Venezuela es un país lleno de lugares maravillosos plenos de historia y cultura que se ha incrementado con los años, fruto de la idiosincrasia del ciudadano que siempre está buscando e indagando.
Pero si de lugares llenos de fe se trata, Petare no se queda atrás con su popular casco histórico lleno de casas propias de la colonia, pasadizos empedrados y, por supuesto, su iglesia.
Es allí donde todo comienza, al poder ver piezas que datan de hace 400 años con gran valor religioso como es la imagen del Dulce Nombre de Jesús, un niño con rostro de inocencia, que atrae a todos al sonreírle.
Antiguamente la bajada del Niño se hacía en privado, pero desde el año 2016 se hace en público para que todos puedan presenciarlo.
Su fiel custodia principal desde el año 1972 es Amelia Cecilia Rodríguez Rivas, quien asumió el gran reto que le dio el presbítero William Duque Salamanca al entregarle la imagen del Niño para cuidarla.
“Ha sido mi gran experiencia católica, apostólica, romana y he tenido la gran alegría de haberlo recibido y he tratado de hacer todo lo posible con sus atuendos, sus trajes cuidando a una imagen tan antigua”, relató quien desde muy joven se dedicó por entero al tierno Niño Jesús.
Han pasado 49 años y ella sigue allí, como una madre adoradora y consentidora cuidando, amando y, sobre todo, vistiendo la histórica imagen.
Actualmente Amelia tiene 83 años de edad, pero tiene una memoria invaluable, por lo que es capaz de recordar cualquier detalle referente al niño.
Sobre la procedencia de la sagrada reliquia, resalta que algunos dicen que ya tenía 24 años de creada antes de su llegada en 1621 a la parroquia, por lo que se habla de más de 400 años.
Sobre los misterios en torno a este simpático niño, Amelia relató que en una ocasión cuando la estaban restaurando con Odilio Zuloaga, el mismo que también realizó un gran trabajo de recuperación del Nazareno de San Pablo, “encontramos un mensaje dentro de su cuerpo que ninguna imagen lo trae y yo lo entregué al arzobispado y estoy en espera de eso, no sé si lo llevarán al vaticano”.
“Siempre he tenido mi gran misión en él y siento algo muy especial por él que no se puede explicar espiritualmente. Todo lo que me pasa se lo entrego a él”, agregó Amelia.
Sobre la vestimenta explicó que todos sus trajes son de gala y cuando se lo entregó la familia Guevara, lucía un color carmesí. Desde ese momento han variado dependiendo de la ocasión o alguna promesa que alguien hace.
“Ahorita le he cambiado a varios colores y me asesoro con promesas que hacen y yo recibo los trajes”, dijo, dejando claro que no se trata de un vestido, sino un tapete de un solo cuerpo cerrado por detrás y abierto hacia adelante.
La primera ropa que le hizo data de 1972 y consta de un vestido tipo campana en color verde manzana que aún se mantiene en excelente estado.
Cuenta que al Niño le entrega su vida para que disponga de ella: “No estoy pensando que me voy a morir, sino que él decide”.
Patrimonio de Miranda
El pasado domingo 31 de enero se celebró la fiesta de los 400 años del niño amado por los petareños, que fue vestido con su elegante traje rojo oscuro con detalles en dorado.
Durante la santa misa, autoridades de Miranda condecoraron la sagrada reliquia con la bandera del estado, con lo que quedó claro que es patrimonio importante para la entidad.
La misa estuvo presidida por monseñor José Trinidad Fernández, obispo auxiliar de Caracas, quien destacó que Dios se hace niño para que en su inocencia “nos haga creer que hay palabras de liberación” haciendo referencia a la liturgia del día.
“Tenemos que tener presente que el Dulce Nombre de Jesús tiene como misión vencer el mal en el hombre y en el mundo para volver a mirarnos como hermanos”, dijo.
El padre Miguel Vargas, párroco del Dulce Nombre de Jesús de Petare, también estuvo presente y manifestó que el pueblo está confiando nuevamente en el amor del Señor.
“Hay que ser optimistas, sentir la luz de Dios y la seguridad que Dios nos cuida y como párroco es una experiencia única al ver a la gente con la emoción y el sentido de pertenencia para hacer que Petare sea buena noticia”, indicó.
