Consigno unas reflexiones en torno al incidente protagonizado por la horda política de incompetentes -de lado y lado-, que ha generado confusión por “hacer cesar el mal llamado gobierno de transición”. Lo bochornoso es la división de la oposición; el punto central de la controversia no es otro que una diatriba acerca de la protección de los activos venezolanos en el exterior. O sea un real y estratégico tema de geo-política. Sin embargo, para todos los participantes en la diatriba, lo legal y lo verdaderamente político, ha sido puesto de lado.
Primeramente, considero que el resguardo de esos bienes no depende de algún tinglado que se monte en Venezuela, lo cual desde el final del infausto 2022, se parece al quijotino “Retablo del Maese Pedro”, mono incluido. Al contrario y ahora más que nunca, esa protección debe estar focalizada en actos que se lleven a cabo en el extranjero, visto que a quienes correspondería, no han sabido cuidarlos apropiadamente. Sabias son las palabras del Profesor Adolfo Salgueiro, en su artículo de El Nacional del 24 de diciembre de 2022: “Vergüenza, suicidio político anunciado”.
Consecuentemente considero que la protección de los activos venezolanos en el exterior -reitero- NO DEPENDE DE ACTOS NACIONALES, o de engendros de cabezas calenturientas, o malabarismos folletinescos, pseudo-jurídicos y con el olvido de principios del más elemental Derecho. Dependen es de LA VOLUNTAD: 1) DEL GOBIERNO NORTEAMERICANO, por efecto de la Orden Ejecutiva 13.884, que impide a los demandantes contra Venezuela la ejecución material de los laudos arbitrales y de obligaciones vencidas, sin una autorización del Tesoro de EEUU; y 2) En cuanto al oro en el Banco de Inglaterra, que está “preventivamente incautado” o “retenido” como tanto les gusta decir a las policías del gobierno madurista, por efecto de una decisión cautelar de la Corte Suprema del Reino Unido, quien derivó la resolución del asunto en un Tribunal Superior en materia de comercio, que dilucidará el tema de la cualidad para reclamar y retenerlos activos, lo cual hizo en ejercicio de su función calificadora, conforme a la Ley de Derecho Internacional Privado venezolana.
Recordemos que estos países aplican, además, el axioma político «la fuerza del poder o el poder de la fuerza» y este asunto se ha transformado en un tema de geo-política pura y dura, perdiéndose la oportunidad para hacer interesantes negocios de petróleo y gas, tal como Catar está haciendo en estas lamentables circunstancias mundiales. Pero con un ministro de petróleo criminalista y un técnico en artes gráficas a cargo de la cancillería…
En cuanto al parapeto llamado “estatuto de transición”: Conforme al artículo 215 constitucional y al artículo 1 del Código Civil, la ley es obligatoria desde su publicación en la Gaceta Oficial. Obviamente, por estar secuestrada por las huestes maduristas, el tal estatuto no fue publicado y por tanto, tiene un efecto clandestino, que a estas horas es pólvora mojada: Ha sido y es inexistente y no se pueden derivar consecuencias jurídicas de él.
Otra cosa hubiera sido, que la Asamblea Legislativa electa en 2015 -bajo la conducción del muy ingenioso Ramos Allup- hubiese dispuesto la creación de, por ejemplo, una propia Gaceta Legislativa Electrónica, en coordinación inobjetable con la Ley Orgánica de la Administración Pública, la de Simplificación de Trámites Administrativos, la ley de Registro Público y el Notariado y en armonía hasta con la Resolución Nº 2018-0014, expedida por el Tribunal Supremo de Justicia en pleno, tal que tuviese efectos frente a todos y así elegantemente, saltarse el requisito de publicación en la hoy cautiva Gaceta Oficial. Lo que sigue aguas abajo de dicho artilugio-politicoide y mal tramado, resulta completamente ineficaz.
Los ex –diputados deben retirarse sigilosamente: sus mandatos caducaron el 5 de enero de 2021, esto conforme a la Constitución Nacional, art. 192 y al Principio General de Derecho recogido por el artículo 12 del Código Civil. Lo cual, también se aplica al “presidente interino”, que NO era tal, porque nadie lo eligió para ese cargo; estuvo simplemente “EN FUNCIONES DE…”.
En forma tal que no hay manera legal, plausible, razonable, de hacer pervivir esos extintos mandatos. Pero lo que es peor, los mandatos de los diputados que con esperanza elegimos, se extinguieron en medio de fintas sofísticas y se esfumaron sin mayores resultados, más que la pérdida política de la elección de 2015. Por tanto, es bueno recordarles que no se crean ellos que son «el centro del universo» y que no era de esperarse que la absurda-fabulada-ilusoria extensión de un infructuoso mandato, diese algún resultado útil, que no se produjo en los cinco años del mandato legal. Era sí, de esperarse “una retirada ordenada-coordinada entre TODA LA OPOSICIÓN”, pero ocurrió, como dijo Einstein: “lo único infinito es la estupidez humana”.
Sin expresamente abandonarse o aceptar la “devolución al ilegítimo” de los bienes venezolanos “retenidos” por gobiernos extranjeros, me parece que lo útil sería que algunas cabezas pensantes de la oposición gestionaran con esos gobiernos una especie de fideicomiso o algún tipo de salvaguardia jurídica de los mismos, que seguramente tendría la complacencia de los gobiernos norteamericano y del Reino Unido, con la protección, en el caso de CITGO, del manejo transparente de sus fondos, a través de una contraloría mixta, en colaboración con el gobierno norteamericano y la continuación de la custodia por el Banco de Inglaterra.
Pero habría sido necesario/conveniente mostrar genuino interés proactivo o promotor, ofreciendo alguna solución, que tuviese visos de coherencia, unión y verosimilitud. Al menos quedaría ante la Comunidad Internacional, un sentimiento honorable, cubiertas las apariencias y ordenado, en vez de esta estampida vergonzosa, plena de incuria, que presenciamos, porque también quijotinamente, no huye el que se retira.
Mal final de un año malo en general y mal comienzo de otro ominoso. Sin embargo, reitero, más que nunca mi esperanza y deseos porque se resuelva este deshonrosa tragedia venezolana y por bienestar y salud para todos.