Como venezolana siento vergüenza que otras mujeres venezolanas parecieran aplaudir todo lo que sucede en Irán

Irán es un país donde las mujeres enfrentan discriminación y opresión en todos los aspectos de sus vidas. A pesar de que ellas constituyen más de la mitad de la población del país, sus derechos están absolutamente conculcados, también sus libertades. Y, a menudo, son violados.

Recientemente visitó Venezuela la primera dama de Irán, acompañando a su marido, por su puesto, porque sola jamás hubiera podido venir. Un grupo de autodenominadas “intelectuales” e influyentes del chavismo la recibieron con bombos y platillos e incluso firmaron acuerdos, supuestamente culturales.

Qué y para qué, me pregunto yo, son esos acuerdos porque que yo sepa la legislación iraní es extremadamente discriminatoria con las mujeres. No tienen derechos en lo que se refiere al matrimonio, ni al divorcio, ni a la custodia de los hijos, ni a la herencia ni a la propiedad.

Y, encima de todo, están obligadas a cumplir unos estrictos códigos de vestimenta y a menudo son arrestadas, son hostigadas, son torturadas y hasta asesinadas. Pongo como ejemplo el caso más reciente, el de Mahsa Amini, que fue condenada a la pena de muerte por no cumplir con estás reglas, porque tenía el velo mal puesto.

¿Qué acuerdos entonces pueden firmar las mujeres venezolanas con un régimen así? Porque, si haber vamos, la participación política de las mujeres en Irán también está limitada.

Solo unas poquísimas mujeres han logrado ocupar cargos políticos de cierto nivel, porque existen barreras culturales y sociales que impiden a las mujeres participar activamente en la política.

¿No tocaron esos temas? Me hubiera encantado que lo hubieran preguntado.

Otro tema de preocupación es la violencia doméstica, un problema gravísimo en Irán. Las mujeres son víctimas de violencia y no tienen cómo buscar ayuda ni hay quien las ayuda ni las proteja.

La violación y el acoso sexual son delitos comunes que ni siquiera denuncian porque la vergüenza y el estigma social son tales que prefieren quedarse calladas.

Los organismos de derechos humanos, en particular los que atienden los derechos de las mujeres están abocados a lograr un cambio y ha sido prácticamente imposible.

La revolución iraní, esa que sacó al sha de Irán, ha sido un retroceso en todo sentido, pero en grado superlativo en todo a lo que se refiere a las mujeres.

Yo como venezolana siento vergüenza que haya otras mujeres venezolanas que firmen acuerdos y, encima de todo, que parecieran aplaudir todo lo que allá sucede.