Casa Blanco Comedor, una propuesta gastronómica que rinde homenaje a la cocina de 1940

La migración venezolana y la pandemia inspiraron a Helena Moreno, quien en principio estudio Computación, a inaugurar Casa Blanco Comedor, donde es la chef ejecutiva. Este restaurante busca resaltar la gastronomía nacional con un estilo gourmet para los paladares más exquisitos.

De sus inicios contó que siempre le gustó cocinar, pero no fue lo que estudió. «Estudié computación y la verdad es que eso me quitó muchas horas cuando trabajaba. No te voy a decir que fue infeliz porque no conocía lo otro, pero siempre había algo que yo decía Dios mío… pensando que había algo como diferente”.

Moreno se mantuvo en el mundo de la computación, sin conocer su verdadera pasión hasta que algo cambió en su rutina: “Después que nacen mis hijos, se me ocurrió meterme en la escuela de cocina, y todo empezó a tener sentido. Me gustaba cocinar muchísimo, siempre cociné muchísimo».

«Éramos cuatro, dos niñitos y un esposo, y yo cocinaba para ocho o diez personas. Y, entonces, repartía comida para ver cómo me había quedado la receta del momento. Cuando entré a la escuela, por supuesto, todo ese criterio cambió y justo cuando me gradué, con una de mis mejores amigas, abrimos una empresa para hacer catering a los vuelos privados”, agregó.

Helena Moreno, chef de Casa Blanco Comedor

El año 2020 marcó la vida muchas personas y Moreno no escapó de esta realidad. “Con la pandemia, como sabes ocurrió la diáspora venezolana, todo el mundo se fue. Yo me quedé sola y dije:  ‘Bueno, yo voy a embalar todas las cosas que había en la casa de mi mamá y voy a poner esto a la venta‘. Había vajillas de todo tipo, cosas que tenían que ver con antigüedades y empecé a ver qué puedo servir yo aquí. Haciendo eso, poniéndolo a la venta y viendo que era tan bajo el valor en el mercado, decidí crear un menú y abrí Casa Blanco Comedor”.

De la colonia a la actualidad

Moreno destalló cómo fue la experiencia de retomar sus raíces: “Casa Blanco Comedor es un comedor, se puede decir que privado, pues no clandestino, que maneja pocos cubiertos. A mí me gusta manejar 12 cubiertos, hacer una propuesta de altura con ingredientes de una región».

Recordó que sus padres papás eran del oriente del país y «sabes que «por ese puerto entró toda la migración a Venezuela. Culturalmente tenemos una gran influencia del Mediterráneo y de todo lo que tiene que ver con esa parte del mundo. Y empecé a hacer cocina, se puede decir venezolana, pero con esta influencia para no decir fusión, porque no es una fusión”.

Casa Blanco Comedor brinda a sus comensales una propuesta de altura. “Empecé a crear platos de altura con productos de esa región que son productos de temporada, los que tienes que respetar y hacer cocina de mercado, porque algunos de ellos no se dan todo el año. Son productos que para el momento ya tenían un tiempito escaseando en Venezuela, o sea me costaba muchísimo encontrar morcilla carupanera. Entonces cree estos platos y, ciertamente, resultaron ser exitosos”.

El menú de Casa Blanco Comedor es tan innovador que Moreno mencionó su platillo más exitoso: “Siempre digo el plato más vendido para que la gente tenga una idea de qué sirvo en el menú es fondue de morcilla carupanera. Créeme, el que no le gusta morcilla y (la) ha comido le encanta porque la morcilla carupanera,… es picante con dulce y salado”.

Aseveró que su propuesta data de 1940. “No es una propuesta actualizada. En ese momento no llegaban todos los ingredientes, solamente se cocinaba con ají dulce, cebollín, ajo, no usaban pimentón, y así hago, con esa base hago esa comida. Las hago así precisamente porque es un homenaje. Hago tal cual como lo haría mi mamá, mi abuela, en ese momento”.

Moreno se siente agradecida y satisfecha por la acogida que ha tenido su emprendimiento: “Es una propuesta muy rica. Me ha llenado de satisfacción el comentario de la gente cuando llega el comedor y sale. Guardo como que esas combinaciones en la memoria, y me hacen jugar con un sabor y otro. Así puedo hacer creaciones en los platos que son particulares, poco convencionales”.

Sus inicios fue en el catering

Recordó que la idea de hacer catering para vuelos privados fue retadora, pero interesante. “Yo había tenido muchísima experiencia en el contacto de vuelos privados como viajero, no como catering, y sabía exactamente qué es lo que te provoca, qué se podía comer, cuál es la propuesta que podías hacer. En esos vuelos los equipos eran costosos, no podías llevar nada que tuviera broza, o sea, había ciertas condiciones que cumplir y también había ciertos gustos que la persona que viaja quería tener y yo lo sabía, tenía ese conocimiento y dije:  ‘Déjame abarcar este mercado”.

Moreno dijo que una de sus metas era mantener satisfecho a los viajeros. “En ese mercado trabajé muchísimos años, con muchísima gente lindísima. Fue casi una experiencia de escuela. Una experiencia de trabajo muy grande porque te encuentras gente que, desde el punto de vista del gusto, del paladar, le gusta comer muy bien y tiene altas expectativas porque sale de Venezuela, pero va para el mundo y ese trabajo me gustó muchísimo. Me gustaba cómo se veía la buena propuesta presentada en unos buenos empaques. Fue difícil, fue un reto, porque no tenías que lidiar con cómo presento en un plato.Tenías que llegarle a nivel del plato, pero en empaques desechables”.

Innovando a través de la red

Moreno es una de las chefs anfitrionas que forman parte de la nueva aplicación móvil Akalbak, la cual busca generar espacios de encuentro social basados en el arte de la gastronomía. Dijo que abrirse a esta nueva propuesta ha sido una experiencia enriquecedora: “Yo creo en la generación de relevo, eso me gustó mucho. A Casa Blanco llega mucha gente que por alguna razón como que ve con ojo de calidad el lugar”.

Dijo que estos encuentros le han permitido explorar otras facetas: “Me gusta mucho ser didáctica. Me gusta compartir todo lo que sé. No tengo miedo a compartirlo porque me pasa a mí también. Yo de repente veo una receta de un chef en otra parte del mundo, me gusta mucho, la guardo y no la hago nunca. Termino yendo a comer cuando los visite. Creo que está bien para la gente aprender porque también aumenta su nivel de exigencia”.

Lo que más aprecia de esta oportunidad es la retroalimentación de los encuentros: “Me gusta mucho compartir con el comensal porque el comensal me da un feedback, que sin el comensal no puedo tener. El comensal te da muchísima información. Es un enriquecimiento mutuo y eso me parece excelente”.