En Venezuela hay libre comercio del café y se busca transarlo a precio de bolsa para exportarlo

La gente  que gira alrededor del café venezolano está viviendo un momento estelar, empezando por la población que de no conseguirlo o encontrarlo mezclado, ahora se para en un anaquel con no menos de seis a diez marcas. A eso se agrega el empuje del llamado café gourmet, los granos de especialidad y cafeterías que son atendidas por baristas con conocimiento y formación; y ya no es descabellado pensar en exportación, aún lejos de lo que fue hasta principios de los años 20 del siglo pasado.

Pietro Carbone desde hace 15 años ha sido uno de los impulsores, primero con su “Accademia de Café”, pero también con su marca, sus cafeterías rodantes y su apoyo a eventos como el “Primer Encuentro Internacional de Café de Especialidad”, que se realizó a mediados de año, y la nueva edición de “Caracas quiere café”, prevista para fines de octubre.

Sin lugar a dudas el escenario cambió. Todo indica que la escasez del grano que todavía se vio hasta 2019 quedó para la historia porque en la administración de Nicolás Maduro pareciera que comprendieron que imponer un control de precios no favorece ni al productor, ni al torrefactor y menos al consumidor que no encuentra el producto.

“El café en Venezuela se encuentra en una bifurcación, existe mucho interés por todos los actores que estamos compitiendo y siento que agarró calidad, ya está afuera del país, mucha gente en el exterior lo está nombrando y eso va a empujar toda la cadena”, afirma Carbone. “La liberación de precios fue un elemento clave porque si entramos nuevamente a trabajar con precios controlados inmediatamente tendremos escasez. Ahora en Venezuela tenemos libre comercio del café y se está estableciendo transar con precio de bolsa y eso es lo que va a permitir competir fuera del país si queremos exportar”, acotó.

Carbone señala que otro efecto que tiene el renacimiento del negocio del café en Venezuela está frenar o reducir la diáspora de los jóvenes, que en un principio acudían a academias como la que dirige para conseguir un certificado que le garantizar conseguir un trabajo fuera del país.

“Hoy quienes se están formando son los que quieren hacer café en Venezuela y mi ventaja como formador y marca de café es que estos chamos nunca han tomado un café malo”, afirma Carbone. “Los jóvenes en Italia están dejando de tomar espresso, porque es un café amargo y quemado de las marcas tradicionales, pero no es el caso de los jóvenes venezolanos, que se están enamorando del café porque es de calidad y estamos tratando el producto mejor. A estos chamos les gusta expresarse con el cliente para explicarles el origen del café”, añadió.