Bajos incentivos y ausencia de garantías dificultan la transición

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    Venezuela es un país golpeado. Su gente sobrevive en estos días con profundo temor a la pandemia del COVID-19 que podría llevarlos a la muerte -como en todo el planeta- pero aquí el sistema hospitalario está desmantelado y si alguien se enferma, no hay gasolina para poder trasladarlo. 

    En medio de esta situación extrema se ha producido un anuncio por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos: se acusa a Nicolas Maduro, entre otros, de narcotraficante y se ofrecen 15 millones de dólares por su entrega. Paralelamente, se lanza una propuesta para un gobierno de transición. Días después, el Comando Sur informa sobre maniobras en el Mar Caribe para impedir que barcos cargados de droga transiten por esas aguas. A partir de esto hay quienes se preguntan: ¿Es realmente esta una amenaza creíble? ¿La propuesta contempla incentivos reales que rompan las coaliciones en el poder? 

    Pero cuando se profundiza en la información a otros le saltan interrogantes como ¿es esto una táctica del presidente Donald Trump para ayudar a Venezuela o una estratagema para ganar las elecciones en el estado de Florida? ¿Qué sucederá si la pandemia merma y Maduro sigue ostentando el poder? ¿Es cierto que solos no podemos, que ya se acabaron todas las alternativas?

    Consultamos a tres expertos conocedores del comportamiento de los venezolanos, quienes han medido cuantitativamente y a lo largo de los años las preferencias, han interpretado las razones y motivaciones y, sobre todo, han hecho escenarios.

    John Magdaleno, Félix Seijas, y Luis Vicente León responden las mismas preguntas. Analizan, con base en los datos actuales, lo que está sucediendo y lo que podría suceder dentro de una situación que no se ve clara y cuyos caminos podrían conducir a una Caja de Pandora con sorpresas inquietantes. 

    Félix Seijas: 

    -¿Es realmente un incentivo para el entorno de Nicolás Maduro el hecho de que el Departamento de Justicia haya puesto un precio a su entrega?

    -Algo así siempre va a levantar deseos, el asunto es si las condiciones en que esto sucede permiten que tal deseo pueda llevarse a cabo. El costo de la disidencia en el chavismo es muy alto y existen condiciones que hacen sentir que la probabilidad de tener éxito en tal aventura es bajo. 

    Llegamos al punto clave en todo esto: ¿hay contactos adelantados desde Estados Unidos con factores de peso dentro del chavismo como para hacerles sentir que la posibilidad de lanzarse a una jugada como esta es segura? Si esto está ocurriendo, pueden pasar más cosas. De lo contrario, es difícil que esto del precio por Maduro conduzca a algo más en el corto plazo.

    -¿Qué garantías le da al sector militar la nueva propuesta de Estados Unidos? ¿Es realmente atractiva para ellos?

    -La propuesta luce atractiva hasta que vemos que el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, no entraría en el escenario de la transición planteada. Padrino es una figura que de alguna manera estabiliza las fuerzas que se mueven dentro del estamento militar.

    Adicionalmente, y siendo la Fuerza Armada una institución pragmática, una transición, para que le parezca atractiva, debe lucir segura, en particular en lo que respecta al impacto de la institución armada durante y después de ese proceso. En este juego es fundamental el carácter de los actores que la protagonizarán. ¿Es la oposición un actor que les transmita esa seguridad? Hasta ahora parece que no.

    -¿Qué podría suceder si la pandemia va mermando y no se produce ninguna acción que indique que Maduro se retira para abrir el paso a una transición política?

    -Maduro tiene que resolver el problema de caja. Esto le genera hoy, y lo hará también mañana, retos importantes. La pandemia llega en el momento en que la oposición trataba de hacer despegar una vez más la presión social a través de la movilización de calle. Para Maduro fue una oportunidad a la que echó mano de inmediato. Las medidas tempranas que se tomaron le permitieron, como lo siguen haciendo hoy, contener cualquier posibilidad de brote social. 

