Madres mexicanas buscan a sus hijos en fosas comunes

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    Oliver Navarrete Hernández desapareció el 24 de Mayo de 2013 en Cuautla, cerca de la capital de estado de Morelos, a 100 km de la Ciudad de México, ahí comenzó la búsqueda por parte de su familia, y a pesar de haber sido debidamente identificado su cuerpo fue enviado a la fosa común como una más de las víctimas anónimas de la violencia en México. 

    La madre de Oliver descubrió las irregularidades en el proceso y obligó a la Fiscalía General del Estado de Morelos a exhumar el cuerpo de su hijo, el cual se descubrió estaba en una fosa irregular junto con 150 cuerpos más. Hoy, familiares de víctimas de desaparición convergen en el predio de Tetelzingo para exhumar el resto de los cuerpos y someterlos a las pruebas de ADN con la esperanza de identificar a más hijos desaparecidos. 

    Ante la pifia en la cual fue sorprendida el fiscal (cuyo padre fue fiscal antes de el y cuenta con demandas por venta de seguridad), las autoridades del estado han hecho todo lo posible por encontrar a las organizaciones de padre en desacato y suspender la excavación, pero las madres y hermanos de las víctimas afirman que de ser necesario cavarán con sus propias manos para «con mucho cariño extraer los cuerpos y devolvérselos a sus familias, porque para nosotros lo que ahí son tesoros», afirmó una madre.