De alguna manera se puede decir que Miguel Cabrera es el último mohicano de una camada de estrellas criollas, esa que disfrutamos durante las dos primeras décadas del tercer milenio. El propio jugador ya puso fecha al fin de su carrera y está cada vez más cerca. Sin embargo, el testigo parece quedar en buenas manos.
Miggy es, para las nuevas generaciones, lo que Andrés Galarraga fue para la suya: una referencia, un ejemplo, un modelo a seguir. Ahora, el futuro y el presente mismo están en manos de los Acuña, los Torres, los Contreras, los Rodríguez, entre otros.
Ronald Acuña Jr.
Desde ya, desde el propio inicio de su carrera, el muchacho de La Sabana se mostró como un perfecto candidato a tomar el estandarte de los venezolanos para liderar la nueva era. Durante su estancia en las Ligas Menores ya se mostraba como un súper prospecto y daba indicios del grandeliga que podía ser.
Cuando finalmente le llegó la hora de graduarse y fue subido por los Bravos de Atlanta, lo hizo con un desparpajo y una irreverencia que hacían difícil creer que se estaba hablando de un novato. No hubo timidez, Acuña llegó a las Grandes Ligas tumbando la puerta… a batazos.
En su primer año, el sabanero largó 26 estacazos, disparó el mismo número de dobles, fletó 64 rayitas, anotó 78 y -además- ligó para .293 de promedio. Se robó 16 almohadillas para dejar claro que estábamos hablando de un pelotero de las cinco herramientas y fue seleccionado como el Novato del Año de la Liga Nacional.
Acuña, a partir de allí, no ha frenado en su proyección y no ha hecho más que subir la barra año tras año. Para la temporada siguiente, la de 2019, el criollo puso números que lo ponían a competir por otro de los premios más prestigiosos de la liga, el del Jugador Más Valioso.
Superó la marca de lo 40 jonrones (41), coqueteó con ser un 40-40 en apenas su segundo año (se estafó 37 bases), rompió la barrera de las 100 empujadas y anotadas (101-127) y volvió a ser un buen bateador de promedio, con un .280 bastante respetable.
Luego vino el 2020 y todo el caos que trajo consigo. La pandemia demoró la llegada del ‘Opening Day’ por casi tres meses, fue una temporada corta, atípica, extraña, en la que la mayoría tuvo un performance por debajo de sus capacidades. Sin embargo, Acuña sacó 14 pelotas, empujó 29 carreras y anotó 46, en el mismo número de compromisos.
Eso que coloquialmente llamamos ‘matar la liga’, fue lo que estuvo haciendo el muchacho de La Sabana mientras pudo mantenerse en play durante la campaña de 2021. Se venía mostrando como el caballo, como el líder absoluto de los Bravos de Atlanta, el que tira del carro; hasta que llegó el lamentable día en que una lesión lo dejó fuera de acción por el resto del calendario.
Llegó a disputar 82 encuentros, apenas uno más de la mitad de los pautados para la temporada. En ese lapso, alcanzó a pisar el plato 72 veces, envió a 52 corredores a la registradora, se fue para la calle en 24 oportunidades y sonó 19 dobles, dejando un promedio de .283, antes de que una rotura del ligamento cruzado anterior de su pierna derecha lo sacara de circulación; fue la única forma en que pudo ser detenido. Su porcentaje de embasado terminó en .394.
Sin embargo, a sus 23 años (cumplió los 24 en diciembre), Ronald puede presumir de tener su primer anillo de Serie Mundial, pues sus Bravos de Atlanta -quizás tomándolo a él como inspiración- trabajaron duro durante la segunda mitad, para coronarse en el clásico de otoño que tenían casi 30 años sin disputar.
2022 será, casi con total seguridad, un año de revanchas para este joven de La Guaira que ya parece listo para caminar solo en el apasionante mundo de la Gran Carpa.
Gleyber Torres
El debut de Gleyber Torres en Grandes Ligas fue tanto similar, como paralelo, con el de Ronald Acuña Jr. Sus dos primeras temporadas en el ‘Big Show’ parecía una competencia sana entre los dos criollos. Además, Gleyber tenía a su favor el estar jugando en Nueva York, para la difícil y siempre exigente fanaticada de los Yankees.
En Ligas Menores, Torres siempre había jugado como campocorto; sin embargo, la urgencia de los ‘Mulos’ de que alguien hiciera el trabajo en la segunda almohadilla, provocó una llamada antes de lo previsto para el caraqueño, para que tomara la intermedia del Yankee Stadium.
Sin presiones, sin amilanarse, el ‘De Caracas’ se apoderó del puesto cuatro del infield yankee, con un buen trabajo a la defensiva y un sobresaliente cuando de batear se trataba. Aquel 2018, Gleyber puso promedio de .271, que sin lesiones pudo ser mejor; pero, además -sorprendiendo a propios y extraños- sacudió 24 jonrones y remolcó 77 carreras. Por supuesto que, las comparaciones con leyendas de la franquicia, como Mickey Mantle o Joe DiMaggio, no se hicieron esperar.