    Aquí la clave es el tiempo que dure la emergencia por la pandemia y la sensación de tragedia (una posible ola de muertes extendida por el país) que estará ligado a lo que ocurra en las próximas semanas. También es clave como se maneje la oposición en esta coyuntura. Su objetivo debe ser que el liderazgo referencial, es decir, que la figura de Juan Guaidó logré sobrevivir y permanezca siendo esa referencia.

    -¿Cree que la estrategia adecuada para superar la crisis política ha sido que Juan Guaidó levante la bandera de que solos no podemos? 

    -Es que la alternativa a ello es decir que sí podemos, pero el que puede es otro y no su liderazgo, porque la oposición no cuenta con el control del territorio en términos logísticos, ni el de las armas para imponer cosas. Y la verdad es que, incluso si los tuviera, la situación económica y el estado del sistema de salud del país hacen necesario recurrir al auxilio financiero externo.

    En términos comunicacionales hay que ofrecer alternativas con las que transmitas acción como líder. Y Juan Guaidó las ha planteado. El asunto es que ellas pasan por la salida de Maduro del juego y, en términos reales, caemos en el problema planteado en los puntos anteriores.

    -¿Puede ser la escasez de combustible el detonante de una crisis en las próximas semanas?

    -La crisis existe y las probabilidades de que se agudice de manera importante son altas. Si hablamos de estallido social, esto como siempre es muy difícil de predecir. Si estuviésemos en un régimen de libertades no dudo de que ya hubiese ocurrido. En un régimen autoritario las cosas son diferentes, ya que existen barreras que el mismo sistema levanta y cuida para contener está posibilidad. Por un lado, está el control de los medios, que dificulta que las cosas que ocurren se extiendan por el territorio. Además, le da la ventaja a quien domina el poder de ser el único que de manera efectiva puede hablarles a las clases socioeconómicas bajas del país, que son el 65% de la población. 

    Por otra parte, están los dispositivos armados, que no es solo la Fuerza Armada sino también los colectivos y desde 2017 las FAES. El gobierno ha estructurado y aceitado estos elementos y le ha enseñado a la población cómo funcionan en diferentes ocasiones. La experiencia produce el miedo que es el arma más efectiva contra la posibilidad de brotes sociales que puedan desatar una reacción en cadena.

    John Magdaleno:

    Magadaleno destaca que están haciendo análisis a ciegas: “No conocemos con exactitud lo que está pasando en la coalición dominante, ni las interacciones que han tenido en las últimas semanas, y especialmente, después de la oferta de recompensa por parte del gobierno de Estados Unidos (en concreto de parte del fiscal y de los fiscales de los distritos)”. 

    Señala que del lado de la oposición tienen más información. “Pero tampoco conocemos con detalle las agendas de decisiones en sus secuencias, ni sus motivaciones ulteriores. Podemos presumir, pero no conocemos con exactitud”.

    -¿Es realmente un incentivo para el entorno de Nicolás Maduro el hecho de que el Departamento de Justicia haya puesto un precio a su entrega?

    -Depende. Puede operar más bien como un pretexto si en el entorno de Maduro se hubieran acumulado algunos malestares, si hubiese una creciente insatisfacción con el desempeño del sistema y si entre alguna de esas figuras que le rodean exista la percepción de que la viabilidad futura del proyecto político es escaso. Más aún si acaso alguno de ellos tuviera interés de capitanear el proyecto en lo sucesivo, así sea temporalmente. Es decir, habría incentivo en la medida en que existiesen otros factores previos a la recompensa. 

    Obviamente que la recompensa podría operar como un disparador de una serie de dinámicas al interior de la coalición dominante, conforme a las cuales se vayan divorciando las agendas de intereses y se produzca una creciente distancia política entre decisiones o quienes están detrás de ellas. Así que, desde esta perspectiva, las recompensas pudieran operar como pretexto. 

