En el mundo empresarial delegar responsabilidades por parte de los líderes es una práctica clave para lograr una mayor eficiencia y desarrollo de los equipos de trabajo. Es una de las habilidades fundamentales para alcanzar, precisamente, un liderazgo efectivo. Sin embargo, es una de las más difíciles de implementar.
Ante ello, nos preguntamos: ¿por qué es tan difícil delegar? ¿Por qué tantos líderes encuentran este proceso tan desafiante? La creencia de que nadie puede hacer el trabajo tan bien como uno mismo es una de las principales barreras.
Algunos líderes pueden tener dificultades para soltar el control y confiar en que los miembros del equipo realizarán las tareas asignadas de manera adecuada. Esto puede generar inseguridad y reticencia a delegar, lo que limita el crecimiento del equipo, independientemente del impacto positivo que tiene para los colaboradores y la empresa un líder que delega responsablemente.
El miedo al fracaso es otro obstáculo de gran peso, pues delegar significa aceptar que las cosas pueden salir mal. En este sentido, los líderes deben cultivar una cultura donde el fracaso es visto como una oportunidad de crecimiento, no como un estancamiento o más drásticamente como el fin de todo.
Ahora bien, hay que tener claro que delegar no se trata simplemente de distribuir tareas, sino de confiar en otros para manejar aspectos importantes de un proyecto o negocio. Entonces, ¿qué es lo mejor que puede hacer un líder por su equipo? Dejar de hacer las cosas por él.
Una de las principales tareas de un líder es desarrollar las capacidades del personal que tiene a su cargo y para que esto ocurra debe controlar la tentación de resolver él mismo el problema, si ese fuese el caso, y convertirlo en una oportunidad de aprendizaje para los empleados.
Esto implica que el líder debe establecerles expectativas claras a los empleados, comunicarles de qué son responsables y brindarles las herramientas que necesitan para cumplir exitosamente con sus responsabilidades. Todo ello es esencial para mejorar el rendimiento a largo plazo.
Además, un líder debe pensar tanto en el futuro de la empresa como en el suyo y esto quiere decir que su objetivo no debe ser volverse indispensable para su equipo, debe ser volverse innecesario. Es importante que forme un equipo que pueda funcionar sin él porque esto es lo que finalmente lo distinguirá como líder.
Al final, un líder que delega responsablemente tiene un impacto significativo en los integrantes de su grupo de trabajo, así como en la eficiencia y productividad general. Al asignar tareas adecuadamente, brindar apoyo y retroalimentación, mantener una comunicación fluida y fomentar la autonomía, el líder empodera a las personas a su cargo y promueve un ambiente de trabajo motivador y comprometido.
Es clave que los líderes le den espacio a los empleados para que sean capaces, entre otras cosas, de tomar decisiones y resolver los problemas. A la larga, la única forma de descubrir de qué realmente son capaces es forzándolos y exigiéndoles más.
Con el tiempo esto permitirá mejorar la capacidad del equipo y, por ende, los resultados de la empresa. Sin embargo, para los líderes también es importante reconocer los desafíos asociados a la delegación responsable, que va más allá de soltar el control. Implica garantizar la claridad de las expectativas y evitar la sobrecarga de trabajo. Al abordar estos y otros desafíos de manera efectiva, el líder puede enfrentar cualquier obstáculo que se le presente.