El venezolano tomó una buena cantidad de votos para llevarse el premio al Novato del Año, pero tuvo la mala fortuna de coincidir con la irrupción de Shohei Ohtani y su doble rol (pitcher y bateador), que dejó sin efecto a cualquier otro contendiente. Torres terminó tercero en la carrera por el galardón, pues su compañero de equipo, Miguel Andújar sacó ventaja cuando Gleyber bajó su producción por molestias físicas.
Asimismo, al igual que su compatriota, en 2019 Gleyber Torres solo subió un poco más la barra. En esta oportunidad, la llegada de DJ LeMahieu y las lesiones de Didi Gregorius provocaron que el venezolano alternara su tiempo de juego entre la segunda base y el shortstop.
Aun con sus carencias defensivas, GT no desentonó con el guante, mientras que con el bate estaba siendo incluso mejor que en su primer año. El ‘25’ de los Yankees dejó promedio de 278 puntos, disparó 38 vuelacercas y remolcó 90 carreras para la causa. Además, conectó 26 dobles y anotó 96 rayitas.
En los años siguientes, 2020 y 2021, el chamo de Caracas no las ha tenido todas consigo. Sus problemas defensivos se fueron agravando y su rendimiento con el bate fue disminuyendo gradualmente. Entre las dos temporadas tan solo suma 12 cuadrangulares y 67 impulsadas; perdió la confianza de su mánager y la titularidad como torpedero, siendo movido nuevamente a la segunda base, donde dio señales de mejoría hacia finales de 2021.
Una vez más, en su paralelismo con Acuña, guardando las distancias, se supone que 2022 debiera ser un año de revanchas para Gleyber Torres, una nueva oportunidad para demostrar de lo que es capaz de hacer o para recordárselo a los fanáticos, a la organización y a sí mismo.
Eduardo Rodríguez
Desde la lomita, el zurdo de Valencia ha sido la mejor carta de Venezuela en los últimos años. Llegó a las Grandes Ligas en 2015 y jugó seis campañas para los Medias Rojas de Boston. El COVID-19 y sus secuelas lo privaron de subirse al morrito en 2020, pero en 2021 llegó a dar muestras del pitcher que es.
Hasta ahora, su mejor año en Las Mayores ha sido el de 2019, cuando dejó récord de 19 ganados y seis perdidos, con una efectividad de 3.81, en 203.1 innings de labor. Esto -y la lesión de Chris Sale- lo hicieron merecedor de ser designado como el as de la rotación patirroja para 2020 y 2021.
Como dijimos anteriormente, en 2020 el zurdo no pudo lanzar en Grandes Ligas; y por cosas del destino, tampoco pudo asumir la responsabilidad de ser el abridor del Juego Inaugural para 2021. Sin embargo, Rodríguez, con mucho altos y bajos -eso sí-, ganó 13 encuentros para los Medias Rojas en la reciente temporada, cargó con la derrota en ocho de sus salidas y dejó efectividad de 4.74; no obstante, tuvo momento de gran dominio sobre los rivales.
Una vez terminada la temporada, el equipo de Massachusetts le hizo una oferta calificada (esta es por un año y 18.4 millones de dólares), que ‘El Gualo’ prefirió rechazar para probar suerte en el mercado de agentes libres.
Pocos días después, se dio a conocer la noticia de que el valenciano había llegado a un acuerdo con los Tigres de Detroit, por cinco temporadas y 77 millones de dólares.
Los hermanos Contreras
Willson Contreras es ya un jugador consagrado, que poco a poco se ha ido ganando un lugar como uno de los mejores y más completos receptores de la actualidad. Debutó en Grandes Ligas, con los Cachorros de Chicago, en 2016 y desde entonces se ha afianzado como un referente.
Campeón de la Serie Mundial en su año de debut, Contreras es también el último sobreviviente de aquella generación dorada de oseznos, donde compartió vestuario con Anthony Rizzo, Kris Bryant y Javier Báez. Todos partieron a otros destinos a mediados de 2021, cuando el equipo de la ciudad de los vientos se desmanteló casi por completo.
Willson sonó como una posible pieza de cambio y los pretendientes no les faltaban, pero la organización opto por mantenerlo en sus filas. Sobrio en defensa, con un gran manejo de sus lanzadores; un bate decente que puede promediar cerca en torno a los 270 puntos y despachar entre 20 y 25 jonrones por temporada. Sin duda, es una pieza apetecible para cualquier equipo.
Su hermano menor, William, viene de titularse campeón con los Bravos de Atlanta, también en su año de novato, porque, aunque debutó en 2020, solo disputó cuatro compromisos. También receptor, con características similares a las de su hermano. Se espera que, para 2022, este peleando la titularidad con el veterano Travis d’Arnaud.