    Si se verifica en la coalición dominante las decisiones que toma Maduro son crecientemente erráticas, la oferta puede operar como un disparador. Ahora, ¿sería la recompensa el gran factor que habría precipitado todo? Obviamente que no. Habría que interrogar a todos los que se han ido del oficialismo sobre cuándo se anidaron los primeros malestares que ellos entendían eran de relevancia para tomar distancia de esa coalición. Lo que quiero sugerir es que por lo regular una fractura es la resultante de muchos episodios e insatisfacciones acumulados.

    -¿Qué garantías le da al sector militar la nueva propuesta de Estados Unidos? ¿Es realmente atractiva para ellos?

    -Rocío San Miguel señaló en las redes que 75% de los militares no han sido acusados por una instancia del gobierno estadounidense. Podría inferir, y esto es una nueva conjetura, que los destinatarios finales de la propuesta de Estados Unidos son los militares. Esto podría tener sentido en la medida en que es en la Fuerza Armada donde radica uno de los centros de gravedad más importantes que le da soporte al régimen autoritario venezolano. 

    ¿Funcionará ese conjunto de incentivos? La verdad que lo ignoro. Hay un intento de ofrecer incentivos para una transición. Ahora, sí fue visible en la última rueda de prensa del Secretario de Estado, Mike Pompeo; así como en el documento que ha circulado en el que se habla de garantías durante la transición. 

    La primera interrogante que queda abierta es qué ocurriría después de la transición porque eso no aparece en el documento. La segunda es si se trata de incentivos reales o no. ¿Los interlocutores que formulan las garantías son creíbles para los destinatarios, para los militares, para algunos factores de la coalición dominantes distintos a los militares? Hay un intento por parte del gobierno de Estados Unidos en ofrecer incentivos, pero la propuesta no ha podido resolver estos dos cabos sueltos. 

    -¿Qué podría suceder si la pandemia va mermando y no se produce ninguna acción que indique que Maduro se retira para abrir el paso a una transición política?

    -Habría que hacer lo más breve posible una reflexión que tiene que ver con el timing en el que los anuncios de Estados Unidos se producen y es justo cuando la pandemia ha llegado. Esto nos obliga a formularnos la hipótesis -como ya lo hizo Javier Corrales en estos días- que quizá el gobierno norteamericano, en virtud de que los casos de COVID-19 en Estados Unidos han ido en aumento, este se convierte en el centro de contagio de la pandemia. De allí que quizá la posición estratégica de Estados Unidos en el mundo podría ser más vulnerable y la propia imagen de Trump y del partido republicano podría presentar ahora algunas perturbaciones en los indicadores de imagen. Asimismo, pudieron haber percibido que, en medio de la pandemia, Venezuela también iba a encarar vulnerabilidad. 

    Al parecer, hasta ya avanzada la tercera semana de marzo Trump conservaba un nivel de aprobación de 49%, que ha sido uno de los mayores en los últimos meses. Aun así, lo que pudiera ser motivo de preocupación es que después del Super Thursday Jon Biden ha avanzado y le ha sacado una ventaja significativa a Sander, y viene subiendo en las encuestas de cara a las elecciones de noviembre de este año. Ciertamente Biden ya aventaja a Trump en algunas encuestas nacionales por muy poco, pues son solo 2 o 3 puntos lo que equivale al error de la muestra, pero eso no ocurría antes.

    En el caso de Florida, Biden está por debajo de Trump por 2 o 3 puntos, lo que podría haber llevado a Trump a impulsar un curso de acción y aumentar la ventaja en ese estado a fin de minimizar el nivel de riesgo que pueda significar que Biden siga mejorando. En efecto, creo que hay un tema de política doméstica en Estados Unidos que está conectado en este curso de acción de política exterior

    Si en el caso de Venezuela la pandemia amaina, se redujeran los casos, el número de fallecidos sea relativamente bajo y no se produzca ninguna señal de cambio político, podría desatar dos dinámicos. Primero, una eventual radicalización del gobierno de intentar castigar al liderazgo opositor y así reducir la amenaza que significaría -en la lógica autoritaria del gobierno- dejar libre los dirigentes que promovieron los cursos de acción del gobierno norteamericano.  

