El presidente de la Unión Agrícola y Ganadera de los Andes (Unagandes), Antonio Escalona, aseguró que la producción de papas para uso industrial en Venezuela cayó drásticamente en los últimos cuatro años.
«La producción de papa de uso industrial -sobre todo de las variedades Atlantis y Kennebec- se ha desplomado en su totalidad. Registramos una producción de 0,2% de los récords de producción de los años 2014-2020 que se llegaron a establecer en unas 75.000 toneladas sólo para uso industrial por ciclo», afirmó Escalona.
Enfatizó que este escenario ha sido «tan desfavorable» para los productores de papas en los estados Lara, Carabobo, Aragua y la sierra falconiana que «han optado por alternativas de cultivos de subsistencia como leguminosas y tabaco para poder alimentar su familia y mantener sus unidades de producción».
El también directivo de la Federación Nacional de Productores de Papas y Hortalizas (Fenaphort), detalló que esta situación se debe principalmente a la falta de semillas certificadas de las variedades necesarias para la industrialización de la papa en el país.
Comentó que las semillas que están en Venezuela tienen un «bajo contenido de humedad y almidones de pocos susceptibles a la carbonización desde hace más de 19 años».
A esa problemática se le suma la falta de financiamiento bancario y la escasez de combustible e insumos que azota a los productores.
«También cabe considerar el colapso de gran parte del plantel agroindustrial que se ocupaba del proceso y comercialización de este producto», agregó Escalona.
Afectadas también las papas de consumo fresco
En relación con la producción y comercialización de papas de consumo fresco (la que va a los mercados para consumo directo de la población), el Escalona señaló que también sufrió una contracción el año pasado, debido al «recrudecimiento de la entrada indebida de más de 7.000 toneladas de papas colombianas».
«En la mayoría de los casos con precios de menos del 40% de la plaza local y con una calidad que superaba con creces la papa nacional, cosa para nada es extraño si consideramos que el sector papero colombiano goza de asistencia financiera y amplia disponibilidad de insumos y semillas de muy alto perfil genético, por lo que pasamos a representar sólo 20% del mercado nacional cuando manejábamos 90% del mismo en escasos dos años», dijo.
A su juicio, la «satanización de la importación de la semilla» afecta directamente al productor primario porque no encuentra rentabilidad en su gestión y al consumidor porque «tendrá un producto caro y de una calidad muy comprometida».
Sin embargo, Escalona aseveró que el sector papero apoya a los programas nacionales de producción de semilla de variedades como Granola, María Bonita y Andinita que vienen desarrollando algunas instituciones oficiales y algunos gremios.
«Sólo que su producción efectiva está muy lejana de satisfacer la demanda necesaria, además de que los refrescamientos del vigor híbrido son propensos al debilitamiento en pocas vueltas de resiembra, dado el reciclaje del material genérico existente en la comunidad de paperos de la zona alta del país», indicó el presidente de Unagandes.
Recordó que el sector papero realizó una propuesta al gobierno el año pasado de establecer la importación de 10.000 toneladas de la variedad granola para consumo fresco para la producción de papas en Trujillo, Mérida y Táchira y 7.000 toneladas de la variedad Atlantis para los Valles de Carabobo, Aragua y parte de Miranda, pero «absolutamente denegada» por el Ministerio de Producción Agrícola y Tierras de Venezuela.
«Su argumento fue la defensa de una soberanía en la producción de semillas con material nacional y variedades ancestrales que distan mucho de ser viables para fines comerciales de alto rendimiento», apuntó Escalona sobre la repuesta del gobierno.
Expectativas y necesidades
De acuerdo con Escalona, el sector papero nacional urge por incentivos que hagan económicamente viable la actividad de los productores agrícolas, así como la importación de semillas e insumos mediante extremas medidas fitosanitarias de manera directa con recursos propios al mercado internacional por parte de gremios o productores organizados.
Asimismo, apuestan a la implementación de programas de transformación agroindustrial por parte del productor primario.
«Será la única fórmula para hacer financieramente viable para nuestra labor y nos permitirá no sólo crear un mercado doméstico autoabastecido de excelente relación precio-calidad, sino competitivo a nivel de los mercados internacionales redimensionando el futuro de la actividad agrícola nacional», manifestó Escalona.
Aseveró que, de lograrse el refrescamiento genético, esto dará “mayor rendimiento de producción por hectárea, mayor resistencia a plagas y enfermedades, lo que redundaría en menos inversión en agroquímicos y un mayor tratamiento orgánico en el manejo del cultivo».
Otro de los beneficios es que daría una mayor calidad en el producto en cuanto a presentación, tamaño y sanidad, así como la posibilidad de aumentar el número de cosechas por año, un mejor manejo poscosecha y mayor posibilidad de mecanización e industrialización.