Los recientes cierres de reconocidos restaurantes del este de Caracas como Friday’s, Trolly y Dena Ona reflejan la crisis que están experimentando algunos establecimientos del sector y que también ha afectado a los locales de comida china.
Fuentes del sector restaurante que solicitaron guardar sus nombres en reserva, aseguraron que con la profunda recesión económica del país las ventas cayeron mucho en los comercios de la cocina china.
«El cierre de restaurantes con clientes en mesa, comida para llevar y delivery ha sido particularmente masivo en los locales de comida china», expresó un consultado.
Recordó que esos negocios proliferaban en toda la ciudad. «Desde la década de 1970, esos establecimientos se ganaron al público por la variedad de platos nutritivos y con raciones generosas», dijo.
En efecto, los fines de semana eran una alternativa para compartir en familia y con amigos. En el día a día también era una solución para el almuerzo o la cena de quienes trabajaban, desde obreros hasta empleados y ejecutivos.
Añoranza culinaria
El restaurante La Corona de Oro en San Bernardino es un ejemplo de cómo se han venido a menos estos esos negocios. El restaurante fue por más de 30 años referencia de calidad y buena atención, con un decorado interior muy elegante. Hoy está cerrado y la quinta donde funcionó luce descolorida con un cartel que se cae a pedazos.
Vecinos de la urbanización contaron que La Corona de Oro cerró sin previo aviso «hace cuatro o cinco años y no se supo qué pasó con los dueños».
Establecimientos de franquicias con recetario chino en las ferias de comida de centros comerciales también han experimentado el cierre. Igual suerte corrieron pequeños restaurantes y taguaras.
En el centro de Caracas, empleados públicos manifestaron que extrañan a los vendedores y vendedoras ambulantes que en la avenida Baralt ofrecían arroz chino, chop suey y lumpias en potes plásticos.
«¿Qué pasó con los restaurantes? Muchos mutaron a bodegones o simplemente han cerrado sus puertas», advirtió un consultado.
Propietarios de establecimientos de comida china explicaron que sus negocios se vinieron abajo de forma progresiva con la gran escasez de alimentos entre 2014 y 2018, la profundización de la crisis económica venezolana y la caída del poder adquisitivo de la población.
«El golpe definitivo fue la cuarentena del coronavirus», lamentó un consultado.
Algunos comerciantes refirieron que no retomarán el negocio culinario, pero otros lo están considerando si las condiciones en el país mejoran.
Aún con los reveses anteriormente anotados, en Caracas quedan aún restaurantes abiertos especialmente en el Este, donde está la población de mayores recursos económicos.También persisten los sobrevivientes (restaurantes pequeños) en áreas de clase media media.
«La comida china se puso carísima. Antes la comprábamos mucho, pero ahora solo para celebraciones especiales de la familia», refirió Karina Fuentes, profesional, esposa y madre de tres hijos.
Igual explicación dieron consumidores en cuanto a comprar comida china para almorzar en el trabajo, pues el plato con arroz frito, lumpias y/o costillita, pollo agridulce y chop suey «no baja de 10 o 12 dólares».
Cerca de la esquina de Gamboa en San José, los parroquianos y trabajadores echan en falta la taguara de los chinos, donde hace varios años y a precios muy solidarios servían almuerzos «full» compuestos de un bistec, chuleta o filet de pescado acompañado de arroz frito, chop suey y tajadas, más el refresco.
«Cerraron el restaurante paralelo al Ministerio Público en la avenida Urdaneta, que incluso funcionó durante la pandemia. Ahí los platos eran divinos», lamentó un funcionario.