Por qué Marco Rubio no representa ni a los jóvenes ni a los latinos

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Es común asociar identidades con causas; asumir que las afinidades identitarias se conjugan en afinidades políticas. Solemos hacer una correlación inconsciente entre la pertenencia y la ideología, pero esta relación no siempre se sostiene. Marco Rubio es el ejemplo perfecto. Latino y joven, Rubio no encarna ninguna de las dos banderas ideológicas que, sin embargo, lo definen demográficamente. Se trata de un latino que es político, pero no de un político latino; un político que es joven, pero no un joven político.  La diferencia es fundamental. Un sector de la prensa americana ha confundido los conceptos y enarbolado a Rubio como una opción viable por las dos características que lo definen estadísticamente, pero no políticamente.  Han sobrevalorado su identidad y minusvalorado su posicionamiento político.

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En ese sentido, los republicanos harían mal en pensar que un candidato como Marco Rubio puede capturar el voto joven o el voto latino. Todo lo contrario, la solidaridad generacional es un mito desfasado. La edad nunca ha jugado un papel determinante en la inclinación política de un individuo. La prueba de ello es Bernie Sanders, el candidato más viejo en la contienda es el más popular entre los jóvenes. ¿Cómo explicar esto? Los procesos electorales muestran que los jóvenes no buscan compaginación demográfica sino ideológica en los políticos. En ese sentido, las ideas y causas de Marco Rubio son anticuadas y poco atractivas para este sector. Su oposición al aborto y al matrimonio del mismo sexo, así como su política internacional confrontacional y tradicionalista no resuenan para un gran sector de los jóvenes.

Es el caso contrario al de Ron Paul, que hace cinco años demostró que la causa de los jóvenes no estaba del todo perdida para los republicanos. En aquel momento, Ron Paul entusiasmó a estos sectores por las mismas razones que Marco Rubio hoy, no lo hace.  Sus propuestas partían de un conservadurismo radical pero inconexo a la derivación superflua y populista que ha dominado al partido en los últimos años. Su conservadurismo era erudito; basándose en ideas libertarias, hizo planteamientos tan agudos que algunos los confundieron con ideas izquierdistas. En el fondo, el pensamiento de Paul estaba anclado en una derecha más recalcitrante que la de Rubio, pero era una derecha distinta, culta y filosófica que contrastó con el pragmatismo habitual del Partido Republicano. Aunque los planteamientos de Paul no eran novedosos, fueron refrescantes para una derecha que a menudo acaba repitiendo una y otra vez sus mismos eslogans como un mantra; un arte que Rubio tiene el dudoso privilegio de dominar.

Pero su problema no es únicamente la desconexión que tiene con las ideas y causas de un sector importante de la juventud. En el frente latino Rubio también tiene fuertes deficiencias. El problema de las categorizaciones es que suelen homogeneizar aquello que no lo es. La comunidad latina no es un ente monolítico. Marco Rubio ha utilizado la historia de la migración de sus padres cubanos como una forma de acercarse a la comunidad latina, pero nuevamente se ha visto limitado por el arcaísmo de sus posturas ideológicas. Su rechazo a la restauración de las relaciones con Cuba y su postura con América Latina están enraizadas en una visión política parroquiana: funcionan en Miami, pero fracasan en el resto del país.

¿Cómo va a hacer Rubio para convencer a los millones de mexico-americanos de que representa a los latinos? En los últimos años, las posturas de Rubio se han endurecido ante el tema de migración, uno de los asuntos que más preocupan a los mexico-americanos. De igual forma, su  planteamiento de adelgazar el gobierno, no suele ser popular entre ese sector de los latinos. Por si fuera poco, Rubio ha bloqueado la llegada de la embajadora Roberta Jacobson a México, impidiendo que Estados Unidos tenga embajador en México. La relación México-Estados Unidos puede no ser tan prioritaria para la comunidad mexico-americana como lo es la relación con Cuba para la comunidad cubana, pero posicionamientos de este tipo pueden afectar severamente sus aspiraciones en un sector que sigue considerando a México una parte importante de su identidad.

En ese contexto, la candidatura de Marco Rubio reposa sobre dos coartadas políticas. Ni su juventud ni su pertenencia a una minoría se ven reflejadas en su agenda política. El senador por Florida puede parecer plausible cuando es contrastado con el extremismo idiotico de Trump y Cruz, pero sus credenciales no le alcanzarán cuando el contexto sea distinto e incluya a Bernie Sanders o Hillary Clinton. Eso es lo que el Partido Republicano debe estar ponderando. Bajo el sesgo de un contexto francamente heterodoxo, Rubio parece un candidato plausible, destruida la falsa ilusión de la precampaña, su candidatura resulta tibia e inocua. Marco Rubio no es ni suficientemente joven, ni suficientemente latino en su ideología política como para poder construir una base política que lo lleve a la Casa Blanca.

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