Desafío para la administración Biden: frenar avance de China en América Latina

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Sin en algo coincidieron la mayoría de los expertos que participaron en la audiencia «China en América Latina y el Caribe», que realizó este jueves la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre Estados Unidos y China, es que la pandemia de la COVID-19 ha sido un factor que ha contribuido para que la nación asiática aumente aún más su presencia e influencia, mediante la diplomacia de vacunas, en la región.

También estuvieron de acuerdo en que si bien no hay que minimizar el aspecto militar, la estrategia de China en los últimos años ha estado enfocada principalmente en lo económico y comercial, con el propósito de obtener recursos -commodities y alimentos, entre otros- que les sean beneficiosos. Esto en detrimento de la industrialización de la región, al propiciar la importación de materias primas.

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Aseguraron que en sus esfuerzos por consolidar su presencia en América Latina y el Caribe, China también se apoya en sus empresas, entre ellas Huawei, para establecer alianzas con los países y avanzar cada vez más en su expansión en áreas clave somo seguridad y tecnología.

Los expertos describieron cómo en los últimos años la nación asiática ha llegado a acuerdos con gobiernos de la región para ampliar su influencia. No solo con “regímenes populistas y autoritarios de izquierda”, como es el caso de Venezuela, Argentina, Bolivia y en su momento Ecuador, sino también con aliados de Estados Unidos, entiéndase Colombia.

Todo ello, de acuerdo con varios ponentes, implica amenazas para Estados Unidos. Por lo tanto, recomendaron que evalúe sus estrategias para la región, la cual debe ser vista con mayor prioridad porque es una parte del mundo con la cual debe tener sus mejores lazos. Consideraron que es una zona importante para la prosperidad de ese país, así como su seguridad.

Además, proponen que Estados Unidos se enfoque en las vulnerabilidades de América Latina y el Caribe y juegue un papel clave, en colaboración con los países, en atender la sostenibilidad económica de la región. Esto no solo para garantizar la estabilidad económica, política y social de la zona, sino también para proteger la seguridad y la democracia hemisférica ante el avance de China.

“Durante la última década China ha expandido su presencia principalmente económica en América Latina y el Caribe, cuando antes había evitado algunas actividades en esa región que pudieran alarmar a Estados Unidos. Ahora está trabajando activamente para convertir fuertes lazos económicos en apalancamientos políticos y diplomáticos. China se ha convertido en un participante activo en las esferas política y de seguridad de la región, y ha cultivado relaciones con distintos actores”, comenzó señalando la comisionada Carolyn Bartholomew, quien copresidió la audiencia.

Sostuvo que el país asiático ha convertido a América Latina y el Caribe en un foco de su diplomacia en los últimos años y ahora utiliza las vacunas anticovid para “conseguir favores de gobiernos latinoamericanos y caribeños, a pesar de que existen interrogantes sobre la efectividad de las vacunas”.

“Políticamente Pekín se propone crear una red de conexiones con gobiernos en América Latina y el Caribe que respalden sus políticas en cuanto a asuntos como Hong Kong y que vean el sistema autoritario chino como un modelo a emular.  También exporta elementos autoritarios a la región con su tecnología de vigilancia, como es el caso de Venezuela. Argentina, Brasil, Ecuador, Guyana y Dominicana también han adoptado esa tecnología”, aseguró.

Bartholomew afirmó que, a través de colaboraciones con Argentina, Brasil, Venezuela y Perú, China espera no solo expandir el mercado para su tecnología espacial, sino también desarrollar su propia capacidades tecnológica y militar.

“Es importancia de entender las intenciones de China en una región tan cerca a Estados Unidos. Esta audiencia es para explorar las influencias e implicaciones de China en esta zona vital”, indicó la comisionada, para luego dar la palabra a los expertos y abrir el debate con los demás miembros de la Comisión.

Dañino para la prosperidad y la democracia

En el primer panel, titulado “Enfoque estratégico de China en América Latina y el Caribe”, intervinieron R. Evan Ellis, investigador y profesor de estudios latinoamericanos en el U.S. Army War College Strategic Studies; Margaret Myers, directora del Programa de Asia y América Latina en el Diálogo Interamericano; y Ryan Berg, investigador en el Programa de las Américas del Center for Strategic and International Studies.

Para Ellis, la presencia China es dañina para la prosperidad y la democracia de la región, así como para la posición estratégica de Estados Unidos. “China está persiguiendo un foco económico para su propio beneficio. Su interés en América Latina y el Caribe es un subconjunto en mi opinión, consistente con lo que persigue globalmente: acceso a los commodities, inventarios de comida y también mercados y tecnología”.

