El intenso calor o sensación térmica presente en buena parte del país desde marzo, con temperaturas que superan los 40 grados centígrados en algunas regiones, causa mucha molestia y la población utiliza más los aires acondicionados.
Fuentes técnicas y sindicales del sector eléctrico, que solicitaron guardar sus nombres en reserva, aseguraron que la ola de calor obliga a la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) a apretar los racionamientos de energía para “evitar males mayores” (fallas y apagones) en interior del país.
«El excesivo calor genera una mayor demanda que el sistema eléctrico nacional (SEN) no puede satisfacer debido a las profundas deficiencias existentes por la falta de mantenimiento e inversión a las instalaciones y redes de generación, transmisión, subtransmisión y distribución», alertó un consultado.
Señaló que el incremento de unos 1.000 megavatios en el consumo por el mayor uso de los aires acondicionados para amortiguar las altas temperaturas no puede ser compensado con energía adicional.
Esto obliga a que Corpoelec aplique racionamientos o programas de administración de carga.
Las fuentes deploraron que las consecuencias de la mala gerencia y las desacertadas políticas gubernamentales – aplicadas en las administraciones de Hugo Chavez y Nicolas Maduro- » las tengan que pagar los consumidores con cortes prolongados del servicio».
Y es que los usuarios además de pasar el calor que perjudica la salud, deben soportar la descomposición de los alimentos, la falta de agua y ascensores, y los daños a los electrodomésticos, entre otros inconvenientes.
En las redes sociales, usuarios de estados calurosos como Zulia, Carabobo, Aragua, Monagas, Bolívar y Apure, entre otros, se han quejado de sufrir 2 y 3 veces al día cortes de luz con entre 3 y 6 horas de duración.
«Cuando los cortes ocurren con periodicidad durante el día y con el mismo tiempo de duración, se trata de racionamientos. Lo grave es que muchas veces Corpoelec suspende el servicio sin dar aviso como para que la gente tome las previsiones del caso», advirtió un consultado.
Déficit estructural en la demanda
Las fuentes precisaron que con la ola de calor aumentan los requerimientos de energía de los consumidores de 11.000 a 12.000 MW en momentos pico de la demanda nacional y regional.
Ese volumen no puede ser suplido totalmente por los problemas estructurales presentes en el sistema eléctrico nacional, que ocasionan un déficit recurrente de unos 2.000 MW.
Explicaron que la línea troncal de transmisión del sistema interconectado y que trae la electricidad desde Guri puede transportar un máximo de 7.000 MW, pues más de esa cantidad implica forzar la carga en la línea, desconectándolo y causando un apagón general en todo el sistema eléctrico.
«El respaldo/compensación a la generación hidroeléctrica de la central de Guri -ubicada en el río Caroni, en Bolívar al sur del país- proviene de las plantas de generación termolectrica», explicó un consultado.
Sin embargo, agregó, que el parque termoeléctrico opera a solo 20% de su capacidad instalada aportando de manera más o menos confiable al SEN 1.200 MW para atender la demanda.
A lo anterior, resaltaron las fuentes, se suma la escasez actual de combustibles (gasolina, fueloil y gas) que hacen funcionar las pocas unidades de generación operativas, pues 80% del total de las máquinas termogeneradoras está fuera de servicio.
Las fuentes insistieron en que la alta vulnerabilidad operativa del sistema eléctrico nacional se manifiesta indistintamente en verano e invierno.
En la primera temporada, el calor origina incendios que calientan las líneas y protecciones propiciando su desconexión.
«Esto se evita con los programas de mantenimiento de pica y poda para el despeje de los corredores de monte, maleza y árboles», dijo un consultado.
Con las lluvias, agregó, también hay riegos de fallas porque muchos pararayos no sirven o no se les ha hecho el mantenimiento adecuado para evitar posibles fallas cuando hay tormentas con rayos, truenos y centellas y fuerte viento.
Respecto al impacto de la caída del consumo (unos mil MW) por la orden del Ejecutivo de cerrar las granjas mineras de criptomonedas, las fuentes admitieron que esta situación es un alivio pero no subsana los problemas estructurales de la demanda.
Asimismo, resaltaron que con la salida del país de 7 millones de venezolanos – huyendo de la crisis socioeconómica de los últimos años- ha bajado la demanda de electricidad.
A esto se suma, revelaron, la caída del consumo en los sectores industrial y comercial por el cierre o menor actividad de miles de empresas en el país.
Por ello, el consumo cayó de 17.000-18.000 MW en 2017 a entre 10.000-11.000 MW en la actualidad.
«Pese a ese retroceso en la demanda, el sistema eléctrico nacional se colapsa como consecuencia del abandono, la corrupción y las malas políticas gubernamentales hacia el sector», concluyó una fuente.