Finalmente envió un mensaje de esperanza y descubrir el amor en el rostro angelical del Señor en medio de las dificultades, porque él sigue levantando a su pueblo.
Cofradía Dulce Nombre de Jesús de Petare
El 8 de febrero de 1857 se fundó la Cofradía Sociedad de Jesús la cual se encargaría de celebrar las fiestas patronales y las actividades de beneficencia.
Con el pasar de los años se convirtió en la Cofradía Dulce Nombre de Jesús de Petare, que forma parte del conjunto de grupos de la parroquia petareña del centro histórico.
Néstor Seijas Cáceres es el subcoordinador de la Cofradía y junto a Amelia trabaja para mantener y preservar todo el arraigo histórico de una de las parroquias más querida por los feligreses.
“Estoy en la parroquia desde los cuatro años, pero ayudando con las fiestas del Niño ya tengo 13 años, tratando de mantener algo que ella trae”, contó emocionado por el amor y dedicación que le pone a todo lo que realiza en este lugar.
Sobre la tan admirada imagen del Niño, Néstor sabe muchos detalles y los cuenta. Explica que la tanto la imagen original como la réplica son especiales para los petareños y que en las fiestas cada una tiene su día especial, ya que el sábado se pasea la réplica y el domingo la original.
No obstante, este 2021 la pandemia cambió todo y solo salió la imagen original bendiciendo a su pueblo y esperando vengan mejores tiempos.
Pese a todo, Néstor asegura que tiene mucha fe que todo esto pasará con el favor de Dios y por ello le pide al Niño derrame sus bendiciones en su pueblo.
“El Niño Jesús es muy especial, para mi es dulzura, es paz, es quien le ha dado paz en momentos difíciles”, manifestó. Dijo que en momentos tan difíciles como los actuales, le pediría salud para todos aquellos que sufren en los hospitales del país esperando por un medicamento.
El Niño visita las escuelas de su parroquia
La réplica de la sagrada imagen del Dulce Nombre de Jesús es llevada con mucho fervor en un recorrido por todos los colegios que forman parte del centro histórico de Petare a inicios de año, pero desde hace tres años no ha realizado su habitual recorrido porque se está deteriorando.
No obstante, los feligreses siguen adorando y cuidando de estas piezas históricas. Uno de ellos es Félix Chiquito, quien hace 10 años llegó a la parroquia buscando sanar heridas por la muerte de su padre.
“Cuando entro en la parroquia veo que hay un niño de más o menos seis años de edad con una mirada tierna, dulce como su nombre y comprendí que Dios es tan grande y misericordioso que se hace niño para salvarnos”, dijo.
Y así fue que se quedó en la parroquia, de la mano del simpático niño que llama a sus pobladores a su casa con cariño invitándolos a servir a su padre. “Le pido al Dulce nombre de Jesús que mantenga en nosotros encendido el fuego de su amor y que aparte la pandemia”, señaló.
Historia de la reliquia
La iglesia de Petare esa una edificación que data del 17 de febrero de 1621, cuando nació el pueblo de doctrina del Buen Jesús de Petare, fundado por Pedro Gutiérrez Lugo y el padre Gabriel de Mendoza. Comenzó por una modesta ermita que se transformó en capilla, para luego ser el templo parroquial.
No obstante, no fue sino hasta 1646 que se iniciaron las festividades del Niño y es por ello que las fiestas patronales están muy unidas a la del pueblo de Petare, lo que varían son solo años.
Antiguamente estas fiestas se celebraban el 3 de enero, ya que coincidían con el Día Universal del Dulce Nombre de Jesús, pero con los años se comenzó a celebrar el último domingo del mes de enero hasta la actualidad.
Sobre la reliquia religiosa del niño, se sabe que la pieza original data de 1650, según el inventario de ese año, y que fue elaborada por fray Antonio Félix Herrera en bronce y estaño con un recubrimiento policromado.
Ya para 1933 la catequista Carmela García León, nacida en Maiquetía y después residente de Petare, talló en madera una réplica del niño Jesús. Ella también es bien recordada en Naiguatá, donde llevó una réplica tallada por ella misma del Cristo de la Salud de Petare, a quien se le atribuye la sanación del pueblo durante la “Peste Negra”.
Esta pieza fue bautizada como el Cristo de Naiguatá y hoy en día es venerada por los pobladores de esa entidad.