclusión de género o protección medio ambiental, ya estás trabajando los ODS, que se basan en formación, debate y luego aplicar eso en la sociedad. Planes que funcionen para ponerlo en las páginas que hacen la evaluación y que salga reflejado que en Venezuela se está trabajando en tales y cuales objetivos de desarrollo sostenible.
La idea de Global Peace y del Pacto Climático Europeo es la divulgación. Hay tres formas de abordar el cambio climático. A través de la adaptación, es decir, los países que no pueden luchar contra ello y nos vamos a adaptar. La mitigación, que es reducir los niveles de carbono y la divulgación de esto. Comenzar a regar la información de manera que podamos democratizarla, porque muchas de estas cosas están en papers académicos que, por lo engorroso, no todo el mundo los va a leer. Es ofrecerlo de forma muy sencilla para que la gente en su día a día pueda verlo y empiece a crear esa relación diferente con la naturaleza y el medioambiente.
–Si los proyectos presentados no se ajustan a los intereses o posibilidades de Global Peace, ¿ustedes están en la posibilidad de canalizarlos a través de otras ONG?
-Si nosotros no tenemos el presupuesto para ayudar a estos muchachos, buscamos otros métodos de financiamiento o buscamos otras organizaciones internacionales que les ayuden a materializar sus proyectos. Al final, esto es una lucha de presión. Luchar contra el cambio climático es una lucha antisistema, porque hay que modificar toda la estructura del sistema y se trata de algo muy complicado. Pero porque sea complicado no se va a dejar de intentar.
En el punto de retorno
Rodríguez, politólogo y activistas internacional, insiste en que si no se toma conciencia prontamente, las consecuencias podrían ser catastróficas, dejando de lado “la vida tal cual la conocemos”. Añadió que, de acuerdo con las estimaciones globales, el tiempo límite para alcanzar estos cambios será en 2030.
–¿Qué tan grave es la situación en el mundo?
-La meta es 2030 porque las proyecciones indican que si no cambiamos nuestro estilo de vida antes de 2030, el planeta va a transformarse porque estamos a 1.5 grados del no retorno. Tal vez aquí, en la ciudad, no lo notamos porque no estamos tan inmersos en la naturaleza, pese a que tenemos a ese guardián enorme -señala el Ávila- aquí atrás, pero hay muchas regiones que se están viendo afectadas.
Yo vengo de Portugal. Hace dos semanas estábamos a 43 grados de temperatura en la sombra, normal en verano. Algo que a la gente le parecía ridículo ‘no saquen a los perritos a la calle’ y la gente preguntaba por qué. Era que se iban a quemar las patitas porque el piso estaba a 60 grados. Yo salí y puse los pies y fue horrible en verdad. En la calle donde yo vivo había dos vagabundos y ahora están en el sótano de la casa porque sino se van a morir.
–¿Es posible lograr tal cambio desde los países subdesarrollados?
-Aquí se puede empezar a trabajar, pero si la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero los producen el norte global, es decir, los países desarrollados; qué tanto impacto va a tener que un individuo o un colectivo en el sur global lo haga.
El 1% de la población contamina más que el restante. Esos son los dueños de las grandes industrias, entre otros, esto es un problema económico. El sector productivo del planeta tierra es el que mayor contribuye a los gases efecto invernadero, hay que reinventar el sistema. No estoy hablando de implantar un nuevo sistema económico. Es dentro las visiones de cada cual como el ecosocialismo, capitalismo verde, empezar a implementar el desarrollo sostenible. También está la búsqueda de la armonía entre el crecimiento económico, el desarrollo social y la protección medioambiental.
–¿Qué podemos hacer en Venezuela?
-En el área ambiental, creo que primero hay que empezar por la concientización ambiental, sobre todo en los jóvenes porque van a ser los primeros afectados. Venezuela o el sur global en general, lo que han llamado durante muchos años ‘países en vía de desarrollo’, se deben centrar mucho en la concientización ambiental porque tenemos muchas zonas vulnerabilizadas.
Cómo le explicas a alguien en Petare o en el Oriente que tiene que cambiar sus hábitos, que tiene que reciclar y pensar día a día qué está haciendo para evitar el cambio climático y qué hacen ellos que contribuya al cambio climático. Ellos no van a hacer eso. Yo me dedico a eso porque tengo las condiciones y materiales para hacerlo, Pero si uno empieza a crear esa conciencia, podemos generar un cambio sustancial. Son medidas desesperadas porque esto se tenía que haber hecho hace 50 años atrás y estamos a 1.2 grados de temperatura por encima de lo normal.
–¿Cuál es nuestra misión como individuos?
Cada uno de nosotros debe motivar a las personas a que se documenten y que sean agentes multiplicadores de este mensaje; para crear una conciencia colectiva y una racionalidad ambiental. Para que uno diga: ‘Coye, vamos a intentar cambiar esto, porque si no lo hacemos nosotros, no lo podremos cambiar. La vida tal y como la conocemos va a terminarse’. Cambiar también nosotros, cambiar nuestra forma de pensar, hasta hace poco hemos tenido una cultura y justicia medioambiental, vemos la naturaleza como si nos perteneciera.
Creemos que el Salto Ángel, el Ávila nos pertenecen y no. Vamos a defenderlo y a cuidarlo, porque ellos son sujetos de derecho, tal y como los humanos. Tenemos que dejar ese ego de que el planeta es nuestro, y no, nosotros somos parte del planeta y tenemos que protegerlo porque son iguales a nosotros.