La periodista Liza López sabe de migraciones desde antes de nacer. Su abuela rusa, Elizabeth Sorokin, conoció al que sería su abuelo en Siberia. Él era un joven chino con quien ella decidió huir a Shangái para escapar de la revolución rusa.
Luego de tener cuatro hijos en el país asiático, otra revolución truncaría el amor de esta pareja: esta vez la guiada por Mao Zedong. Y como el abuelo de Liza combatió en su contra, lo metieron preso.
Luego de su reclusión, el joven militar le recomendó a Elizabeth que huyera de China, que se fuera a cualquier lugar. «Lo importante es salvar tu vida y la de los niños», le dijo.
Así fue como ella supo de una agencia humanitaria que ayudaba a refugiados de Europa y Asia a huir de la guerra y de la muerte, para darles la oportunidad de comenzar una nueva vida en otro país.
De esa forma Elizabeth llegó con sus cuatro hijos a Venezuela, pero era tanto su miedo, de ser perseguida o asesinada, que cambió y tradujo el apellido de su marido, en original chino Touchein (tierra del vino) al ruso, Vinogradoff.
Ese apellido lo heredó Ludmila, reconocida periodista venezolana, madre de Liza López, quien hace cuatro años fundó la plataforma digital Historias que laten.
El martes 4 de octubre Liza López, Sergio Dahbar, y Carlos Ortiz, se reunieron en la sede de Ciudad Banesco, en Caracas, para bautizar con pétalos de rosas el libro 70 años de historia de migrantes.
Un libro que late
Este es el título número 11 de la Colección Periodismo, de la Biblioteca Digital Banesco. Una obra editada por la Vicepresidencia Ejecutiva de Comunicaciones y RSE de la entidad financiera y el sello editorial Cyngular, que preside Dahbar.
En el bautizo, López explicó que la obra recoge dos historias sobre migración que fueron publicadas originalmente en el portal que dirige.
Una de las historias es sobre el impacto de la migración forzada y forma parte de la serie Hijos Migrantes. La hizo a cuatro manos. Ginna Morelo escribió desde Colombia, y ella desde Caracas.
“El limbo de una familia rota” fue un trabajo elaborado gracias a la colaboración de los periodistas de Historias que laten, El Pitazo y La Liga Contra el Silencio, y está enfocado en el fenómeno que algunos especialistas e instituciones especializadas en el tema migratorio han llamado “Niños dejados atrás”, contó una de sus autoras.
“Es sobre unos padres que migraron a Colombia y dejaron a sus hijos acá. Con la particularidad que tenían seis meses sin hablarse. No tenían teléfonos inteligentes. Nosotros hicimos el enlace y escribimos la crónica en tono epistolar. Es la historia de una familia rota”, relató López.
La segunda crónica publicada en Historias que laten que aparece en el libro 70 años de historia de migrantes es de Jonathan Gutiérrez. Él resolvió irse a Catia y allí se adentró en esas vecindades conformadas por extranjeros que llegaron al país en los años 50 y 60. Específicamente las conformadas por ucranianos y rusos.
Allí descubrió que estos grupos humanos llevan décadas viviendo en armonía en Venezuela y lamentan el conflicto que ahora ocurre allá a lo lejos. Su crónica se llama “Rusa y Ucrania conviven en Catia”.
Gente que llegó, gente que se fue
El editor, autor y periodista Sergio Dahbar, presidente de Cyngular, celebró la publicación de esta obra, título 11 de la Colección Periodismo. Comentó las dificultades severas que ha tenido su equipo para poder reunir el material. Se trate de reseñas, entrevistas, o crónicas, dijo que cada vez se les hacía más difícil “encontrar el pasado”, pues conforme avanzan los días se perdían valiosos archivos.
A propósito del tema esencial de la obra, los migrantes, Dahbar indicó que el libro estaba dividido en dos partes o bloques: los que llegaron (a un país que los recibió y los hizo suyos); y los que se fueron (en su mayoría hijos o nietos de esa primera migración), que por razones de sobrevivencia han tenido que salir de Venezuela.
“Muchas veces se ha satanizado a los migrantes, pero en realidad en ellos hay un gran tesoro. Mi abuelo, por ejemplo, era de Siria y migró a Argentina. De allí su descendencia vino a Venezuela, donde llegué yo, y ahora, desde acá, mis hijos se fueron a Berlín; donde buscan hacer una vida. La verdad es que los migrantes enriquecen a un país, con su energía y sus historias; y también ellos crecen con la cultura que los recibe”, dijo Dahbar.
Carlos Ortiz, editor adjunto del libro, confesó que se le hizo muy cuesta arriba seleccionar los textos definitivos que serían compilados, pues había un corpus inicial de 70 historias.
El énfasis para seleccionarlos fue lo directo del testimonio. Dijo que el modelo excepcional era Fausto Verdial, con su historia “Yo soy un pobre emigrante”, publicada originalmente en el diario El Nacional, el 3 de agosto de 1994.
El aporte a la cultura desde Banesco
Marco Tulio Ortega Vargas, presidente ejecutivo de Banesco, resaltó el aporte de esta entidad financiera a la consolidación de la cultura nacional, al ofrecer todos los títulos de la Colección Periodismo de manera gratuita y de fácil descarga en la página web del banco.
“Este tipo de proyectos nos interesa muchísimo. Tenemos más de 20 años apoyando este tipo de iniciativas porque libros como 70 años de historia de migrantes describe cómo es el venezolano: solidario, trabajador, echado para adelante, que se busca la vida y se empeña en labrarse un mejor porvenir”, comentó.
Antes de terminar el acto del bautizo, Liza López concluyó que el reto para el periodismo actual, en lo sucesivo, será ofrecer nuevas miradas al momento de contar las historias de las migraciones: “Evitar los polos: historias dramáticas o historias exitosas; para abordar una perspectiva más equilibrada, con una mirada más reposada, que cuente eso que ocurre en el medio y que se detenga a narrar mucho más allá de lo espectacular”.
Video: Raúl Romero