Relato de una psicóloga que tuvo COVID-19: “Ha sido muy traumático de procesar”

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Haciendo un llamado a la consciencia ciudadana y colectiva terminó su relato Andreina Montilla, una de las más de 147.000 pacientes positivas de COVID-19 en Venezuela. “Creo que esa consciencia de cuidar a los demás no está. Siento que hay demasiada gente viva la pepa, sigo viendo gente en la calle sin tapaboca. Si se siente mal, si siente gripe y tiene tres días con fiebre y no se le baja, vaya al médico, no lo postergue. No solo es cuestión de cuidarte tú, sino también de cuidar a los demás”.

Aunque parezca que esta historia comienza por el final, HispanoPost tuvo acceso a toda la información sobre la experiencia de esta psicóloga clínica, desde que comenzó a presentar los primeros síntomas. Al respecto, Montilla sostuvo que además de proteger la salud física, es sumamente importante resguardar el estado mental y psicológico de los pacientes de COVID-19. Confesó que el tiempo en el que estuvo enferma fue muy rudo y “muy postraumática de procesar”.

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“Siento que hay demasiada desinformación, eso solo genera más caos y más contagios. Muchas personas afectadas pudieran no estar tan afectadas si desde el principio, sabiendo que tienen COVID, comienzan el tratamiento. Pueden desarrollar la enfermedad de forma leve, sin llegar a neumonía”.

Montilla reiteró que muchas veces la falta de información hace que las personas sean menos precavidas: “Yo estuve muchas veces en el mercado, sintiéndome mal, tratando de alejarme y la gente se acercaba a mí. Me decía: ´Por qué la gente no toma la distancia. Cuando te enteras que tienes COVID, te quedas como ‘ajá, ahora qué hago’. La desinformación genera miedo y angustia de acercarse al sitio donde te pueden ayudar, darte información o mandarte un tratamiento que realmente te pueda ayudar”.

Cronología del virus

El pasado viernes 12 de febrero, la mamá de la especialista comenzó a sentir los síntomas y aunque ellas no viven juntas, esa semana habían mantenido contacto frecuente. “Una semana antes me había mudado a otro apartamento, pero ella fue la que nos hizo toda la mudanza. Ese fin de semana ella lo pasó bastante mal, con síntomas de gripe y el lunes siguiente se fue a hacer la prueba PCR, a la Sanidad de La Urbina”.

Montilla contó que para el miércoles 17 de febrero todo su núcleo familiar -conformado por su mamá, hermano, cuñada y novio- presentaba los síntomas de la enfermedad y aún no tenían los resultados de la PCR.  “Estábamos todos enfermos, no sabíamos si teníamos COVID o no y ese día comenzaron los dolores corporales que son muy, muy fuertes en un primer momento. Te duelen muchísimo las articulaciones, la fiebre es muy alta, pero tomando acetaminofén los síntomas se apaciguan. Entonces, cuando te lo tomas piensas que se trata de una gripe y ya”.

Añadió que al tercer día de presentar fiebre fue que perdió el olfato y el gusto. “Comencé a sentirme muy trancada: pecho trancado, nariz y oídos tapados, ahí me asusté. Mi novio pasó tres días con fiebre y ya se sentía bien. Mi mamá ya estaba demasiado mal, era sábado y todavía tenía fiebre. Además, no le habían dado los resultados de la PCR que se había hecho el lunes anterior”.

El domingo 21 la mamá de Andreina recibió vía correo electrónico los resultados positivos de la PCR. “La internamos ese mismo lunes, porque estaba oxigenando 50% nada más, así que le pusieron el tratamiento de esteroides y oxígeno. En la tarde del mismo lunes, empezó la odisea con nosotros. Fuimos al CDI de Piedra Azul y nos hicimos la prueba rápida de los antígenos. En esa prueba los cuatro dimos negativo, a pesar de que todos teníamos síntomas. Yo no podía creer que diera negativo y presentaba síntomas fuertes: me costaba muchísimo caminar, moverme, me dolía todo el cuerpo, pasaba toda la noche con fiebre”.  

