Mariano Rajoy vuelve a ser Presidente del Gobierno de España. Después de 318 días de interinidad. Ni unos más ni uno menos. Y ya está bien.
Pasen y vean. Esto es el circo. El Circo España. En esto ha reconvenido la historia que se convierta un Congreso de los Diputados que hace no mucho albergaba debates de altura, con ministros con gafas como culos de botella de champán de tan desgastada que tenían la vista de leer, de estudiar, de contrastar, de observar.
El Parlamento se ha convertido en un espacio para Mediaset, para el espectáculo de turno, el circo sin control. Con una diferencia, en Tele 5 se entretiene con las miserias humanas de los juguetes rotos del espectáculo, nada grave y además rentable para una empresa privada, mientras en el Congreso de los Diputados juegan con los intereses de millones de ciudadanos y sus miserias sobrevenidas por gestiones mal llevadas como las de nuestros últimos gobiernos.
Hemos pasado de la seriedad y el respeto al chiste más bajo y a l ofensa más dura. Estamos en el Hemiciclo, donde entre ellos se hablan de Señorías, pero a la vez hemos visto en estos dos últimos plenos cómo se acusan directamente unos a otros, y no de poca cosa: del delincuentes de Pablo Iglesias dirigido a toda la cámara, salvando a los suyos, supongo, a la acusación del popular Hernando de colaborar con dictaduras dirigida hacia Podemos, hasta el remate de este último sobre Oscar Matute, de Bildu, recordándole cómo arrodillaban quienes él conocía a muchos para descerrajarles un tiro en la nuca. Real, sí, pero lamentable en un acto de investidura de un Gobierno que a España le hace mucha falta.
A todo esto le sumamos un episodio más del insulso, egoísta, egocéntrico, ignorante, tonto ni siquiera útil, no sé cómo llamar a Pedro Sánchez. Ha dejado su escaño, para poder seguir optando a su más preciado deseo: el trono. Entre sollozos, como un niño; sin valentía, sin dignidad, sin altura de un hombre político como se supone que es él. Durante la guerra de Bosnia vi a un reportero llorando, se supone que de miedo, aunque injustificado en ese momento, y se encontró con una contundente respuesta de un colega suyo: A llorar a casa Dios. Pues eso, Pedro Sánchez, a Gobernar un país, o pretender hacerlo, viene uno llorado. Con las necesidades hechas de casa. Si no, otro populista al saco. Lágrimas para una parte de la sociedad, la que menos comprende y la que menos entiende. Los que menos leen, los que se dejan llevar por esos momentos de guardería. Una pataleta incomprensible. En fin, Pedro Sánchez ya murió.
Sigamos en el circo, hasta el mismo momento de la votación . Hay que dejarse ver, hay que llamar la atención. Los socialistas del NO se han esforzado en resaltar su decisión heroica: primero yo y después España. NO ES NO, gritando y subrayando. Más de uno ha votado así, por si no se sabía ya quiénes eran. Y a mi me parece bien el NO, pero no es el Congreso de los Diputados el escenario para un espectáculo. Ya lo fueron los piojos, las camisas sucias, las rastas, los olores de días sin duchar, la cal viva, los momentos de amamantadurria de Bescansa (que eran estrictamente necesarios pero nunca se volvieron a repetir. Ahora, como le ha dicho Albert Rivera al líder de Podemos, tenemos una mala noticia, Sr Iglesias: ahora toca trabajar. Pues eso. Vamos a ver si son capaces. La difamación, eso tan ruin de ganar puntos descalificando al otro parece que ya no será suficiente.
Me viene a la memoria una historia, permítanme que se la cuente:
En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrar al gran filósofo, y le dijo:
– Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
– Un momento – respondió Sócrates – antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte un test, el de los tres tamices.
– Los tres tamices?
– Sí, – continuó Sócrates – antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres tamices. El primer tamiz es la verdad. Has comprobado si lo que me dices es verdad?
– No… Solo sé lo que he oído hablar…
– Muy bien. Así que no sabes si es la verdad. Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, es algo bueno?
– Pues no, al contrario.
– Entonces, continuó Sócrates, quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que son verdaderas. Tal vez aún puedes pasar el tercer tamiz, el de la utilidad. Es útil que yo sepa qué me habría hecho este amigo?
– No…
– Entonces, concluye Sócrates, lo que querías contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil. ¿Por qué querrías decírmelo?
Déjense de acusaciones, de infamias y pastelazos. A trabajar, a gobernar. A mejorar un país que lo lleva pasando mal demasiado tiempo. Bueno, no sé si la palabra es mal, pero al menos no como los españoles nos merecemos.
Dicho esto, Rajoy es de Nuevo Presidente del Gobierno de España. Dejémosle que acierte o se suicide, pero dejémosle porque el país lo necesita.
Estemos atentos a esta nueva legislatura, de del zoo, la del circo. No volverán las gafas freixenet ni un president con Adolfo Suárez capaz de decir ante toda la Cámara reconozco que me he equivocado. Prometo que hare todo lo posible por corregir mis errors. Más o menos, pero así fue y así era. Eso es altura política, compromise y transparencia.
Ahora es el tiempo de los polvorientos. Qué pena.