Tres veces a la semana Carmen, Anahis y Angerly van a sus respectivas unidades de diálisis. Nunca saben qué se encontrarán. Pero desde que iniciaron sus tratamientos hace más de siete años, la realidad que enfrenta cada una empeoró. Estas tres mujeres forman parte de la población de 6.500 pacientes en diálisis que tiene Venezuela según la ONG Codevida (Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida).
“Desde hace dos semanas la situación es crítica en Barquisimeto, Lara. La falta de bicarbonato no es algo nuevo, se presenta desde hace un mes, solo que hace 15 días llegamos a un estado alarmante, por no decir crítico. El temor que ahora tengo es que en lugar de tres días de sesiones las disminuyan a dos, como está sucediendo en otros estados como Falcón”, dice Carmen Padilla, quien desde agosto de 2014 requiere este tratamiento a pesar de conformar una otrora lista de espera del Hospital Militar por un trasplante de riñón y que desde hace años quedó en el limbo.
El director de Codevida, Francisco Valencia, y quien en dos ocasiones ha estado en diálisis, indica que el estándar internacional es recibir cuatro horas de terapia de manera interdiaria, pero “lo que está ocurriendo es que las han reducido a casos de hasta una hora de sesión, lo que es muy grave porque el objetivo de este tratamiento es sustituir la función renal y si no se hace como se debe la persona no está eliminando las toxinas”.
Muchos factores pueden afectar la duración de la diálisis. La nefróloga Mirna Infante explica que uno de ellos es el concentrado de bicarbonato, el cual es especialmente para este proceso médico y no el compuesto químico que se vende en polvo, que debe ser de aproximadamente un galón y medio para cubrir las cuatro horas; además de contar con un número completo de máquinas por unidad e insumos como filtros y anticoagulantes.
“En la unidad de diálisis Madre Emilia, en Caracas, hasta los momentos no estamos padeciendo por la escasez de bicarbonato, pero sí estamos afectados por la falta de máquinas porque se han dañado 20 y, en consecuencia, nos reducen el tiempo de diálisis. El sábado fueron dos horas, mañana no sé qué sorpresa me encontraré”, expresa Anahis Alvarado, quien desde hace siete años acude a terapia de hemodiálisis.
La disminución de las cuatro horas de tratamiento provocó que Anahis y sus compañeros de esta unidad tengan problemas de tensión en la actualidad. “Uno siente debilidades y desde hace un mes tengo una tos que no me deja conciliar el sueño. Me hicieron exámenes en los que no encuentran nada, por lo que piensan que es un problema de la máquina”, narra Alvarado.
En el caso de Angerly Cedres, de 35 años de edad y de los cuales 17 son en diálisis, recibe tres horas y media de terapia los lunes, miércoles y viernes en la unidad de diálisis del Centro Nefrológico Catia.
“Hasta ahora he recibido diálisis completa, pero eso es gracias a las enfermeras que tenemos que no nos han dejado solos. Sin embargo, no sé en qué momento llegue y no pueda obtener diálisis por falta de materiales como el bicarbonato que sabemos que hay lugares donde no hay”, expresa.
Una situación que empeora con los años
Para Carmen Padilla, quien además es vocera de la Unidad de Diálisis Barquisimeto, los problemas empeoraron con el pasar de los años. “El despacho de insumos viene con retraso y, recientemente, las diálisis se paralizaron hasta que el camión llegara. Solo están poniendo un galón de bicarbonato cuando debería ser uno y medio, sumado a que si no tienes dinero te mueres por el costo de los exámenes de laboratorio y los medicamentos, los cuales están por las nubes. El sector público está colapsado para un paciente renal”.
Desde hace cuatro años y tres meses en el país se suspendió el Programa de Procura de Órganos, en consecuencia, quienes requieren un trasplante solo tienen la diálisis como respuesta ante la necesidad de un nuevo órgano.
Este problema afecta a niños y adultos. Este año, 12 niños y adolescentes en espera de un trasplante en Venezuela relataron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el impacto de la suspensión de este programa en sus vidas. Entre ellos los del Hospital J.M. de los Ríos.
“La población actual de pacientes en diálisis en Venezuela es de aproximadamente 6.500 personas. Pero entre 2015 y 2016 era de 15.000, cifra que se redujo drásticamente. No por la existencia de programas de trasplantes o porque los pacientes emigraron, sino que es muy difícil para una persona con condición renal que necesita diálisis de manera interdiaria. Estos números son dramáticos porque señalan que miles fallecieron a la espera de un trasplante o por las condiciones de las unidades de diálisis”, afirma el fundador de Amigos Trasplantados de Venezuela.
Padilla está al tanto de la magnitud del problema. “Sabemos que nuestros niveles de toxinas comienzan a subir porque no estamos recibiendo una diálisis completa. Y como paciente renal sé que no se trata solo de mí, sino de los miles de personas en el país”, expresa.
Para el director de Codevida, “y lo dice una persona que ha pasado dos veces por ella, no dializarse hace que te intoxiques porque tu cuerpo no libera las toxinas, tus pulmones y corazón se llenan de líquidos y al no tener esta terapia no eliminas ese liquido de tu cuerpo y empiezas a sentir náuseas, mareos y asfixias. No tener diálisis en los tiempos estipulados podría causar la muerte de una persona”.