    En respuesta a lo que el gobierno venezolano haga o no haga también podría significar que el gobierno de Estados Unidos evalúe acciones como una intervención militar extranjera. En la medida en que Biden vaya mejorando, esto puede obligar o forzar a Trump a considerar cursos de acción que antes no se planteaba como primera opción estratégica. 

    En la medida en que la amenaza de Estado Unidos sea más creíble e inminente, se abrirá la posibilidad de que se produzca una fractura hacia lo interior de la coalición dominante por acumulación de factores que ahora no estamos viendo. 

    -¿Cree usted que la estrategia adecuada para superar la crisis política ha sido que Juan Guaidó levante la bandera de que solos no podemos? 

    -Esa noción de que no podemos solos termina interpretándose como una necesidad de apoyo externo que -a la postre- significa el descuido del propio frente interno. La población ha comprado la idea de que para que se produzca una transición hacia la democracia en Venezuela debe existir el concurso de Estado Unidos. Pero esto ha terminado desmovilizando a sectores de la población y ha conducido a que alguna parte del liderazgo de la oposición internalice cierta impotencia. 

    Un mito frecuencia es que aquí se ha intentado todo en 20 años. Primero no es cierto que estos 20 años la oposición fuera mayoría. La primera vez que lo fue ocurrió en 2007. en el referendo sobre la reforma constitucional. Luego fue mayoría electoral en 2015 con las elecciones parlamentarias. 

    La segunda creencia es que se ha intentado de todo, lo que tampoco es verdad. Mucho de lo que se ha intentado se ha intentado mal. En 2002 se produjo un golpe de Estado y estuvo mal y por eso regresó Chávez en dos días. Las protestas en 2014 y 2017 se utilizaron mal. Las protestas son el instrumento no el detonante final de una transición a la democracia, es un factor contribuyente en muchas transiciones, pero no el disparador final. 

    Se ha dicho que se ha participado en elecciones en todas las maneras y la verdad es que la oposición ha ido mal preparada, un ejemplo son las elecciones de gobernadores de 2017. Es cierto que después de las parlamentarias de 2015 las violaciones de garantías e irregularidades fueron cada vez más brutales. Pero también es cierto que la oposición no tenía suficientes testigos en las mesas electorales para esa elección. Así que no es verdad que sea intentando de todo. Estas son las mitologías que asisten a las premisas de que solos no podemos. 

    Cuando usted intenta una transición a la democracia usted intenta encadenar factores, es decir, tienen que estar presentes un número creciente de socios insatisfechos en la coalición dominante. En segundo lugar, deben aumentar los costos de violaciones de garantías por parte del régimen autoritario. En tercer lugar, tienen que incrementarse los umbrales de movilización política y, en cuarto lugar, los costos de represión tienen que ser enormes para la coalición dominante. Esto cuatro factores no han estado presentes simultáneamente para que se produzca una crisis.

    -¿Puede ser la escasez de combustible el detonante de una crisis en las próximas semanas?

    -La escasez de combustibles puede llegar a generar dinámicas cuyos desenlaces pueden ser impredecibles. Ya hay en marcha unos mecanismos de racionamiento de gasolina. Supongamos que en virtud de la salida de Rosneft del país y de que las plantas de refinación no funcionan puede que no llegue gasolina ni importada ni de la que se puede producir internamente. 

    Esto desde luego nos aproxima a unos escenarios muy complicados porque sin gasolina no puede haber distribución de bienes ni siquiera de tipo agroalimentario. No digamos ya que se vuelve material la imposibilidad de trasladarse y del transporte público. Todo esto agrava la crisis sistemática que ya está en marcha. 