El martes siguiente acudieron a la Sanidad de La Urbina, pero se habían agotado las pruebas de PCR. “Dimos vueltas por los hospitales centinelas, en ningún CDI daban explicaciones de nada. El miércoles decidimos dar vueltas a ver dónde me atendía, fuimos a Salud Chacao y me dijeron que solo estaban atendiendo a los habitantes del municipio. En Salud Baruta no contestaban, hay un servicio que ellos tienen que se llama ‘PAM Baruta’ (Programa de Asistencia Médica de Baruta) y me dijeron que me tenía que registrar y esperar dos días para que te podamos atender y mandarme la ambulancia. Para ese miércoles ya yo estaba muy mal, necesitaba atención médica”.

Recordó que acudieron a un centro de atención médica semiprivado en Baruta, donde le realizaron las placas de rayos X, lo que confirmó la existencia de un foco infeccioso en los pulmones, que podía ser COVID-19. “Ahí me hicieron los exámenes de sangre, una PCR que es para medirte los niveles de infección y una placa lateral y otra de frente de los pulmones. Me dijeron que esos resultados tardaban tres días hábiles, pero me dieron la foto de la placa, que luego yo le mandé a una amiga que es médico”.

Mientras esperaba los resultados, Montilla pasó el jueves y viernes siguiente en su casa. con mucha fiebre. “Para el domingo, ya mi hermano, su novia y mi novio habían cedido la infección, yo era la única que permanecía con síntomas. Todo ese tiempo lo pasé sin comer nada, porque no me provocaba, y sin olfato. El lunes la doctora dijo que había que buscar dónde atenderme. Así que fuimos al CDI de El Calvario. Fue una atención de primera, pero ellos no tienen insumos: no tienen oxígeno ni tratamiento, no tienen camas. No tienen hisopado. Ese lunes ya yo tenía 12 días con COVID”.

“Es un hotel no un hospital”

La odisea fue conseguir un centro de atención médica que le brindara a Andreina la posibilidad de recibir oxígeno y el tratamiento necesario para superar la enfermedad. “Dando muchas vueltas, habíamos hablado para que me aceptaran en el Hotel Tamanaco, que en principio era para mi mamá, pero como la que se complicó fui yo me mandaron para allá, con el informe del CDI de El Calvario. Yo no tengo claro qué tipo de personas atienden ahí, solo sé que conmigo había otros 15 pacientes, que nunca vi”.

Explicó que mientras estuvo internada en una habitación del hotel cinco estrellas, solo mantuvo contacto con los doctores y enfermeros que la auscultaban y le ponían el tratamiento, así como las personas que le llevaban la comida.: “El Tamanaco no es realmente un sitio para atender pacientes porque es un hotel. En los hoteles deberías tener a las personas asintomáticas, pero me imagino que, por la falta de camas y la necesidad de tener a los pacientes visualizados, tienen a los que estaban como yo con síntomas”.

Detalló que uno de los requisitos es llevar todo lo que se va a necesitar mientras se esté allí, como sábanas, almohada, ropa, papel, champú. “Ahí no había nada, lo único que te daban era comida y tratamiento. El martes me llevaron al Victorino Santaella de Los Teques a hacerme los exámenes y la tomografía, que son de rutina apenas ingresas en el Tamanaco. Ese día fue fuerte por el recorrido. Me llevaron en la ambulancia, pero igual me ahogaba, no podía caminar y allá (Victorino) no hay ascensor”.

“Lo que más me preocupó es que estaba haciéndome una tomografía y tenía gente alrededor que sabía que no tenía COVID y yo decía que me aislaran para no tener contacto con ellos. Realmente en el hotel no la pasas tan bien, pero estás mejor que en tu casa porque ahí tienes atención médica. Si te sientes mal a las tres de la mañana puedes llamar a las doctoras para que te atiendan, cosa que no tienes en casa. Tienes desayuno, almuerzo y cena, pero llega un punto en el que lo único que quieres es que te vea un médico porque estás sin poder respirar. Sientes que la estás perdiendo”, agregó.

