Mi pareja se quedó en Chile y yo me regresé por mi hijo de 18 años. Hicimos este nuevo sacrificio por los chamos, dijo Joselin Ferrer, abogada de 41 años de edad, quien vivió un año en Chile con su pareja e hija y se dedicaba a las ventas.
La madrugada del 6 de mayo, después de luchar y manifestar cívicamente en la Embajada de Venezuela en Chile y en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, 130 venezolanos lograron su cometido: un vuelo humanitario los regresaría a su patria y tras la cuarentena podrían volver a abrazar a sus familiares.
El 30 de abril decido, junto con otras personas, que debemos quedarnos en la embajada. Pasé frío esa noche como nunca en mi vida, recordó Heilen López, 29 años de edad, quien tenía un año viviendo en Chile junto a su esposo y sus dos hijas.
Más de 400.000 venezolanos integran la comunidad criolla en Chile, siendo la colonia de extranjeros más numerosa en ese país. Sin embargo, las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera en octubre pasado y la llegada del COVID-19 el 3 de marzo complicaron la estadía y vida de muchos.
López narró que, desde octubre, ya había decidido regresar: En enero ya no teníamos empleo ni mi esposo ni yo. La situación ya se estaba tornando muy difícil para una pareja con dos niñas y solos en Chile. Aunque mi esposo tenía familia allám nunca sentí apoyo. Con el esfuerzo de su familia, consiguieron un boleto aéreo, pero por el COVID-19 cerraron las fronteras y espacios aéreos.
Por su parte, Ferrer cuenta que, como tantas familias venezolanas, la suya estaba incompleta: Dejé a mi hijo de 18 años en mi país, esperando su Visa de Responsabilidad Democrática. La cita al fin había sido asignada para abril de 2020, pero con la pandemia fue reprogramada para noviembre. Esto como madre me afectó, porque ya serían casi dos años sin ver a mi hijo.
Además, su hijo fue víctima de la delincuencia. Al día siguiente de su cumpleaños, fue víctima de un robo a mano armada. Eso me impulsó a unirme a un grupo de búsqueda de vuelo humanitario de repatriación, haciendo un trabajo de hormiguitas. Todos desconocidos, unidos solo por la necesidad.
Ocho personas y un gato
Varios de estos venezolanos habían estado haciendo esfuerzos, principalmente verbales, para explicar a las autoridades su deseo y necesidad de volver. Desde el 14 de abril entregaron comunicaciones y solicitudes, además de una data de los posibles pasajeros y una Carta Motivacional, pero la respuesta de la embajada no fue favorable.
El día 24, nos reunimos vía Zoom y decidimos hacer un solo grupo con las regiones, no solo Santiago. Mi hija y yo estábamos en Viña del Mar, dijo Ferrer. El 27 de abril un grupo de seis venezolanos comenzó a pernotar en la embajada y allí Ferrer y López pasaron a ser afines con un mismo objetivo: volver a Venezuela. Luego el grupo creció a casi 300 venezolanos.
A pesar de la falta de información, las venezolanas lograron conocer algunos detalles: Teníamos información confirmada de un vuelo el 1 de mayo, pero solo trasladaron a ocho ciudadanos y un gato. En el aeropuerto quedamos 130 personas varadas con un avión venezolano en la pista, por una supuesta falla en la comunicación entre la Cancillería venezolana y la Misión Consular en Chile con la aerolínea y el capitán del avión.
López añadió que los primeros días fueron horribles. Un día entré en pánico al ver que un avión viajaba con ocho personas y un gato, mientras yo me tenía que quedar con mis hijas en un país caro. El 1º de mayo nos fuimos al aeropuerto.
Cuando la situación se agudizó y ya había venezolanos pernoctando en la embajada y el aeropuerto, el canciller les puso como condición para poder optar por el vuelo humanitario despejar el aeropuerto y ser asignados a un albergue para dar inicio a los procesos diplomáticos.
Al menos tres noches pasaron los 130 venezolanos en la estación aérea, la repatriación estaba prevista para el 5 de mayo. Pasamos dos noches más en el Instituto Nacional Barros Arana en espera del vuelo, hasta la tarde noche del 5 de mayo que salimos del refugio para hacernos las pruebas rápidas del COVID-19 y luego al aeropuerto, el despegue se dio a las 6 am, informó Ferrer.
Cuarentena en Venezuela
Ferrer, quien debía dirigirse hasta el estado Falcón, recién el pasado 25 de mayo logró su sueño de abrazar a su hijo, pero antes le tocó someterse a dos procesos de aislamiento. Llegamos a Maiquetía el 6 de mayo, nos pidieron los pasaportes a la salida del avión, no había personal de migración, y nos los devolvieron al terminar la estadía en la Ciudad Vacacional Los Caracas en La Guaira como medida coercitiva para que las personas no se escaparan de la cuarentena. En mi caso, la primera.
Habló sobre las habitaciones de los hoteles y cabañas donde los hospedaron en La Guaira: No estaban totalmente rehabilitadas y tampoco eran 5 estrellas, pero estaban lo suficientemente aptas para recibirnos y alojarnos. Nos daban alimentación tres veces al día y atención médica primaria. Les realizaron la Prueba Especial del Hisopo o Exudado y les chequeaban a diario la temperatura.
López se mostró agradecida con las atenciones de las autoridades. El día del viaje venía con muchas expectativas, asustada, en parte porque me decían mil y una cosas qué podría pasar al llegar a Venezuela. El trato fue el adecuado para como está nuestro país, fue la mejor atención y estoy agradecida de estar ya en mi casa y en mi país.
Durante 12 días estuve ahí, nos brindaron los insumos básicos de higiene. Cuando comenzaron a llegar los resultados nos daban de «alta sanitaria» y coordinaban los traslados hasta nuestro destino, algunos fueron trasladados vía aérea y otros, como yo, vía terrestre, añadió Ferrer.
Yo resido en Anzoátegui, pero al salir de Los Caracas pedí ser trasladada a Falcón, donde estaban mi hijo y mis padres. Fui sometida a un segundo aislamiento social. Estuve seis días y me dieron el alta sanitaria con la condición de continuar el aislamiento en casa hasta cumplirse los 14 días. Luego me entregarán un salvoconducto para poder irme con mi familia a mi casa en Anzoátegui, finalizó.