Pacientes con COVID-19 están en listas de espera por camas

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En Venezuela, actualmente, hay centros de salud con listas de espera de pacientes con COVID-19, debido a la poca disponibilidad de camas. Para el vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), Manuel Figuera, esta situación “empeorará en corto plazo”, porque hasta la fecha el país tiene cerca de 36.000 casos de contagio desde que se confirmaron los primeros el 13 de marzo.

“La verdad es que no nos damos abasto, tenemos listas de espera de pacientes que no encuentran dónde hospitalizarse. Al dar de alta a uno, ya tenemos dos o tres para ubicar en esa cama”, expresa un trabajador de la salud del Hospital Universitario de Caracas (HUC), que prefirió mantener su nombre en reserva.

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Figuera explica que desde “antes de la epidemia se ha advertido que nuestro sistema de salud es muy precario y está conformado por pocos hospitales, de los cuales solo un centro importante se ha construido en 20 años y es el cardiológico infantil. Son estructuras sin agua y muchas veces sin electricidad, sin los recursos adecuados y con falta de personal porque ha tenido que emigrar”.

Asegura que ahora “en los centros de atención nos vemos ante una circunstancia de insuficiencia de camas, cuya cifra es inferior a la requerida por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. “Es problemático y en la medida en que la infección siga extendiéndose, la falla de la disponibilidad va a ser mucho mayor porque simplemente hay una demanda muy grande de camas ante una oferta muy baja, lo cual va a resultar dramático en un futuro a corto plazo”.

Desde el 29 de julio la carpa del Clínico está cerrada por falta de capacidad y, según el trabajador de este hospital, “desde esa fecha no se han recibido pruebas ni insumos para atender el triaje, solo se está atendiendo al personal de salud enfermo”. Hasta el reporte más reciente de la organización no gubernamental Médicos Unidos, del 18 de agosto, 76 trabajadores del sector salud habían fallecido en Venezuela, cifra que representaría 25,58% de los muertos por COVID-19 en el país, si estuvieran incluidos en los datos oficiales.

“Las personas con COVID-19 requieren hospitalizaciones muy prolongadas y aunque en una institución haya x número de camas de terapia intensiva, cada una de estas se ocupa por personas que pasan dos, tres, cuatro o cinco semanas en ellas porque lo requieren. Mientras tanto, este ente se queda sin camas hasta que los pacientes mejoran o, lamentablemente, mueran. Y nosotros estamos en una etapa baja de la epidemia si comparamos con lo que ocurre en otros países con las cifras que tenemos. En Latinoamérica los casos siguen aumentando de manera importante”, detalla Figuera.

Para el infectólogo, el error ha sido enfocarse en aislar en centros de salud u hoteles a 80% de las personas con COVID-19 que son, según estadísticas, los casos leves o asintomáticos, en lugar de permitir que se aíslen en sus casas. “Deberíamos concentrarnos en ese 20% que sí va a requerir atención hospitalaria y especializada para contar con los recursos económicos y de protección para un mejor manejo de la situación. Nosotros no necesitamos centros de aislamientos para personas sin síntomas con una prueba de diagnóstico rápida positiva, que al final pudiera implicar una infección pasada”, indica Figuera, quien recuerda que China creó hospitales de campaña para atender a personas graves.

“Cantidad de muertos debe ser mayor”

Hasta el miércoles 19 de agosto, Venezuela de manera oficial tenía 36.868 casos totales, de los cuales 303 habían fallecido, y desde hace 11 días se registran 1.000 casos diarios, en promedio. Hace un mes, el país tenía 11.483 casos en total, en 30 días hubo un incremento de 210%. “Si solo tomamos en consideración las cifras oficiales, son preocupantes. Antes llegábamos a los 1.000 casos en 78 días y ahora, son en un solo día”, dice el médico.

“Hay que entender que en todos los países definitivamente hay algún grado de subregistro y este depende de dos variables: la capacidad de diagnóstico y la definición de casos confirmados o lo que se considera oficiales. En este sentido, en Venezuela tenemos una limitación muy importante de capacidad de diagnóstico, al tener solo tres centros haciendo las pruebas moleculares de PCR-RT y evidentemente se espera demasiado por los resultados”, señala.

Afirma que “hay personas que se están enfermando e incluso fallecen sin hacerse la prueba o los resultados no están disponibles y no entran en las estadísticas”. “Ese subregistro genera una percepción de que el problema es menos severo de lo que realmente debe estar ocurriendo y, ante ello, la cantidad de muertos en Venezuela debe ser mayor de lo que tenemos”, sostiene.

Figuera señala que la solución es el cambio de definición de casos confirmados y una mayor capacidad de diagnóstico, autorizando a decenas de laboratorios que están en capacidad a hacer este tipo de pruebas. En el país, “los casos confirmados los conforman las personas a las que les hayan hecho la prueba PCR-RT y resultaron positivos, esa limitante otras naciones no la tienen”.

En Wuhan, China, según el especialista, “desde febrero modificaron su definición de casos, al establecer que simplemente tener los síntomas, imágenes radiográficas o tomográficas compatibles, o un elemento epidemiológico de estar en un área de alta prevalencia de la infección hace que la persona, independientemente de que tenga la prueba, sea un caso confirmado”.

“En el mundo han fallecido un millón de personas por COVID-19, y simplemente no están dentro de las estadísticas porque no todos los países están llevando las cifras de manera adecuada. Bélgica es de los pocos que incluye los casos sospechosos dentro del total de mortalidad, independientemente de que no tenga la prueba hecha”.

Señala que de aplicarse estos cambios “se tuviesen muchos más casos, por supuesto, pero se daría una visión más ajustada a la realidad de lo que está sucediendo, incluso al número de fallecidos, y eso serviría para alertar a la población con respecto a lo que está ocurriendo y permitiría planificar mejor el uso de recursos para surtir lo necesario”, añade.

Mientras en el Universitario no hay camas para personas con coronavirus, el trabajador enfatiza que “cada vez es más difícil atender pacientes con otras patologías”. “Casi nos hemos convertido en un hospital de COVID-19 y aunque se han recibido algunas donaciones, han sido pocas y el hospital no surte insumos de protección personal. Se está tratando de ahorrar lo más posible el existente”, puntualiza.

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