Advirtió que China es una “incubadora del populismo de izquierda antiestadounidense, que a su vez abre la puerta a un avance chino más amplio”, mientras estos regímenes consolidan poder y socavan instituciones democráticas. “Aunque parezca riesgoso contar con socios como Venezuela, utiliza mecanismos fuertes para asegurarse que le van a pagar”, agregó

A cambio, recordó, los regímenes populistas se convierten en socios. Dijo que Hugo Chávez fue el primero en la región en adquirir un satélite construido y lanzado por China, el Venesat-1, y Argentina puede pronto comprar el caza FC-1 / JF-17 chino.

“Han sido los regímenes populistas de izquierda los que han acogido la construcción en China de los primeros sistemas nacionales de vigilancia en la región, incluido el sistema nacional de respuesta a emergencias ECU-911 en Ecuador, 59 y BOL-110 en Bolivia”, agregó Ellis.

Indicó que fue “el régimen chavista en Venezuela el que contrató a la empresa china ZTE para implementar el sistema de cédula de la patria, una versión prototipo del sistema de crédito social de China, posteriormente utilizado en la votación, el racionamiento de alimentos y suministros de comida (las cajas CLAP) y, más recientemente, en la distribución de vacunas COVID-19 de China y Rusia”,

Estos casos, a juicio de Ellis, ilustran la creciente exportación china de “autoritarismo digital”, proveyendo tecnologías que ayudan a sus socios, los regímenes populistas, a monitorear a los ciudadanos, racionar los bienes y mantenerse en el poder, a cambio de darle a China sus commodities y mercados. Sobre la amenaza a la seguridad, advirtió que: “El riesgo no es solo militar, es el acceso a data”.

“Veo la pandemia de la COVID-19 como un turning point en la relación entre China y América Latina. Independiente de la calidad de los productos (vacunas) que se han enviado a la región y de los préstamos en los últimos cinco años, es probable que en respuesta a la COVID-19 China apoyará proyectos de infraestructura que solidificarán sus lazos con la región”, apuntó Myers, quien fue la segunda en tomar la palabra.

Dijo que también es probable que las empresas chinas estén bien posicionadas para invertir en América Latina y el Caribe en los próximos años, adquiriendo activos en sectores como minería, gas, energía, infraestructura, que han sido del interés de China en la última década, pero también en esas áreas donde la nación asiática ha expandido su huella, como las soluciones tecnológicas.

“China probablemente jugará un papel importante como inversionista en la región en un momento en que las naciones de América Latina y el Caribe tendrán dificultades para atraer el capital que tanto necesitan”, sostuvo Myers.

“La última década ha sido testigo del ascenso y retorno de rivales estratégicos a América Latina y el Caribe, principalmente China. El serio desafío que plantea el compromiso multifacético de China en esa región significa que Estados Unidos ya no puede dar por sentado todo, desde la considerable influencia que históricamente disfrutó en América Latina y el Caribe hasta el continuo carácter democrático de la región. Quizás más que cualquier otro tema, la gestión de la relación de China con la región y la protección contra sus elementos más corrosivos determinarán la trayectoria de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina en el siglo XXI”, expresó Berg.

Aseguró que, a partir de la última década, el compromiso de China con la región ha puesto en duda un axioma estratégico al desafiar primero y ahora amenazar los intereses centrales estadounidenses en la región. “Así como Estados Unidos ha aumentado su competencia con China, ese país ha demostrado que también puede proyectar poder e influencia en el vecindario compartido de Estados Unidos”.

De acuerdo con Berg, la tecnología es otro factor importante en la influencia china en América Latina. Recordó que Huawei es uno de los líderes del mercado de dispositivos móviles en América Latina y el Caribe.  

Sobre la colaboración militar, señaló que es un aspecto creciente de la actividad china en la región. “La venta de armas, el entrenamiento militar y el apoyo técnico militar permiten a China construir asociaciones estratégicas clave con las Fuerzas Armadas de América Latina y el Caribe. Los chinos han vendido equipos a fuerzas militares y policiales de países históricamente opuestos a Estados Unidos, como Venezuela y Cuba, así como a socios estadounidenses cercanos como Colombia y Chile”.

Además, Berg destacó el esfuerzo de China para exportar su modelo político a través de tecnología represiva. “Los gobiernos autoritarios de América Latina y el Caribe, especialmente Venezuela, Nicaragua y Cuba, ven el modelo político de China, una combinación de economía de semi mercado y control gubernamental represivo, como uno que debe ser emulado”.

