El acto de grado para un estudiante universitario es el último paso antes de llegar oficialmente al mundo laboral. Durante cinco años o más convive con otros compañeros, profesores y personal administrativo. Y si bien el conocimiento es el principal objetivo, sin duda el último año de carrera es el más esperado.
Sin embargo, desde el año pasado, debido a la pandemia, todo dio un giro de 180 grados: se suspendió cualquier acto que involucre una cantidad grande de personas o aglomeraciones, y eso incluye el tradicional acto de grado para conmemorar el esfuerzo de los universitarios.
El 13 de marzo del año pasado, la administración de Nicolás Maduro anunció la suspensión presencial de las clases. Ese día muchos estudiantes se encontraban dentro de las universidades y con angustia y confusión empezaron a abandonar las casas de estudio.
Stephany Armas, licenciada en Comunicación Social y para el momento estudiante de la Universidad Monteávila, comentó que en ese preciso día todo quinto año se encontraba entregando el proyecto final de grado. Después de eso ya tenían el lugar donde iban a celebrar, lo cual que no sucedió.
Por su parte, Horacio Molina, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela, relató que a tan solo una semana de finalizar clases suspendieron todo tipo de actividad en su facultad y en toda la institución.
Para él, lo que debía ser una semana se transformó en casi cinco meses. Pero en comparación con Armas, aún sigue a la espera de obtener el título. Por ejemplo, la UCV solo logró graduar a 150 estudiantes de Medicina y Odontología en el transcurso de noviembre y principios de diciembre de 2020.
Las realidades de cada universidad son diferentes, pero en las públicas se nota un retraso mayor en la realización del acto de grado. Molina afirmó que no fue sino hasta septiembre del año pasado que se retomó 20% de la actividad administrativa. Añadió que el problema no solo radica en la pandemia, sino también por el déficit de personal por el bajo salario que reciben.
Su graduación estaba pautada para la primera semana de julio. Sin embargo, él, junto a 50 personas de su promoción, siguen en la espera y con esperanza de que la entrega de títulos se logre realizar en algún momento.
“Es angustiante, frustrante y desesperante”, así lo describe tras seis años de estudio. Él y otros estudiantes formaron parte de una comisión encargada del estatus y seguimiento de la situación de los graduandos, en representación de la Federación de Centros Universitarios de la UCV. Aseguró que el proceso no se logra terminar por falta de plataformas y servidores.
Un poco diferente es el caso de las universidades privadas. Estas han logrado organizar la entrega de títulos por Administración, pero son pocas las personas que deciden retirar el titulo por esta vía. La mayoría de quienes lo hacen es con el propósito de seguir con sus planes de irse del país, así lo señaló Juan Juárez, estudiante de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello.
Él logró terminar su último semestre vía online, que describió como “horrible”. Contó que hasta los momentos solo pudieron organizar un brindis virtual. La promoción que le antecede realizó el acto en noviembre, mientras que la suya tenía fecha para el 29 y 30 de abril de este año.
Dijo que pocas semanas antes de la tan esperada fecha recibió, por parte de las autoridades universitarias, un correo con la nueva suspensión por el alza en los casos de COVID-19.
“Siento alivio por la superación, porque aquí hubo un pico en el número de casos. Pero, por otro lado, fue una semana super triste porque nos suspendieron el acto y el viaje a La Tortuga”, agregó.
Daniela Best, también estudiante de Comunicación Social, pero de la Universidad Monteávila, se refiere a su último año como “complicado”. El no tener contacto con los compañeros y debido a la complicación administrativa en la casa de estudio, la cual todavía está en proceso de adaptación a la nueva modalidad, lo hacen difícil.
Así que los estudiantes permanecen en la espera de las graduaciones, obviando el resto de las celebraciones, intentando entender cómo se realizarán, cuál será el protocolo y aceptando que solo podrán tener dos acompañantes, en el mejor de los casos.
Están a la deriva de cómo serán las medidas, quizás se parezcan a la graduación de Stephany Armas, en la cual ella misma le tocó colocarse la medalla, pero todos concuerdan que no será igual que antes.