La Universidad Simón Bolívar cumplió 50 años en el abandono

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    Este mes la Universidad Simón Bolívar (USB) cumplió 50 años de su fundación y a pesar de ser una de las más importantes del país la realidad que enfrenta es muy diferente a la de sus mejores años. Las fallas de agua y luz, sumadas a la deserción estudiantil y a la falta de profesores y trabajadores, aunadas a los problemas de transporte y alimentación, son el día a día de cada una de las personas que hacen vida en el campus del laberinto cromovegetal.

    “Los primeros cincuenta años son recibidos en medio de una gran crisis que afecta a la educación universitaria y venezolana y que llevaron a que el 28 de enero se declarara la emergencia administrativa, académica y financiera de la universidad en vista de que los trabajadores tienen cuatro años sin recibir uniformes, la biblioteca cerca de seis meses cerrada y los sueldos de los profesores están catalogados internacionalmente como salarios de pobreza”, detalla el presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la USB, David Cedeño.

    Luis Loreto, profesor de esta casa de estudios desde hace 49 años, expresa que se mantiene económicamente gracias a que sus hijos colaboran. Dice que lo que recibe son “sueldos de miseria” por dar clases en aulas que, en su momento, acostumbraron a tener entre 80 y 90 alumnos, pero ahora no superan los 12 estudiantes por clase.

    Cedeño afirma que “la deserción estudiantil es bastante grave y según la Comisión de Planificación y Desarrollo de la USB para el trimestre octubre-diciembre de 2014 había 9.218 estudiantes y cuatro años después, en 2018, se registraron 5.609, lo que muestra un déficit de 40% de la matricula estudiantil en cuatro años”. Esta cifra revela que 3.609 estudiantes abandonaron o congelaron cupos entre esos años. “Y así como ese número se reportó para 2018, es muy probable que haya ido creciendo y ese porcentaje aumente cada trimestre”.

    Las cifras están hasta el 2018 porque la universidad aún no ha hecho públicas las de 2019. Sin embargo, en esos cuatro años no solo se han ido estudiantes sino también profesores. Cedeño recalca que en ese tiempo “la universidad ha perdido más de 200 profesores y ante eso muchos estudiantes, de manera altruista, realizan preparadurías gratuitas para que los compañeros puedan obtener el conocimiento y seguir avanzando en su carrera”.

    Cedeño detalla que “cada trimestre un promedio de 19 profesores se retira de la universidad”, lo que significa que anualmente 74 profesores dejan las aulas de la USB y si se resta este número a los 613 docentes que había en 2018 el resultado sería 539. Basado en ello aproximadamente 300 educadores abandonaron la Simón Bolívar en cinco años.

    A la falta de estudiantes y de profesores se le suma el problema de transporte, de vital importancia porque la ubicación de la universidad es alejada del centro de Caracas. Liberangel Vale, conductor y supervisor de las unidades de esta casa de estudios, señala que en la actualidad hay 12 autobuses operativos debido a donaciones.

    Vale tiene 16 años prestando servicio en la USB y señala que en sus inicios la sede de Sartenejas “llegó a tener 48 unidades y ahora hay 12 en uso y ocho paradas por falta de repuestos”.

    Las dificultades también llegan al comedor, único de tres que funciona, y en el cual su cocinera Amalia Peña detalla que desde el lunes 27 de enero los estudiantes desayunan y almuerzan sardinas porque es lo que el Ministerio de Educación Superior envió, específicamente 598 kilos.

    Cuando Peña decía estas palabras faltaban 10 minutos para el mediodía y las sillas del comedor estaban vacías. Escasos eran los estudiantes que iban a pedir el menú con distintos contornos, pero acompañados de sardinas. A ello Amalia dice: “No es grato porque ni yo quiero comer eso todos los días, pero los estudiantes lo hacen por necesidad”. Y su sueño es volver a ver afluencia de personas en el comedor.

    Además de estas dificultades, Cedeño señala que están “en estado de alerta y preocupación” con respecto a la presencia de Luis Holder, el vicerrector impuesto por Consejo Nacional de Universidades en 2017 y que en 2020 se ha notado más su influencia, porque el rector Enrique Planchart desde el año pasado ha presentado problemas de salud, que lo han llevado a retirarse de su cargo momentáneamente.

    “Ante la ausencia del rector el reglamento señala que el vicerrector académico debe asumir las funciones de rector encargado de la universidad y eso nos ha colocado en un estado de alerta y preocupación en vista de que es un sujeto pro a un sistema que quiere vulnerar y destruir”, expresó.

    Desde octubre de 2019, la Universidad Simón Bolívar se ubica en el puesto 38 en el ranking de las 100 mejores universidades de América Latina y es la primera de las universidades venezolanas en estar en los primeros puestos de la lista en ese año.

    “Hoy recibimos unos cincuenta años bastante tristes y oscuros, pero aquí hay una llama del conocimiento, de la verdad, del futuro que desea mantenerse viva y seguir evolucionando unos cincuenta años más”, culminó el presidente de la Federación de Centros de Estudios de la USB.

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