Industrialización estancada

En el panel sobre el “Compromiso económico de China en América Latina y el Caribe”, Rebecca Ray, investigadora del Centro de Políticas de Desarrollo de la Universidad de Boston, señaló que en promedio 90% de los bienes exportados desde América Latina hacia China son materia prima, situación que contrasta con otras zonas del mundo, donde se ha logrado que cerca de 51% de los productos exportados sean del sector de la manufactura.

“La fuerte concentración de intereses comerciales y de inversión de China han ocasionado una retirada de los grandes objetivos de industrialización de largo plazo en la región y la razón se debe a cómo se disparó la demanda china de materia prima de América Latina, las crecientes importaciones de bienes manufacturados por parte de los países latinoamericanos y la imposibilidad de competir con productos similares”, señaló. Como resultado, “el progreso incipiente de la región se estancó y sus industrias se han hecho más vulnerables a la competencia de bienes producidos en China”, añadió.

Un aspecto que abordó fue el de la llamada Debt Tramp Diplomacy  -en español sería como la diplomacia a través de la trampa de endeudarse- que el gobierno chino promueve a través de dos instituciones financieras estatales: el Banco de Desarrollo de China y el Banco Chino de Exportaciones e Importaciones.

Al respecto, Ray señaló que no existen evidencia de que los países de la región hayan caída en la trampa de endeudarse con el fin de tomar activos en esos países como manera de cobrar los incumplimientos, pero hizo la salvedad en el caso venezolano que sí figura como uno de las naciones altamente endeudas con China y esa carga lo que ha ocasionado más bien es consolidar las relaciones entre Caracas y Pekín.

“Si China hubiera operado bajo el esquema de la Debt Tramp Diplomacy, en el año 2020 hubiera sido la oportunidad para apoderarse de los activos subyacentes al financiamiento en Venezuela, incluidos petroleros y mineros, pero más bien lo que ocurrió fue que reaccionó con lo que han llamado como una emblemática paciencia”, dijo la experta.

En esta sesión, se contó con la intervención de Mitch Hayes, fundador del portal “The China Signal”, que se encarga de monitorear informaciones en las que se involucren las relaciones económicas y políticas entre los países latinoamericanos y el coloso asiático. Él puso el acento en el atractivo que genera el modelo político chino de un solo partido político sin elecciones entre mandatarios de la región con tendencias totalitarias.

“Una región con altos niveles de pobreza como América Latina es susceptible a la narrativa de desarrollo económico del Partido Comunista Chino”, afirmó Hayes. “Para ciertos gobiernos de la región, el método de Pekín de promover el crecimiento económico bajo un control político autoritario es atractivo”, añadió.

El tema de las percepciones de los latinoamericanos sobre China fue abordado por Francisco Urdinez, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Chile. Frente a la pregunta sobre qué país representa mayor riesgo para la paz, señaló, sustentándose en la más reciente encuesta de Latinobarómetro 2021, que 30% respondió China versus 24% que señaló a Estados Unidos pese a que la mayor parte de la muestra mostraba una opinión favorable al crecimiento económico que registra esta nación.

“Los latinoamericanos distinguen claramente entre los beneficios económicos del ascenso de China y los riesgos políticos que pudiera ocasionar su hegemonía”, afirmó Urdinez. Indicó que en recientes estudios hechos para medir los efectos de la COVID-19, se asocia China al coronavirus y evoca emociones negativas. “En mi opinión, es enorme el daño reputacional en América Latin, ocasionado por la pandemia, a China”, iexpresó. 

Más allá del componente militar

En el tercer panel, identificado con el nombre “Actividades militares y de seguridad de China en América Latina y el Caribe”, participaron Cynthia Watson, decana de facultad y programas académicos en el National War College, y Thiago de Aragão, director de estrategia en Arko Advice Public Affairs e investigador en el Center for Strategic and International Studies.

“Me gustaría abordar el papel que está jugando China en la región con el componente militar siendo un factor importante, pero no una parte abultadamente esencial. La forma cómo me gustaría describir esto es que todos pensemos lo que Estados Unidos y China están haciendo con América Latina como si tuvieran viendo llenar una jarra”, comentó Watson.

Explicó que la manera cómo Estados Unidos tiende a llenar una jarra es enfocándose en grandes rocas, es decir, importantes programas bilaterales o regionales, tratados, asistencia a conferencias. Mientras, “China ha mostrado durante la pandemia una gran habilidad para usar un método muy diferente para llenar la jarra, lo llena con granos de arena y allí es donde radica el principal problema para Estados Unidos”.