    Una escasez severa de gasolina sí podría constituir un disparador de dinámicas al interior de la coalición dominante, porque los costos de seguir respaldando al régimen político serían muy elevados. Esta situación sería un indicativo de que el sistema no puede satisfacer necesidades básicas ni siquiera de los sectores de la coalición dominante.

    Luis Vicente León:

    -¿Es realmente un incentivo para el entorno de Nicolás Maduro el hecho de que el Departamento de Justicia haya puesto un precio a su entrega?

    -La verdad es que yo no creo que la recompensa establecida en 15 millones de dólares por la entrega de Maduro sea provocativa para los actores que están en su entorno. Pienso que es un tema más simbólico. Esto no es como si estuviéramos en el lejano oeste que la gente lo quiere cazar para cobrar la plata. 

    Obviamente el hecho de que se ponga precio por su entrega es un símbolo de una determinación más fuerte de Estados Unidos de sacarlo del poder y que arriesga a la permanecía a su alrededor. Es como convertirlo en kriptonita para quienes están en su entorno. Que puedan sentir que a ellos también los coloca en una situación desventajosa y que eso haga que se fracturen. Mas que estimularlo como un caza recompensa, lo que intentan hacer es fracturar su entorno para buscar mecanismos que lleven a una solución del problema. 

    Me parece atrevido pensar que la elite dominante va a ser eso por esa decisión americana. Al final esos indictments que pone el gobierno contra altos jerarcas los convierten en kamikazes. Incluso quienes no están en esa lista, no están seguros de qué puede ocurrir con ellos cuando ya no estén el poder porque hoy no están en el blacklist, pero eso no quiere decir que después no los acusen… En una elección futura podría elegirse, por ejemplo, a un líder radical que al final de cuentas estará en contra de todos ellos, independientemente de que su posición haya sido ayudar a sacar a Maduro. Si no preguntemos a Cliver Alcalá si el haberse volteado y ayudado en la búsqueda de cambio de gobierno le sirvió para algo.

    -¿Qué garantías le da al sector militar la nueva propuesta de Estados Unidos? ¿Es realmente atractiva para ellos?

    -El sector militar es, sin duda, el destinatario de la propuesta americana de acuerdo político para crear ese consejo de Estado. No es Maduro ni la élite gobernante porque ellos son precisamente a los que quieren sacar. La propuesta es contra ellos y, por lo tanto, la respuesta inmediata de ese grupo va a ser negativa. Pero el destinatario es el militar, que es el único que puede ser capaz de provocar una presión para el acuerdo. 

    No estoy diciendo que necesariamente el sector militar va a agarrar a Maduro y lo va a sacar del poder en un golpe y lo va a entregar a Estados Unidos; eso no es lo que yo creo que podría ocurrir. Lo que sí podría ocurrir es que diga que hay que asumir, aceptar un acuerdo, negociar esa salida, incluso proteger a esa élite para que pueda salir a otro lado con tranquilidad. 

    Convocar ese consejo puede ser una buena idea para rescatar el equilibrio. Sin embargo, la propuesta no tiene una oferta concreta en términos militares que les pueda ser atractivo hacer eso. Mas allá del concepto general de búsqueda de restablecimiento de equilibrio y otras cosas, lo único que hay es la idea de que el ministro de la Defensa y viceministro se queden en el gobierno transicional en ese consejo de Estado por un tiempo; mientras se convoca la elección. Eso no es suficiente para convencer al sector militar. Desconoce su condición corporativista y eso significa que (la institución) actúa como bloque, independientemente de sus divisiones internas. La minoría es protegida por la mayoría porque esa mayoría nunca sabe cuándo en el futuro se va a convertir en minoría y necesita protección. Entre otras cosas porque una fractura interna del sector militar es el equivalente a una guerra civil, ambos están armados y se van a defender. 

