Se despiertan temprano, preparan comida con lo que tienen en casa, le indican a su hijo, que no se siente bien, que deben ir al centro de Caracas, buscan transporte y le muestran los informes a todos los guardias que encuentran en las alcabalas de la vía, y cuando finalmente llegan al hospital alguien les dice: Hoy no se hacen quimioterapias ni punciones lumbares, vuelvan mañana. Sin embargo, el problema tiene una semana y esto empieza a ser rutinario para las madres de 34 niños del J.M. de los Ríos.
La razón por la cual los niños y adolescentes de hematología y oncología de este centro de salud no han podido recibir ninguno de estos dos servicios se debe a que el aire acondicionado del área estéril de la unidad de mezclas se dañó el viernes 10 de julio.
El hospital todos los días dice que va a arreglar el aire acondicionado, pero desde mayo ha tenido inconvenientes con él: se daña, lo reparan y se vuelve a dañar. Pero desde el pasado viernes el problema no se ha solventado y le dicen a las mamás que vayan al otro día y al ir se encuentran con el mismo problema, explica Katherine Martínez, presidenta de Prepara Familia.
Detalla que en estos momentos el número de niños es menor, porque muchos quedaron varados en el interior del país por la cuarentena y se rigen a un régimen de quimioterapia que les asignaron para que asistan en determinadas fechas. Esta semana solo en hematología se vieron afectados ocho niños, en funciones lumbares ocho menores más y en oncología 15 casos, a los que se le suman tres nuevos niños que fueron diagnosticados de cáncer una semana antes y debían comenzar la quimioterapia de manera urgente.
Hay servicios que no pueden parar como lo son las diálisis, las quimioterapias o el atender a niños que tienen VIH o diabetes, además de los procedimientos especiales como biopsias, punciones lumbares que son fundamentales. Y en caso de suspender una quimioterapia, las consecuencias en sus cuerpos son dramáticas. Por eso el acceso a la salud no puede suspenderse, aunque estemos en cuarentena, afirma Martínez.
Por esta razón las madres van a los centros de salud de sus regiones y a los ambulatorios a preguntar si allí pueden ponerle la quimioterapia a su hijo, pero tampoco las atienden y en el único lugar donde dan el servicio es en Caracas, en el J.M. y el Razetti, explica la presidenta de la ONG. Añade que si bien el Instituto de Oncología Dr. Luis Razetti, el Hospital Universitario de Caracas, el Miguel Pérez Carreño y el Domingo Luciani suministran el servicio de quimioterapia, la mayoría de los niños se atienden en el J.M. de los Ríos y un volumen menor en el Luis Razetti.
El problema de estos hospitales es el mismo del de todas partes: la falta de agua, de insumos y de medicamentos, que hace que recaiga en las madres la responsabilidad de hallarlos y la afectación en todas estas unidades se derivan de la emergencia humanitaria que vivimos, enfatiza Martínez.
El reporte más reciente de Monitor Salud indica que el servicio de agua es irregular y algunas unidades solo reciben dicho suministro en algunas áreas. Además, en 12 de 15 centros de salud se reutilizan los tapabocas.
Ahorita todo está para la COVID-19. Pareciera que las otras enfermedades no existen, el Estado no está pendiente de lo que pase con esto y hay tantas enfermedades que necesitan seguimiento, y si la gente la está pasando mal en estos momentos, imaginen estas familias, afirma Martínez.
Ante las dificultades esta organización ha conseguido donaciones para que niños que están en ciudades como Coro, Maturín y Cumaná, y que han tenido recaídas por la falta de sesiones, puedan llegar al J.M. de los Ríos y retomar sus quimioterapias, cuyo plazo ya no es semanal sino quincenal, debido a nuevo protocolo ideado por el equipo médico para que puedan estar más tiempo en sus respectivos estados. Sin embargo, de continuar sin funcionar el aire acondicionado de esta área, el viaje sería en vano.
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