Es de la opinión que China ha usado la diplomacia de la COVID-19 con gran éxito en la región: “Ha dejado una marca indeleble, y también ha sido importante en el comercio, en las inversiones. China es capaz de actuar de manera más ágil en sus relaciones con otros países y, por lo tanto, ha podido llenar más esa jarra que Estados Unidos en los últimos años”.

Watson señaló que China hace movimientos que parecieran significativamente pequeños, incluidos militares, en esta región para solidificar una relación a largo plazo. “Esto importa porque esta es la parte del mundo donde Estados Unidos debe tener sus principales lazos”, apuntó.

Thiago de Aragão , quien también formó parte de este panel, afirmó que “Latinoamérica es el supermercado barato que le da combustible a la maquinaria económica de China en una calle de doble sentido, como suplidores de commodities y receptores de bienes manufacturados y ahora tecnología”.

Aseguró que la esencia de la relación entre China y América Latina puede definirse en tres pilares fundamentales: dependencia comercial, dependencia financiera y un híbrido de dependencia comercial-financiera-tecnológica.

En cuanto a la estrategia militar y de seguridad de China en la región, señaló: “Hay que entender que las ambiciones militares de ese país están en la región Indo-Pacífico y Latinoamérica es una parte integral de esa estrategia por su capacidad de alimentar la maquinaria militar china como suplidor de sus ingredientes necesarios”.

Esto, expresó, explica los tres pilares. “Primero, la dependencia comercial es el combustible en cuanto al suministro de alimentos, petróleo y gas para el desarrollo económico; mientras que los minerales son para sus ambiciones tecnológicas y militares y los minerales comunes para su continua necesidad de industrialización”.

En resumen, según lo expuesto en su presentación, “el primer objetivo de China en América Latina es el más obvio y visible de todos: generar más mercados para sus productos y sus empresas, así como para adquirir recursos naturales y materias primas al mejor precio posible y dentro de un flujo continuo, con el menor nivel económico”.

Mensaje a Joe Biden

En la última sesión se presentaron tres casos de estudio para ahondar en los vínculos de China en la región. El primero de ellos que se abordó fue el de los países del Caribe, que además de los territorios insulares, incluye a Guyana, donde el gobierno de Pekín presionó para que rompieran las relaciones con Taiwán o el vínculo que tienen empresas chinas con centros financieros off shore.

A lo anterior se suma el apoyo de empresas chinas de ingeniería en la construcción de infraestructura en países como Jamaica, que vio la reactivación de la construcción de la autopista Norte al Sur gracias al Banco de Desarrollo de China o el caso de un proyecto turístico en las Bahamas con financiamiento del Exim Bank chino e igual situación en Antigua y Barbuda.

“China tiene embajada en cada uno de los países del Caribe con los que tiene relaciones diplomáticas, mientras que en los últimos 20 años solo tres veces se ha dado la visita de un presidente de Estados Unidos al Caribe y solo en siete países de la región hay representación diplomática estadounidense”, advirtió Rasheed Griffith, jefe de Operaciones de la firma Tokamak Labs y anfitrión del podcast “China en el Caribe”.

El segundo ejemplo que se expuso fue el de la relación del México de Andrés Manuel López Obrador y la China de Xi Jinping, en la que el mandatario azteca intenta marcar distancia frente a Estados Unidos.

“La situación actual es que el gobierno mexicano está buscando distanciarse de Estados Unidos, al menos políticamente, para satisfacer una visión ideológica y atender objetivos electorales internos, que pudieran convertirse en un patrón que tenga implicaciones importantes en el largo plazo”, dijo Luis Rubio, presidente de la firma de consultoría México Evalúa.

El tercer caso presentado fue el de Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro, al menos en la retórica, se muestra como aliado de Estados Unidos y ha sido crítico de las importaciones de productos chinos. Pero la admiración del mandatario apuntaba más hacia lo que representaba Donald Trump y no Joe Biden, lo que genera temores. En la práctica, el gobierno chino ha avanzado en su diplomacia de las vacunas.

“Más de 80% de las vacunas administradas en Brasil son producidas en China y Pekín hábilmente ha utilizado este acercamiento y ha compartido conocimientos, mientras otros países como Estados Unidos se han mostrado reacios para hacer lo mismo”, afirmó Oliver Della Costa, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales en la Fundación Getulio Vargas.

Aseguró que la elección de Joe Biden representa una “única oportunidad para desarrollar una estrategia que responda a la creciente influencia de China en América Latina y evite ese antagonismo que resulta contraproducente y que muestra a Washington reacio de apoyar el desarrollo económico de la región”.

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