    Lo que sí puede suceder es que los militares se desmarquen del sector civil o del gobierno y que así presionen la salida. Pero eso exige una garantía de la preservación del poder militar -más allá de solo un ministro de la Defensa y un viceministro- durante un gobierno de transición que, además, lo que va a durar es de 6 a 12 meses. Necesitan tener la garantía de integridad personal, familiar, de preservación patrimonial y de recursos. Se puede dar algo durante el periodo transicional, pero no les puedes garantizar nada a futuro sin instituciones que no sabes cómo van a ser. 

    En negociaciones mucho más sofisticadas la historia indica que muchos de esos militares han terminado presos; por lo tanto, la garantía única que tienen de preservar su integridad y su patrimonio es preservar el poder.

    -¿Qué podría suceder si la pandemia va mermando y no se produce ninguna acción que indique que Maduro se retira para abrir el paso a una transición política?

    -Todo está ocurriendo en medio de una gran crisis que ni siquiera estamos viendo de manera integral, le falta aún llegar a su clímax, que seguramente será además muy simbólico. Creo que el deterioro que mezcla la crisis, la enfermedad y la ausencia de combustible puede generar una tensión social que puede poner nervioso al sector militar y presionar para la búsqueda inmediata de algunas soluciones. 

    Pero también está la posibilidad de establecimiento de acuerdos entre algunos agentes o factores de la oposición y el gobierno para conseguir apoyo internacional que permita ayuda humanitaria. Es decir, que se pase de la fase en la que estás diciendo que estás esperando que Maduro se vaya a la que dices que -mientras esto no ocurre- nosotros necesitamos establecer algunos acuerdos humanitarios, porque es inmanejable ver a la gente sufrir bajo la tesis de que todos se mueran porque hay que esperar que Maduro se vaya. 

    Allí se plantea un conflicto ético, que es decir que no se va a ceder en el término del aislamiento y que los costos de eso son culpa de Maduro, lo que es cierto, pero el tema es que has dicho que Maduro es malo y estás luego dejando en manos de él la responsabilidad de que no se muera la gente. 

    Si se tiene en las manos la posibilidad de conseguir recursos de multilaterales que si se firman con el gobierno en control territorial se pueden salvar vidas y no se hace, alguien puede decir que esa ayuda no vino porque Maduro no se fue. Pero otro puede decir que no vino porque tú no firmaste un acuerdo con ese gobierno no para el gobierno sino para la gente. ¿Y quién tiene la verdad? Si Maduro es malo, entonces, ¿tu permites que la gente se muera? Es un dilema muy difícil que podría terminar afectando la imagen de la oposición si no entiende que su rol -que obviamente es sacar a Maduro del poder- también es garantizar la vida y la estabilidad de la gente.

    -¿Puede ser la escasez de combustible el detonante de una crisis en las próximas semanas?

    -Si creo que la escasez de gasolina es una variable central y cítrica. Hasta ahora el gobierno ha surfeado esa variable. Hay que recordar que no es la primera vez que se habla de la crisis y que está todo dado para que no haya gasolina, y al final el gobierno siempre lo ha resuelto con sus aliados. 

    Definitivamente que el tema del combustible se está poniendo cada vez más complejo. El gobierno no tiene cómo pagar, a los barcos se les hace más difícil llegar, la pandemia, la falta de producción, la agudización de sanciones. Todo conspira en contra de poder conseguir cómodamente combustible. 

    El combustible es vida en el caso de Venezuela. Es fundamental, incluso, en términos de la distribución alimentaria en un país donde todo se maneja en camiones. Eso puede ser una variable critica que haga rupturas internas en el chavismo, pero que también genere convulsión social.  Pero la convulsión social no siempre -como algunos creen- genera salidas de gobierno, también podría generar anarquía. Y esa anarquía podría no ser necesariamente aprovechada por la oposición. Podría terminar en un proceso en el cual el gobierno, con armas y militares, controla o termina produciéndose un cambio de gobierno hacia un vacío o hacia algo desconocido que no es ni Maduro ni la oposición, y que quizá podría ser más represivo, más complejo, y más dramático.

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