Cuidado con la psiquis

Ya recuperada y en casa, Andreina confesó que ha sido una experiencia muy difícil de asumir, aun cuando ella como psicóloga posee ciertas herramientas y conocimientos que pudieran ayudarla a manejar mejor la situación. “Lo que más me ayudó es que siempre hubo quien me ayudara en lo que necesitaba. En el Tamanaco reciben encomiendas los días lunes, miércoles y sábados, así que bueno, no estuve abandonada. El sábado me dieron los resultados negativos de la PCR que me hicieron el jueves en el Tamanaco”.

Insistió en la importancia de preservar la salud mental: “Es un factor psicológico importante porque estás aislado, no hablas con nadie. Pasé una semana sin hablar con nadie, a veces veía la televisión, otras veces leía un libro. Pasaba todo el día acostada, sin hablar con nadie. Más allá de los que te llevaban la comida o te ponían la inyección, estás muy solo. Conversaba con mi pareja o amigos por el teléfono”.

“Creo que lo más complicado de estar hospitalizada en un hotel es que, precisamente, es un hotel. No tienes muchas comodidades. Me llevaron frutas y como no hay neveras, se me dañaron varias. El tratamiento que me ponían en las noches para abrir los pulmones no me dejaba dormir porque me generaba mucha ansiedad”, agregó.

Ya en casa, Montilla analiza las secuelas de la enfermedad. “Ha sido una semana muy ruda, muy postraumática de procesar. Estuve 15 días con la enfermedad, una semana aislada y mira todo lo que me pasó por no ir a atención médica cuando tenía que ir. Me pusieron un tratamiento multivitamínico posterior al alta, porque perdí de 10 a 12 kilos por no comer. Uno debe hacer uso de los recursos para no decaer: yo meditaba, respiraba, hablaba por teléfono cuando me desesperaba, es importante tener mucho acompañamiento”.

Aconsejó a los pacientes que ya han superado a la enfermedad a mantener el contacto con los médicos, porque en ocasiones, como le pasó a ella, los medicamentos posteriores pueden ser contraproducentes. “Descubrí que me generaba ansiedad, me dolía el pecho. Con muchos síntomas psicológicos y neurológicos posteriores, sentía que no podía respirar por las noches. No todos los organismos reaccionan igual”.

“Los síntomas psicológicos posteriores también son importantes, porque pasas por un proceso de depresión, donde quieres reacomodar lo que quieres hacer con esta segunda oportunidad, porque la gente se muere de COVID, quizás no a mi edad porque tengo 30, pero a los 50 o 60 te puedes morir”, aseguró.

Montilla recomendó retomar el control de tu propia respiración. “Tuve que retomar mi proceso terapéutico, sé de mucha gente que pasa mucho tiempo sin dormir. Te cuesta mucho hacer cosas sencillas en casa como fregar, bañarte, cocinar. Parece tonto, pero se ven afectadas esas funciones básicas y dependes mucho de los demás. Se necesita mucha paciencia, calma, porque después que sales de la enfermedad debes pasar 15 días más aislada para que no te enfermes de nada porque puedes complicarte. Hay que cuidarse, acudir al médico si hay síntomas, porque la enfermedad no es fácil. La carga psicológica depende mucho de la persona, cómo haya pasado todo este año en cuarentena”.

Aseguró que el proceso post COVID es complejo porque “te lleva a analizar los caminos y decisiones que tomaste. “Luego, cuando estás en proceso de recuperación, puede venir la ansiedad, reflejada con ataques de pánico. Las pastillas tienen muchos efectos secundarios y hay que tener mucho cuidado con eso. Puede haber muchas ideas de muerte, suicidio o culpa. Es importante ir al psicólogo para hacer un análisis de lo que pasó. Tratar de no hacer una introspección solo porque puede enredarte la cabeza, es importante no hacer este proceso solo”, puntualizó.

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Keissy Bracho
Keissy Bracho
Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Audiovisual Especializada en Comunicación Política, Opinión Pública, Marketing Político, Gestión de Políticas Públicas. Aprendiendo de Género

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