Britney Spears tenía cuatro años de edad cuando comenzó a cantar y bailar en actos escolares. Luego pasó al coro de la Iglesia de la localidad de Louisiana donde creció. A los ocho, fue al casting del Club Disney y fue seleccionada como una de las integrantes.
Poco a poco creció y, con la llegada de 1999 también lo hizo su carrera musical. Baby One More Time fue su primer disco y el que marcaría la senda de éxitos… y escándalos, que le ha tocado vivir.
Durante su carrera, Britney Spears ha logrado amasar una fortuna estimada en 60 millones de dólares, según Forbes. Sin embargo, estuvo en riesgo por el comportamiento errático de la intérprete.
En 2004, luego de confesar que había entrado a rehabilitación por consumo de sustancias prohibidas y alcohol, Britney se casó con Jason Alexander en Las Vegas. Matrimonio del que pidió una anulación a las 36 horas de haberse realizado.
A los pocos meses, ese mismo 2004, se casó con Kevin Federline, con quien tuvo a sus dos hijos. No obstante, aunque parecía una relación casi idílica, la polémica no pasó inadvertida con ellos, empezando por todo lo que implicó la separación y la lucha por la custodia de sus hijos. Tres años estuvieron juntos.
Tan pronto se separó, Britney comenzó una vida frenética de excesos y fiestas; los medios señalaban que Paris Hilton era su principal compañera. Ante esto, la cantante terminó internada en una clínica de desintoxicación. A la par, ese mismo 2008, su padre pidió su custodia, al tiempo que también le quitaron las de sus dos hijos menores.
Desde entonces comenzó su calvario, como ella misma los mencionó el pasado miércoles 23 de junio, cuando pidió ante la jueza que lleva su causa ponerle fin a la tutela de su padre, Jamie Spears, que durante 13 años ha estado a cargo de controlar sus finanzas, su salud, su vida amorosa y su carrera, así como la del abogado encargado de ayudarlo a administrar la fortuna de su hija.
Britney, una vez que salió del centro de rehabilitación, trató a de retomar su carrera. No se volvió a saber mucho del caso de la tutela, porque Jamie logró que los documentos se mantuvieran sellados por confidencialidad. Ella grabó en 11 años cuatro discos sin mucho éxito e hizo una residencia en Las Vegas, además de giras internacionales.
Sin embargo, en abril de 2019 se supo que había cancelado su residencia debido a problemas en la salud de su padre. A los pocos días, se aseguró que había entrado a una clínica de reposo mental, debido al estrés que le causaba la situación por la que él atravesaba.
No obstante, los fanáticos, que no le pierden el paso, empezaron a tratar de descifrar los mensajes que ella lograba subir a sus redes sociales y aseguraron que algo no estaba bien con ella. En el podcacast Britney’s Gram, un informante anónimo afirmó en ese momento que, efectivamente, la cantante estaba internada en contra de su voluntad. Incluso, que aun cuando la información oficial se supo en abril, se encontraba en el lugar desde enero de 2019.
Ahí surgió el movimiento #FreeBritney, por el cual sus fanáticos comenzaron a impulsar una serie de protestas y llamados de atención pacíficos para que la cantante de” Oops. I didn’t again!” volviera a tener el control de su vida. Cosa que se impulsó con la desclasificación de los archivos de su caso.
A raíz de eso se supieron varias cosas. Entre otras, que Spears le teme a su padre, que no está de acuerdo con todo este proceso legal y que quiere convivir normalmente con sus hijos.
Desde entonces Britney Spears ha buscado eso. El documental Framing Britney Spears, impulsado por The New York Times y la cadena Fx, estrenado en febrero de este 2021, abrió nuevamente el debate. El resultado fue que la jueza que tiene su causa escuchara el miércoles un testimonio calificado como “desgarrador”, “emotivo”, “cautivante”, “un grito de ayuda”, de parte de la cantante y que, el próximo 15 de julio, podría tener finalmente un desenlace.
El jueves, la superestrella del pop hizo su primera declaración pública desde su testimonio en la corte. En Instagram se arrepintió con sus más de 30 millones de seguidores en la red social por “fingir que ha estado bien los últimos dos años”.
En la publicación de Instagram, la cantante de 39 años de edad dijo frases como: “No quiero que la gente piense que mi vida es perfecta porque DEFINITIVAMENTE NO LO ES EN ABSOLUTO”, y “me disculpo por fingir que he estado bien los últimos dos años… lo hice por mi orgullo y estaba avergonzada de compartir lo que me pasó… pero, honestamente, ¿quién no quiere capturar su Instagram de una manera divertida? Lo crean o no, fingir que estoy bien en realidad ha ayudado”.
Ante su comentario, Vivian Thoreen, abogada de Jamie Spears le dijo a CNN: “El Sr. Spears ama a su hija y la extraña mucho”.