Venezuela ha superado el temor a la pandemia de la COVID-19 y poco a poco ha retomado sus actividades públicas. Se retomaron los conciertos, las obras de teatro y los eventos deportivos y obras de teatro; al tiempo que los locales nocturnos han abierto sus puertas al público en general.
El último fin de semana de marzo, la banda colombiana Morat visitó por primera vez a Venezuela y al terminar el concierto se suscitó una trifulca entre un grupo de asistentes que forcejeaba por una baqueta que regaló el baterista de la banda a una fanática. En ese momento una de las personas sacó un arma de fuego para amenazar al resto que luchaba por el souvenir del artista.
Ese mismo fin de semana, un emblemático local nocturno capitalino, ubicado en Altamira decidió cerrar sus puertas hasta nuevo aviso luego de que un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) desenfundara su arma de fuego y disparara al aire para amedrentar a otro asistente en el local, con quien había tenido una discusión previa.
Situaciones como esta llevan a la pregunta de si Venezuela está preparada en materia de seguridad integral y riesgo para retomar las actividades públicas.
John Tovar, especialista en Seguridad Integral y Riesgos, explicó que en Venezuela está establecido un protocolo de seguridad física para la organización de eventos públicos, con la finalidad de prevenir circunstancias que pongan en peligro la integridad humana de los asistentes.
Detalló que se trata de una “responsabilidad compartida tanto por parte de los organizadores y de los espectadores o asistentes. En primer lugar, está la obligatoriedad de establecer medidas de control de acceso a las instalaciones bien sea por detectores de metal, scanner o de revisión manual, no siendo esta última la más adecuada, pues se debe respetar el pudor de las personas. Se tiene que tener un personal femenino en el área de seguridad para la revisión de mujeres e igualmente para hombres, También se deben apoyar con una inspección visual a los bolsos o carteras de los asistentes, o solicitándole que extraiga los objetos”.
Tovar reiteró que la práctica de solicitarles a las personas que saquen los objetos que tienen en sus bolsos es para “asegurarse que no posean cualquier elemento como un arma de fuego, un arma blanca, un objeto contundente que pueda causar algún daño a otra persona o ponga en peligro las instalaciones del evento. Debería ser algo similar a cuando vamos a abordar un avión, que existen artículos prohibidos. En referencia a las armas blancas y de fuego, su prohibición la establecen los artículos 16 y 26 de la Ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones”.
Tovar explicó que este reglamento está vigente para todos los espacios públicos, como, por ejemplo centros comerciales y vías públicas.
Dijo que no varía si se trata de un local que expende licor, “ya que, en los artículos mencionados de la Ley para Desarme y Control de Armas y Municiones Vigente se establecen reuniones o manifestaciones públicas, espectáculos públicos, deportivos, marchas, huelgas, mítines y en procesos electorales. Instituciones educativas, centros de salud y centros religiosos. También establecimientos de expendio y consumo de bebidas alcohólicas y si la persona está en estado de embriaguez o bajo los efectos de sustancias estupefacientes o psicotrópicas”.
El especialista explicó que la ley tiene una excepción, que es el numeral 4: “Se excluye del contenido del presente artículo a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, así como los funcionarios y funcionarias de los cuerpos de policía, órganos de seguridad ciudadana y demás órganos del Estado autorizados y autorizadas para portar armas en el ejercicio de sus funciones”.